Chacarera
Un día así he visto. Un día largo, en la monotonía de su simplicidad.
- Modesta cabaña
- de barro y de caña.
Barro y caña apelotonados, presurosamente, para una estadía pasajera.
- Un chico a caballo.
- El canto de un gallo.
Fue boyero también el viejo; y el chico será lo que el padre. En cuanto al gallo, es el doméstico correspondiente del chajá lagunero.
Es de mañanita.
- La seria carreta
- de bolsas repleta.
(Dinero que vendrá de la venta, o dinero que se fue en gastos, de cosecha).
- Tirada por vieja
- boyada pareja.
Único haber fijo.
- El sol que se asoma
- por sobre una loma.
- Un pavo que se hincha.
- El zaino relincha.
Cosas de la mañana. El patio mezquino, que despierta, en la indiferencia del kilométrico rastrojo.
- Los árboles tiernos
- parecen enfermos,
- en convalescencia
- de escasa potencia.
Seis sauces, cuatro paraísos y diez duraznos, plantados hace dos años y candidatos a ser pisoteados por futuro rodeo. En espera de ese destino, son por ahora el meadero de la perrada.
- Las cuatro gallinas
- se han hecho ladinas,
- a fuerza de ayuno.
(Antes eran más, pero las comieron).
- El gallo, que es uno,
- las lleva al galpón,
- en tren de malón.
Y si las pilla el viejo, las cascotea de lo lindo, mientras disparan, atoradas de cloqueos.
- Los chanchos que hozan
- y todo destrozan,
- se bañan, con patos,
- en charcos mulatos.
Cada cual eructa a su manera, gozándose en la inmundicia.
No hay más que decir. Techo de zinc, lienzos medio podridos, troja desvencijada. En fin, fue y volverá a ser un pedazo de pampa.
Pero el mismo rancho, los mismos animales, plantas y casas, se desparraman sobre la tierra fértil del gran llano.
Son la riqueza del país.
- La seria carreta
- de bolsas repleta.
No he hecho una descripción poética; lo cual no impide que este día sea tan humano como el día de la coronación de Jorge V, rey de Inglaterra y emperador de las Indias.
«La porteña», 1915.