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Correo de Comercio: 21 de abril de 1810/1

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Correo de Comercio

Número 8

Del Sábado 21 de abril de 1810

INDUSTRIA.

Que pocos pasos hemos dado hacia el manantial inagotable de la Industria, y esos con tantos errores y defectos que casi podríamos asegurar que no teniamos ninguna, á no tomar en oda su extensión el significado de la palabra que comprehende todo trabajo de la mano del hombre.

Dexaremos para otra ocasión hablar de nuestras manufacturas y fábricas, y trataremos del estado de las artes y oficios que nos son mas precisos; porque su exigencia es momentánea, y es de necesidad que nos valgamos de ellos para nuestros usos, conforme al espíritu de la voluntad soberana que quiere haya este medio mas de subsistencia para los súbditos, á quienes su genio conduzca á tan útiles y honrosas ocupaciones.

No parece que las artes y oficios entre nosotros traigan su origen de nuestra España, en donde florecieron, precisamente, en los primeros tiempos de estos establecimientos, sino que la necesidad los haya hecho inventar, según la impericia con que se executan, y la ignorancia crasa en que están nuestros Artitas y Menestrales aun de las reglas mas precisas y necesarias; de modo que podríamos francamente decir que nos hallamos á los principios de la invención.

Estamos persuadidos de que no se creerá exagerada esta preposición con solo fixar la vista en las obras que tenemos executadas por nuestros Artistas, si se exceptúan algunas que debemos á los trabajos de los hombres de principios, que por fortuna han venido á este suelo, y han tenido la de que se haya dexado á su arbitrio la dirección y execucion del pensamiento, que son muy pocas; porque no estando creado el gusto, se han visto obligados para subsistir á obtemperar con las ideas no formadas, ó extragadas.

Por lo que respecta á los Menestrales, nada es mas común que experimentar todos nosotros los defectos de su ignorancia con grande sacrificio de nuestros fondos, y las incomodidades personales que sufrimos: no creemos, pues, que sea necesario buscar otras pruebas, para convencernos que nuestra industria en quanto á artes y oficios está en la cuna, y lo peor es, con ánimo de vivir á expensas de la Madre, sin ocuparse jamás en adelantar por sí.

Se hace esto increíble quando observamos la protección tan extendida que han dispensado nuestros Soberanos particularmente á estos ramos de la necesidad y felicidad pública: la entrada á las Americas estaba prohibida á los Extrangeros con graves penas; pero son ellos Artistas ó Menestrales, las puertas están abiertas, y los goces de los derechos de un Nacional son también para su participación.

Pero si fixamos la consideración, encontraremos que ni esos medios, ni la exclusiva que tienen por las reales disposiciones, ni la que les da la necesidad urgente, son bastantes para sacarlas de la ignorancia en que yacen, si antes no se toman otras medidas para llevarlas por la senda recta y no dexarlas caminar al antojo y capricho, sin principio ni regla fixa.

Estamos en el pie de que se le pone á un cualquiera establecer un taller, y llamarse Maestro: nadie indaga quales son los conocimientos que tiene en el arte, ú oficio que quiere exercer, él se establece, y véase ya un individuo destinado á perjudicar al público con sus yerros continuados y á llevar adelante la falta de los principios de su ocupación.

Tanta es la libertad que hay en esto, que no bien un joven ha visto practicar algunos modos groseros del arte ú oficio que ha querido emprehender, de suyo se eleva al primer grado; siguiendo, en verdad, las huellas de los que le precedieron, que á poco mas ó menos, acaso no han tenido otros principios para constituirse en Maestros, en unos países en que la necesidad obliga á echar mano de todo para suplirse.

Ciertamente es tiempo ya para evitar estos males, de que se pensase en la formación de gremios, dándoles reglamentos adeqüados á nuestras circunstancias, libres de los defectos que se han notado, y procurando enmendar por los Gobiernos ilustrados, y singularmente por el nuestro para que esta clase de ciudadanos reporte ventajas, y no menos contribuya á las del Estado: asi se cortarían los abusos introducidos, las artes y oficios progresarían, y prevendríamos los graves inconvenientes que estamos experimentando por la libertad ilimitada, ó mas bien diremos, el abuso con que se procede en materia de tanta consecuencia.

No diremos quanto importaría una escuela de dibuxo donde se enseñase éste con principios sólidos, y conforme á las artes y oficios, para que viésemos con una celeridad increíble el paso rapido de lo erroneo á lo verdadero; porque esto está al alcance de quien tiene la facultad de raciocinar, y haya oido solo una vez de que es el fundamento para la perfección de todas las obras de la mano del hombre.

