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Correo de Comercio: 10 de marzo de 1810/1

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Correo de Comercio

Número 2

Del Sábado 10 de marzo de 1810


CONCLUYE LA MATERIA DEL NÚMERO ANTERIOR.


Los precios de todas las especies vendibles se arreglan por si mismos en todas partes, siguiendo en ello la regla de la demanda efectiva, ó lo que es lo mismo, según la mayor ó menor copia de compradores; y como fruto alguno se arregla por si mismo mas fácil y exactamente que el oro y la plata, por ser de mas fácil trasporte á los mercados, á causa de su poco volumen y de su gran valor, es indudable, que seria inmediatamente trasportado de una plaza á otra, luego que por su abundancia en la una abaratase, y encareciese por su escasez en la otra.

Quando la cantidad de plata y oro que se introduce en algún país, mediante el comercio, exceda en algo á la demanda efectiva, es inevitable su exportación; porque el interés del hombre siempre activo calculando en su favor, corta fácilmente toda traba y obstáculo. Quando los frugales y rígidos Espartanos tuvieron con que comprar estos metales, es decir, quando tuvieron frutos sobrantes que dar en cambio de ellos, rompieron todas las ballas opuestas á su utilidad. La Inglaterra no pudo embarazar la negociación del the con la compañía de Gotemburg y Holanda; porque los comerciantes Ingleses hallaban su interés en conducirlo por su mas acomodado precio.

A la facilidad del trasporte de estos preciosos metales, es debido sin duda el que su precio no fluctúe continuamente del mismo modo que vemos suceder en las demás especies vendibles: el precio de la plata no está en realidad exento de alguna variación, pero sus oscilaciones son más lentas, graduales, y uniformes; y para que se experimentase una variación considerable, seria preciso que descubiertas nuevas y abundantes minas, se agolpase tanta copia de ella en los mercados, que rompiese el equilibrio que conserva con el resto de las otras producciones; pero á excepción de este caso, que para los pocos meditadores seria muy favorable, no hay motivo alguno de temer, que sus pequeñas y lentas alteraciones puedan influir de un modo desventajoso en el comercio de ningún país, y mucho menos en su riqueza real, que de modo alguno se halla dependiente de estas vicisitudes momentáneas. ¿Es alguna otra cosa la plata que un signo de convención? ¿Se há adoptado en la sociedad, acaso por otro principio que por el de dar mayor facilidad al cambio y la permuta? Seguramente no ha tenido otro origen que este; y debemos estar íntimamente convencidos que no teniendo otro uso alguno, á excepción de la poca que se emplea en las manufacturas, y en otros utencilios que ha inventado la comodidad y el luxo, jamás faltará el numerario preciso para su circulación á ningún país, que teniendo varias otras producciones, indispensablemente necesarias al consumo y uso de otros pueblos, dará en cambio estos por aquella; con la notable ventaja, que la provincia que abunda en frutos naturales, é indispensablemente necesarios á la subsistencia, si le faltase alguna vez el numerario preciso para facilitar sus compras, podrá usar del crédito, echará mano del cambio y las permutas de unos frutos por otros, ó adoptará el papel moneda, que en muchos casos, siendo bien arreglado, no solo le servirá del menor inconveniente, sino mas bien de conocidas ventajas; quando al que le falten los materiales necesarios para el sosten é incremento de sus fabricas, verá paralizada su industria, y perecer por el hambre á sus habitadores, si le escasean del todo los frutos necesarios á su natural consumo.


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