Carta tónico-biliosa a una amiga

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Tradiciones peruanas
Segunda serie (1893) de Ricardo Palma
Carta tónico-biliosa a una amiga


Espíritu de otros días,
en nuevas ropas envuelto,
más que la imagen de un vivo
soy la realidad de un muerto.
ANTONIO HURTADO.


Leyendo mis tradiciones
me dicen que te complaces.
¡Gracias! ¡Gracias! Pues tal haces
a ti van estos renglones.

Charlemos en puridad
un momento:-oye con calma-
dar quiero expansión al alma
en tu sincera amistad.

¿Temes que exhale en sombrías
endechas el alma toda?
¡No! Ya pasaron de moda
los trhenos de Jeremías.

Eso quede a los poetas
sandios, entecos, noveles,
que andan poniendo en carteles
sus angustias más secretas;

Y todo ello en realidad
es como el zumbar de un tábano,
y de sus ayes un rábano
se lo da a la humanidad.

¡Pues fuera grano de anís
que ostentando duelo y llanto,
en imitar diese a tanto
poeta chisgarabís!

Arca santa el corazón
sea de los sufrimientos:
darlos a los cuatro vientos
es una profanación.

Tú sabes bien que el dolor,
si es verdadero y profundo,
ha de esconderse ante el mundo
con cierto noble rubor.

¡Tú que la cruz arrastrando
vas de un padecer tremendo,
con los labios sonriendo,
con el corazón llorando!

¿Por qué escribo estas leyendas?
¿Por qué de siglos difuntos
dan a mi péñola asuntos
las consejas estupendas?

La razón voite a decir.
Es mi libro, bien mirado,
lecciones que da el pasado
al presente y porvenir.

Vanidoso desahogo
encontrará un zoilo en esto
y murmurará indigesto:
-¿quién lo ha hecho a usted pedagogo?

No se queme las pestañas
descifrando mamotretos
sobre tiempos y sujetos
que alcanzó Mari-Castañas.

Deje usted seguir la gresca,
que la humanidad bendita
ya es bastante talludita
y sabe lo que se pesca.

Razona así el egoísmo
del siglo razonador,
y así vamos por vapor
y en línea recta al abismo.

Fe y sapiencia nombres vanos,
como hogaño, no eran antes:
hoy presumen de gigantes
hasta los tristes enanos.

Hoy ya no inspira entusiasmo
lo serio, sino el can-can,
y en leal consorcio van
la duda con el sarcasmo.

Hoy es el mercantilismo
la vida del pensamiento;
es Dios el tanto por ciento
y es su altar el egoísmo.

¡Son nuestros tiempos fatales!
Por eso, por eso vivo
hecho un ambulante archivo
de historias tradicionales.

Y a veces tanto, en verdad,
me identifico con ellas,
que hallar en mí pienso huellas
de que viví en otra edad.

Y me digo, como cierto
gran poeta cuando escribo:
¿si más que ímagen de un vivo
seré realidad de un muerto?

¿Quién sabe si mal mi grado,
(todo puede suceder)
llevo escondida en mi ser
la intuición de lo pasado?

Y enorgulléceme, a fe,
numerarme entre los pocos
que leen, sin hallarse locos,
libros que ya nadie lee.

El presente, a mi entender,
con sus luces y progreso
es muy prosaico... por eso
pláceme más el ayer.

No al cielo con alas de Ícaro
se alzaba la medianía,
que hasta el pícaro, a fe mía,
era grandemente pícaro.

Y de que no siento error,
sentando concepto tal,
da prueba testimonial
Lope de Aguirre el traidor.

Dirán que no es lisonjero
extasiarse en el pasado;
que es la empresa que he abarcado
propia de sepulturero;

Que malgasto mis vigilias,
restaurador de esqueletos,
y a la estampa doy secretos
en mengua de las familias;

Que a los héroes desentierro
y en prosa de munición,
los presento en un salón
con guantelete de hierro.

¿Qué ha de ser sino un borrico,
un animal de bellota,
quien sin ton ni son explota
los siglos del rey Perico?

Dirán que no sin solapa,
y con agravio de Dios,
simpáticos hago a Los
caballeros de la capa;

Que a virreyes del Perú
del negro sepulcro evoco,
para respetarlos poco
y tratarlos tú por tu;

Que con fines muy nefandos,
calumniador de la historia,
sombras echo en la memoria
del ilustre Pepe Bandos;

Que tal vez estando chispo
esas quimeras hilvano,
pues que trato liso y llano
al fraile y al arzobispo;

Que doy escándalo grave
refiriendo el gatuperio
que condujo a un monasterio
a la Monja de la llave;

Que no merece laurel,
sino palo, mucho palo,
quien ve un dulce de regalo
en Leonorcica Michel;

Que allí descubro mi juego
por la idea y la palabra;
que al monte tira la cabra
y debo ser mujeriego;

Que ha de arder en el infierno
por inmoral cuanto he escrito,
y que debe andar proscrito
en casa de buen gobierno;

Y añadirá la traidora
chusma, que es pura invención
la sublime abnegación
de Evangelina Zamora;

Que si hay pensamiento bueno
que merezca aplauso pío
en el librejo, no es mío,
sino del cercado ajeno;

Que al publicar un volumen
malo, hasta leído gratis,
he querido sólo satis-
facer mi frívolo numen;

Dirá la procacidad
que soy un torpe avechucho,
(que importa al crítico mucho
nuestra personalidad).

Y el insulto se conjuga
en perfecto e imperfecto...
¿Hay un personal defecto?
¡Pues, señor, a la verruga!!!

Razón de la sinrazón
es la personal diatriba.
¿Qué tiene que ver la giba
con los versos de Alarcón?

Que mentiras y verdades
sobre tiempos que no he visto
ensarto, dirán... ¡De Cristo
dijeron barbaridades!

¿Qué mucho si me hace añicos
un crítico y si me ultraja,
siendo en la humana baraja
yo de los triunfos más chicos?

¿Y hay quien a escribir se atreve?
¡Por San Jorge! Amiga mía,
pierde la pedantería
a este siglo diez y nueve.

A todos sopla la musa
de la vanidad; y todos,
hoy de vanidad beodos,
nacemos con ciencia infusa.

La muchedumbre infatuada
no ve serena jamás
a los qiie, entre los demás,
se elevan media pulgada.

Y en sanedrín literario
grita a aquel que sobresale:
-¡A ese! ¡A ese! ¡Dale! ¡Dale!
¡Fuera el vil! ¡Fuera el plagiario!

¡Apacígüese el belén!
¡Chico pleito, por Dios trino!
¿Es tan estrecho el camino
que por él no quepan cien?

Y pues dí con el busilis
en la pregunta anterior,
y en versos de arte menor
he desfogado mi bilis;

Y pues que no dejo acceso
para el crítico nefasto,
colocándome el emplasto
antes que salga el divieso;

Basta de jaculatoria
y sigamos: yo, escribiendo:
tú, mis leyendas leyendo:
y aquí paz y después gloria.


RICARDO PALMA

Lima, Mayo de 1874