Diario Oficial de El Salvador/Tomo 18/Número 148
NUM. 148
San Salvador, Viernes 26 de Junio de 1885.Sección Oficial
[editar]Manifiesto dirigido a los salvadoreños por el General don Francisco Menéndez, Presidente Provisional de la República
[editar]Inspirado en el noble deseo, latente en el pueblo salvadoreño, de librar á nuestra patria de la afrentosa tiranía del Doctor Zaldívar, durante nueve años, he reprobado aquel funesto gobierno con hechos manifiestos hasta que me fué dable ponerme al frente del movimiento insurreccional que el 10 de Mayo desconoció en Chalchuapa al arbitrario é ilegítimo gobernante, que deja en pos de sí ruinas y desolación para la República.
No debo extenderme en consideraciones que están en la conciencia de todos, cualquiera que sea su color político. El desconocimiento de la autoridad inconstitucional y opresiva del Doctor Zaldívar, verificada en Chalchuapa por un puñado de valientes que se propusieron liberar á su país, halló un éco de simpatía que resonó del uno al otro extremo de la Nación, enardeciendo á aquellos corazones que parecían adormecidos, á aquellos hijos del pueblo que parecían condenados á perpetua servidumbre, y el Pueblo todo ha correspondido oportuna y voluntariamente á la voz de alarma que se escuchó en Occidente, y que fué como el despertar del Leon aletargado que luchaba por romper sus cadenas.
La insurrección popular contra los usurpadores del poder, contra los tiranos de los pueblos, es el derecho mas sagrado que ejercer pueden los ciudadanos. Conculcado el derecho, desconocida la propiedad, perseguida la honra, convertida la política en ruín medro, y en satisfacción de goces sensuales y venganzas personales é inícuas, parecía que el Salvador estaba condenado á sobrellevar con pasiva resignación la pesada é ignominiosa tutela del triano.
No bastaron las manifestaciones populares, las indicaciones francas del patriotismo, el desinterés y abnegación de los hombres que se mantuvieron firmes en sus ideales de justicia y libertad, para hacer que el mandatario salvadoreño se apartase de la pendiente resbaladiza en que se colocó, al romper la Constitución política, dando el golpe de gracia al principio de alternabilidad y conduciendo la Nación á su completa ruina, al querer aniquilar las fuentes de producción y nulificar su crédito.
Un sistema tal de cosas solo podía concebirse por una aberración inesplicable, pues el pueblo salvadoreño jamás había prestado su asentimiento á los usurpadores, sino que, al contrario, reprobaba, cuando no en silencio en conspiraciones bien pronto delatadas, aquel sistema terrorista que se impuso con todo género de depresiones y calamidades.
Pero la actitud que asumió el pueblo salvadoreño al observar los primeros movimientos del Ejército Libertador, fué resuelta y abnegada. Santa Ana fué el teatro de nuestros primeros triunfos, y allí tomó creces la falanje revolucionaria que contaba entre sus glorias los memorables hechos de armas del Bejuco, Atiquizaya, Armenia y Cojutepeque. Posteriormente alcanzamos mayores ventajas; el General Rivas se apoderó de Cojutepeque y nulificó todos los elementos que allí habían aumentado los sucesores de Zaldívar, coronando sus victorias con la derrota completa de los soldados nicaragüenses que por el Oriente vinieron á apoyar al vacilante gobierno usurpador. Asediada la plaza de Ahuachapán y triunfantes en Apaneca nuestras tropas, pudo pactarse la evacuación de aquella plaza y la ocupación de ella por nuestras fuerzas. A esto se agregó la desocupación de la plaza de Coatepeque, según convenio estipulado entre sus jefes y el gobierno revolucionario; todo lo cual unido á las manifestaciones de la opinión pública y al buen sentido de los pueblos que al unísono esperaban el triunfo de la Revolución, adhiriéndose en todo á ella con auxilios de gente y de re cursos y con pronunciamientos voluntarios, todo esto decidió sin duda el General Figueroa á depositar el mando en el tercer Desigando don José Rosales, quien, por medio de un pacto honroso entre ambos contendientes, reconoció como legítimo y emanado de la voluntad popular, el Gobierno Provisional que presido, y que ha empezado á funcionar con aquiescencia de todos los salvadoreños honrados, que vén en el triunfo de la Revolución libertadora, nó el empeño de satisfacer intereses personales ni el de ejercer venganzas insensatas é injustas.
La Revolución que he tenido la honra de acaudillar ha contado en sus fulas á reputados y valientes Jefes del Ejército, á los hombres prominentes del país por su influencia, por su capital y por sus luces; ha tenido la aceptación de los pueblos todos que pedían entusiasmados el cambio de sistema en mala hora implantado por el Doctor Zaldívar.
Los pueblos ven en esta Revolución no solamente un cambio en el personal del gobierno, sino también la total transformación del país por las vías del orden y de la legalidad republicana, únicas bases en que pueden descansar las instituciones democráticas.
