Con un manso ruido
Apariencia
Con un manso ruido de agua corriente y clara cerca el Danubio una isla que pudiera ser lugar escogido para que descansara quien, como yo estó agora, no estuviera; do siempre primavera parece en la verdura sembrada de las flores; hacen los ruiseñores renovar el placer o la tristura con sus blandas querellas, que nunca, día ni noche, cesan dellas, Aquí estuve yo puesto, o por mejor decillo, preso y forzado y solo en tierra ajena; bien pueden hacer esto en quien puede sufrillo y en quien él a sí mismo se condena. Tengo sola una pena, si muero desterrado y en tanta desventura: que piensen por ventura que juntos tantos males me han llevado, y sé yo bien que muero por solo aquello que morir espero. El cuerpo está en poder y en mano de quien puede hacer a su placer lo que quisiere, mas no podrá hacer que mal librado quede mientras de mí otra prenda no tuviere; Cuando ya el mal viniere y la postrera suerte, aquí me ha de hallar en el mismo lugar, que otra cosa más dura que la muerte me halla y me ha hallado, y esto sabe muy bien quien lo ha probado. No es necesario agora hablar más sin provecho, que es mi necesidad muy apretada, pues ha sido en una hora todo aquello deshecho en que toda mi vida fue gastada. Y al fin de tal jornada presumen espantarme Sepan que ya no puedo morir sino sin miedo, que aun nunca qué temer quiso dejarme la desventura mía, que el bien y el miedo me quitó en un día. Danubio, río divino, que por fieras naciones vas con tus claras ondas discurriendo, pues no hay otro camino por donde mis razones vayan fuera de aquí sino corriendo por tus aguas y siendo en ellas anegadas, si en tierra tan ajena, en la desierta arena, de alguno fueren a la fin halladas, entiérrelas siquiera porque su error se acabe en tu ribera. Aunque en el agua mueras, Canción, no has de quejarte, que yo he mirado bien lo que te toca; Menos vida tuvieras si hubiera de igualarte con otras que se me han muerto en la boca, Quién tiene culpa en esto, allá lo entenderás de mí muy presto.