Compendio de Literatura Argentina: 25

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CAPÍTULO XV[editar]

LA ORATORIA DE LA REVOLUCIÓN Y DE LA INDEPENDENCIA[editar]


Mariano Moreno nació en Buenos Aires el 3 de Septiembre de 1778. Hizo sus primeros estudios en el colegio de San Cárlos, siendo uno de sus profesores fray Cayetano Rodríguez. Dotado por la naturaleza de un temperamento activo y fogoso, al que agregaba una extraordinaria perspicacia, se hizo notable desde su juventud.

Concluyó sus estudios generales á los veinte y un años y en 1799 pasó á la Universidad de Charcas, donde se doctoró en teología y leyes.

Allí empezaron á germinar en su cabeza, ideas de libertad é independencia. A su regreso á Buenos Aires, su llegada fué precedida por la fama de sus talentos en el foro, siendo nombrado al poco tiempo relator de la Audiencia y en 1809 el virrey Cisnero lo nombró su asesor privado.

Fué por este tiempo que obtuvo uno de sus más grandes triunfos con la célebre Representación de los hacendados.

Tal era Mariano Moreno cuando empezaron los grandes sucesos en que tomó parte tan activa. Realizada la Revolución, el pueblo lo nombró secretario de la junta.

Durante este período fundó la «Biblioteca Nacional de Buenos Aires» y la «Academia de Instrucción Militar».

Antes y después de su elevación al poder y su ingerencia en los asuntos políticos, muchas fueron las veces que su voz enérgica como su alma patriota, resonó en las asambleas populares para fomentar primero, y sostener después la acción emancipadora de la revolución de Mayo, cuya importancia moral y práctica fué quizás el primero en comprender. Fué uno de los motivos de su salida del gobierno el famoso decreto sobre los honores al Presidente, que es la manifestaeión más elocuente de sus ideas democráticas.

Seis días después de su renuncia fué encargado de una misión diplomática ante la corte de Londres, para donde salió á principios del año 1811, falleciendo en el viaje el 4 de Marzo. ¡Viva mi patria! fueron sus últimas palabras, y ellas sintetizan su vida.

Moreno fué el númen de la Revolución de Mayo y el apóstol de la democracia en el Plata.

Su carácter activo, emprendedor y enérgico, está bien reflejado en su corta vida pública, y es digno acreedor de las palabras del Coronel Saavedra, que cuando supo su muerte en pleno océano, exclamó:

«Tanta agua era menester para apagar tanto fuego».