Nuestro país iba caminando paso á paso á la estagnación y hasta al aniquilamiento. Deben todos sus buenos hijos trabajar por su buen crédito y engrandecimiento, prestando su contingente en la obra difícil y fecunda de nuestra regeneración política y social. Los hombre de sanas intenciones y reconocido patriotismo están llamados á trabajar en esta labor incansable de mejorar la condición de la República, emprendiendo una tarea de reparación y de cordura para obtener la organización de un gobierno netamente republicano, á efecto de que cese para siempre el reinado de los abusos y escándalos con que se han falseado las instituciones y se ha comprimido la voluntad popular, única norma de los gobiernos honrados.
No desconozco la responsabilidad que contraigo con mi patria al ponerme al frente de sus destinos; pero ayudado como estoy por hombres de patriotismo acrisolado, claro entendimiento y sano corazón, creo que con el concurso de los buenos ciudadanos y mediante las inspiraciones de la opinión nacional, podremos todos á la sombra de una paz bienhechora labrar la dicha del suelo que nos vió nacer.
Mis propósitos son los de que el país se constituya conforme á sus legítimas aspiraciones: que una Asamblea Constituyente emanada del seno del pueblo por medio de elecciones libre, organice el país de la manera mas adaptable á la política progresista y liberal que domina en toda Nación adelantada y próspera; y que esa Constitución sea la salvaguardia de los derechos del ciudadano y el sostén de la libertad y el orden público.
Organizar la Hacienda que ha quedado en la mas completa bancarrota después de los derroches que han asombrado áun á los mas indiferentes, y establecer prudentes economías en el servicio público, no distrayendo las rentas de sus fines ordinarios.
Establecer bajo una buena base la instrucción popular como medio de adelanto positivo; sin el cual es ineficaz y hasta imposible la adquisición de costumbres republicanas.
Garantía eficaz á la propiedad, protección á las industrias y artes especialmente á la agricultura, fuente primordial de nuestra riqueza;
Libertad de prensa y de la palabra en todas sus manifestaciones; libertad electoral como representación genuina de la voluntad popular;
Respeto inviolable á los derechos todos del ciudadano, como fundamento de toda organización republicana.
Abolición de torturas, penas infamantes, según lo ha practicado desde sus comienzos el Gobierno revolucionario.
Independencia del municipio y de los Poderes Legislativo y Judicial; y todo aquello que conduzca á hacer mas grandes, fructuosos y humanitarios los fines de la revolución libertadora.
Simple administrador de los negocios públicos y nó dueño, mi guía será la opinión pública, y el Gobierno provisional mantendrá bajo la base de la fraternidad mas estrecha y de la estricta franqueza, las cordiales relaciones que existir deben entre el Salvador y sus hermanas del resto de Centro-América, así como con los demás países de Europa y América.
Tales son los principios que proclamo, que son los de la Revolución que me ha designado su Jefe: ellos serán mi norma en el gobierno provisional; y al constituirse el país y entregar al elegido de los pueblos el sagrado depósito que éstos me han confiado, espero tener la satisfacción de haber obrado con arreglo á mis principios y arraigadas convicciones, y de haberme inspirado en los deseos y aspiraciones del pueblo salvadoreño.
Difícil, por demás difícil es la tarea que el gobierno se impone en estas circunstancias en que se efectúa una rápida transición de un sistema de ilegalidad y desorden, á un sistema de justicia y órden; hay que contener las impaciencias de los unos, las inquietudes de los otros, y luchar contra lso obstáculos que nos opongan aquellos que, bien hallados con el sistema funesto ahogado por el pueblo en su último movimietno insurreccional, querrán aún volver al oprobioso régimen de los nuevos años, después de los cuales cae, con harapientos ropajes, maldecida la tiranía del doctor Zaldívar.
Seamos, pues, grandes en estos momentos de organización y de reparadora labor, así como lo hemos sido en los peligros, arrastrándolo todo por salvar incólume la honra y dignidad nacional. Estos, asi como los del bienestar común y del engrandecimiento patrio, son los más fervientes deseos de vuestro conciudadano y amigo.
San Salvador, 26 de Junio de 1885.
Ministerio de Relaciones Exteriores
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Ministerio de Hacienda
[editar]Ministerio de la Guerra
[editar]Reproducción de disposiciones dictadas por el Gobierno provisional
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No Oficial
[editar]La Municipalidad y personas principales de San Martín celebraron el 23 del mes corriente una acta reconociendo el Gobierno Provisional que actualmente ejerce el General don Francisco Menéndez.
Los barrios de esta capital han ocurrido á la casa presidencial á cumplimentar al ciudadano Presidente de la República, ofreciéndole su adhesión. El ciudadano Presidente ha contestado á estas felicitaciones en términos expresivos.
Los doctores don Rafael Ayala, don Balbino Rivas y don Baltasar Estupinián, salieron el dia de hoy de esta capital, con dirección á los departamentos de Oriente de la República, á desempeñar una comisión de Gobierno encaminada al restablecimiento definitivo del orden.