De la timidez natural de los hombres
Apariencia
¡A cuánto susto el cielo te condena, oh género mortal, flaco y cuitado! Se espantan unos en el mar salado y tiembla otros cuando Jove truena. Otros si el eco del león resuena, otros cuando el magnate está irritado, otros cuando en la cárcel han pasado días y noches tristes con cadena. Yo sólo discurrí no temblaría al trueno, ni al león, ni al poderoso, ni a la prisión, ni a todo el orbe entero. Mas se engañó mi débil fantasía: el rostro de mi Filis desdeñoso me cubre de terror, temblando muero.