Pero no podemos escusarnos de apuntar algunos medios de interin, para mejorar en parte el estado deplorable de nuestras artes y oficios ya que se aprehenden por pura práctica, y que de ningún modo traen costo á la sociedad.

Tal es entre otros obligar á los Maestros á que hayan de tener, indispensablemente uno, ó dos muchachos á quien, ó quienes deberán enseñar el arte ú oficio que exercen: esto no es, en manera alguna, violento ni perjudicial: al contrario está en razón el que de algún modo retribuyan los beneficios que deben á la sociedad, y consiguen al mismo tiempo la utilidad, asi en el servicio inmediato que pueden reportar de los muchachos, como en las obras que executa- rán uno, ó dos años antes de salir de su poder.

¿Como se puede ver con indiferencia, que venga un Extrangero, establezca su taller, permanezca entre nosotros gozando de todas nuestras ventajas, y adquiriendo riquezas, por el espacio acaso de muchos años, y luego se regrese á su pais, sin habernos dexado un solo individuo de los nuestros á quien haya enseñado su arte ú oficio con perfección? Pues esto ha sucedido, y es tan constante que, aun ahora mismo, sucede, que, no nos juzgamos en precision de probarlo.

A lo mas que se ha extendido inmediatamente que han tenido algunos principios, es á hacerse de esclavos, á quienes enseñan groserisimamente, quanto baste á evadirse de tener que pagar salarios, y ni siquiera dejan estos tristes recursos á nuestras familias infelices, á quienes también arredran por ese medio de ocupaciones tan honestas, no obstante los precios enormes porque trabajan, y para los quales no se hallará una razón, por mas que se quiera indagar.

Es verdad que á este poco espíritu de gratitud en muchos Extrangeros y a la falta de patriotismo en muchos Nacionales se ha agregado el abuso reprehensible de los Padres en sacar á sus hijos de los talleres en que aprehendían, sin respeto a los contratos con los Maestros. Los hijos puestos á la enseñanza de alguna ocupación útil á ellos, y al Estado, no deben estar al antojo de los Padres, y si baxo las miras de la Patria, que está en obligación de celar, no solo en que se les den las lecciones con que hayan de adquirir su subsistencia, sino también de que la conducta de los Maestros, no corrompa sus costumbres, y lexos de eso, les sirva de modelo para su vida ulterior.

Véase aqui otro medio de mejorar las artes y oficios: supuesto que los maestros sepan su deber, obligar á los padres á que se desprendan de sus hijos para su enseñanza, y no permitirles que tengan lugar á reclamarnos hasta que hayan dado sus exámenes competentes, en que manifiesten estar impuestos del arte ú oficio á que se ha destinado; quedando á su cuidado el observar la atención de los Maestros á ellos, tanto en la ocupación, como en su conducta, para avisar con oportunidad á las Justicias, en caso que no corresponda á encargo tan sagrado: en una palabra, la Autoridad debe intervenir para sacar al hijo del lado del Maestro, aun quando se conozca que no es á proposito para el trabajo á que se le dedicó.

Concluiremos con hacer una observación sobre lo que tal vez ha influido mucho en el miserable estado de nuestras artes y oficios: hasta ahora se les ha presentado un estimulo poderoso á los Artistas y Menestrales para interesar su amor propio, qual seria el inducirlos á poner a la vista del público sus obras, y distinguir con premios honoríficos á los que sobresaliesen en sus respectivas ocupaciones, después de recibir los votos de los inteligentes entre ellos mismos, á presencia de las autoridades mas elevadas de estas provincias.

Se sabe quanto ha valido este arbitrio para los progresos de las artes y oficios en todos los payses cultos; y nuestro sabio Español, el Excmo. Conde de Campomanes, patricio distinguido por sus virtudes, por sus talentos, por el desempeño de los graves encargos que obtuvo en la Monarquía, y por quanto promovió la industria de nuestra digna nación, lo aconsejó en sus escritos acerca de la industria popular del modo mas eficaz, y conveniente.

No perdamos de vista este consejo sabio, que el solo es muy suficiente para hacer variar el aspecto de nuestras artes y oficios y poner en valor esta fuente de la riqueza real del Estado: á caso en ningún pays del mundo puede obrar efectos tan saludables como en estos, donde la distinción, y el honor son agentes más poderosos para estimular el corazón del hombre, que los intereses convencionales. Remitido.



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