Cristina
Canción epitalámica
Al feliz enlace de S.M.C. Don Fernando VII con la serenísima Señora doña María Cristina de Borbón.
Al Rey nuestro Señor.
Nunca osara, Señor, la Musa mía
Al eco unir del general aplauso
Los ecos de un aliento que se apaga
Por la desgracia y por la edad cansado.
Ved cómo yace envuelta en largo olvido
Mi inútil lira: trémula la mano
Va sus cuerdas a herir, y a hallar no acierta
Su antigua resonancia y su entusiasmo.
Otra fuerza, otra voz, otra armonía
Pide al cantarse el venturoso lazo
En que Vos afirmáis vuestra ventura,
Y también su esperanza el orbe Hispano:
Y a ensalzar dignamente de Cristina
La florida hermosura, el dulce encanto
Y la índole celeste, aun no bastara
A Píndaro su voz, la suya a Horacio.
Mi timidez iguala a mi respeto:
Pero Vos lo queréis; y a quien los hados
Quisieron siempre defender propicios
Y en la alta cuna del poder sentaron,
¿Cómo un flaco mortal, que sin su escudo
Juguete fuera del rencor contrario
Este esfuerzo, aunque débil, negaría
Sin riesgo al fin de parecer ingrato?
¡Ah! no: suene mi voz, los aires rompa
Y aunque ronca y cansada, el holocausto
Haga de su temor ante las aras
Del refulgente Sol que ya adoramos.
Quizá aquel fuego que a mi Musa un día
Pudo animar en sus mejores años,
De sus yertas cenizas sacudido
Vuelva a encenderse a tan hermosos rayos.
Otros la cantarán con más fortuna,
Con talento mayor; y hasta los astros
Alzar conseguirán su ínclito nombre
En las alas del Genio arrebatados.
En mí supla al talento el buen deseo,
Y estos rudos acentos de mi labio
Que van de vuestra Esposa al regio oído,
Hallen, Señor, si no alabanza, agrado.
Señor
A L. R. P. de V. M.
Manuel José Quintana.