Crónica internacional del 21 de octubre de 1932
Al inaugurar esta sección, en la que procuraremos reflejar, de viernes a viernes, los movimientos principales de la política internacional, y especialmente la europea, forzoso nos es trazar un rápido bosquejo de la situación general en el momento presente.
Por lo que se refiere a Rusia, preocupación máxima del instante, el fracaso del plan quinquenal económico ha sido tan absoluto como el éxito de ese mismo plan.
Más claro. Consistiendo éste en la racionalización de la industria y la agricultura de aquél país, para abaratar la producción y sostener el dumping o competencia ruinosa con el resto del mundo, en el momento en que tal abaratamiento se logró quedaron sobrantes infinidad de personas en campos y talleres que engrosaron fabulosamonte la legión de los hambrientos.
Y ante esto no quedan más que dos caminos: mantenerlos o matarlos. Si se hace lo primero, las economías del dumping se pierden en la manutención y la producción se recarga. Si se les deja morir a los hamhrientos, éstos, lanzados por la desesperación, promoverán cada día más disturbios hasta que derriben a los gobernantes de la república soviética.
Para evitar este final y el fracaso definitivo del sovietismo, gasta el gobierno ruso sus últimas monedas en atizar en todo el mundo la agitación bolchevique, teniendo más furia sus redoblados esfuerzos en España, Chile, China y Méjico. De la revolución social universal esperan sin duda su única salvación.
En cuanto a Alemania, donde también el comunismo aprieta con grave peligro para el régimen burgués, ha surgido una poderosa fuerza nacional —el hitlerismo— que amenaza conseguir la hegemonía para en breve.
La restauración monárquica es menos inmediata de lo que algunos suponen o quieren hacer ver: pero lo inminente es la pérdida absoluta de su influencia que actualmente ejercen en aquel país los elementos liberales controlados por la banca judía y por la masonería, que son, en rigor, una misma cosa.
Triunfe Hitler con su fascismo, los comunistas o la dictadura monarquizante de von Papen, los citados elementos judaico - masónicos perderán su hegemonía.
Si a esto se añade el afán expansionista de la Italia de Mussolini —contraria, asimismo, a los partidos influenciados por las sociedades secretas—, veremos claramente que Europa cuenta un frente antisemítico y antiliberal como hace muchos lustros no se había formado.
A este frente hay que unir necesariamente Austria y Hungría, la primera de las cuales está asfixiada por los Estados satélites que creó el Tratado de Saint Germain, y la segunda, además, tiene que resolver su cuestión dinástica —Hungría no ha sido nunca República, sino una Monarquía regentada interinamente— poniendo en el trono de San Esteban al Archiduque Otto de Hapsburgo, sobrino segundo de nuestro Don Jaime.
Ante este bloque, los Estados masónicos y controlados por la alta banca judía de París han de estar justamente inquietos, máxime después de vista la indiferencia de Inglaterra y de los Estados Unidos para hacer frente a la doble amenaza fascista y comunista.
Se comprende, pues, perfectamente, la nerviosidad del político galo Mr. Herriot y el propósito, quizá surgido en ciertas esferas, de hacer entrar a la joven República española en la órbita de defensa francesa, sino con una cooperación técnica y metálica, dados el atraso de nuestra organización militar y nuestra penuria económica, por lo menos como suministradores de material humano, a modo de colonia de Africa o como pueblo protegido de gente de color.
A fuer de enemigos leales no suponemos en nuestro Gobierno —que, aparte del abismo ideológico que del mismo nos separa, en estas graves cuestiones es siempre para nosotros el Gobierno de España—, ninguna posición favorable a tales pensamientos que cierta prensa apunta y que pueden haberse tenido en determinados sectores internacionales. Antes bien creemos que, aparte su gestión anterior, patriotas por encima de todo en lo exterior, huirán de compromisos y orientaciones que encontrarían la unánime repulsa del pueblo español, tanto en la derecha como en la izquierda.
Y hasta la semana que viene.
Juan de Toreno Liras
Fuente
[editar]- El Cruzado Español (21 de octubre de 1932): «Crónica internacional». Página 4.