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Diario Oficial de El Salvador/Tomo 74/Número 37

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página 281


REPUBLICA DE EL SALVADOR.—AMERICA CENTRAL.281

DIARIO OFICIAL


Tomo 74San Salvador, jueves 13 de febrero de 1913Num. 37


Sección Oficial

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SECCIÓN OFICIAL

Poder Ejecutivo

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PODER EJECUTIVO

SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES

Palacio Nacional:
San Salvador, 13 de febrero de 1913.

Manifestando el señor Ministro de Relaciones Exteriores y Justicia, doctor don Manuel Castro Ramírez, la necesidad que hay de designar la persona que deba desempeñar la Subsecretaría de Estado en dichos Ramos, el Poder Ejecutivo acuerda: nombrar para el ejercicio de dichos cargos, al señor doctor don Reyes Arrieta Rossi, quien reune las cualidades necesarias para el desempeño de esos importantes cargos.—Comuníquese.

(Rubricado por el señor Presidente).

El Ministro del Ramo,
Castro R.



SECRETARÍA DE GOBERNACIÓN

Palacio Nacional:
San Salvador, 13 de febrero de 1913.

El Poder Ejecutivo, en atención a los importantes servicios prestados por el doctor don Rafael V. Castro, como Gobernador Político de este Departamento, acuerda: no aceptar la renuncia que de dicho cargo ha presentado, y excitar su patriotismo para que continúe coadyuvando con su valioso contingente al servicio del país.—Comuníquese.

(Rubricado por el señor Presidente).

El Secretario del Ramo,
Carranza.



Palacio Nacional:
San Salvador, 13 de febrero de 1913.

Vista la renuncia presentada por el señor don Samuel C. Dawson, como Director General de Correos, el Poder Ejecutivo, estando satisfecho de los servicios que ha prestado al país, acuerda: no admitir dicha renuncia y excitarlo para que continúe en el desempeño del mencionado cargo.—Comuníquese.

(Rubricado por el señor Presidente).

El Secretario del Ramo,
Carranza.



SECRETARÍA DE HACIENDA

Palacio Nacional:
San Salvador, 13 de febrero de 1913.

A propuesta del Administrador de Rentas respectivo, el Poder Ejecutivo acuerda: nombrar escribiente de la Administración de Rentas del Departamento de Ahuachapán, a don Miguel Salinas Duarte, en lugar de don Arturo G. Avilés, que abandonó el empleo. El nombrado gozará del sueldo de ley desde el primero del corriente, fecha en que comenzó a ejercer sus funciones.—Comuníquese.

(Rubricado por el señor Presidente).

El Subsecretario del Ramo,
Iraheta



Sección Editorial

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SECCIÓN EDITORIAL

Los funerales del ilustre Presidente doctor Manuel Enrique Araujo

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Los funerales del ilustre
Presidente doctor
Manuel Enrique Araujo

Ayer, a las once y media de la mañana, se verificó el enterramiento de los restos mortales del exímio Presidente de la República Dr. don Manuel Enrique Araujo, de acuerdo en un todo con las disposiciones oficiales dictadas oportunamente.

El seno de la madre tierra ha recibido amorosamente los despojos de quien, no hace muchos días, colmaba con las vibraciones de su potente intelecto, toda la vida pública de la Nación.

San Salvador entero se apresuró a contemplar o a engrosar el solemne cortejo de cuantos acompañaban al muerto insigne a la morada del eterno reposo; al sagrado del último descanso!

La ciudad entera se asoció de la manera más expresiva y espontánea al duelo intensísimo que aflije a la República de El Salvador.

Esa inmensa y conmovedora manifestación, es índice manifiesto de los muchos y tumultuosos sentimientos que ajitan honda y pavorosamente el espíritu público.

Ha sido, sobre todo, esa exteriorización del sentir del público, el reconocimiento palpable, tangible, de cuán grande e irreparable es la pérdida que el país ha experimentado, al cerrar sus ojos a la luz de la vida, el inolvidable Presidente Dr. Araujo.

Araujo era hoy, en la política salvadoreña, el hombre extraordinario, que rompiendo con los tradicionales y rutinarios métodos de gobierno, orientaba a la República a su incorporación al espíritu moderno de las avanzadas democracias; era el fanal multipotente, que nos encaminaba por transiciones evolutivas a la tierra de promisión del bienestar y la libertad!

San Salvador expresaba, además, con esa actitud, la íntima, la profunda, la fervorosa excecración del crimen; y el vituperio de los odios irracionales y pasiones insanas y viles, que lo consumaron, y que privaron a la Patria de uno de sus hijos predilectos.

El duelo del paìs, al propio tiempo que enaltece y glorifica la noble y gigantea figura del egregio Gobernante doctor Araujo, sublimada por la tragedia horrenda de su muerte, ha protestado ostensiblemente contra el crimen político y sus bestialidades nefandas.

Ese desfile imponente de todo el pueblo capitalino, en este caso intérprete fidelísimo de la conciencia nacional, es una muestra palmaria de la repulsión que ha producido el crímen del cuatro del corriente en todas las gerarquías de la Nación.

El fallecimiento del patricio Dr. Araujo, sacrificado de manera cruel a odios políticos feroces, no por sus brillantes condiciones personales, inspiradores de cordialísima y general simpatía, sino por el alto cargo de que se hallaba investido, ha sido indudablemente el holocausto de una vida ejemplarísima en aras de anhelos altruistas, en pro del engrandecimiento y la felicidad de la Patria; el sacrificio de su cara existencia, ha sido en fin un tributo rendido a la sociedad, salvadoreña, por un hombre puro, patriota, filántropo, empapado en los principios genuinos de la más alta ciudadanía.

A la indignación tremenda que inspiró el crímen en los últimos días, sucederá muy pronto el sentimiento del vacío que la pérdida del hombre preclaro produjo a la República.

A medida que trascurran los días, aquella vida intensa cuya prodigiosa actividad no conoció séptimo día en la consecución de la felicidad del país, ganará en brillo y amor en el corazón de los hombres [...] tiempos pósteros página 282 bendecirán su limpio nombre, como el de un enviado a quien no fué posible comprender en sus propensiones siempre nobles y generosas.

El nombre del Dr. Araujo ya pertenece a la Historia. Ante el Tribunal augusto de ella como parecerá el patricio glorioso reclamado por sus altas virtudes y su sacrificio un lugar prominente entre los más grandes varones dignos de la inmortalidad.

El sector de luz abierto en la vida pública del Salvador, por el eminente estadista Dr. Araujo, ha apagado sus fulgores para siempre, y el organo del Gobierno al consignar estos breves juicios, deplora una vez más el desaparecimiento del ilustre Presidente Dr. Araujo, y hace los votos más fervientes porque su honorable y apesarada familia, tenga espíritu fuerte para resistir con resignación cristiana este dolor profundo que también abruma, y de manera intensísima a la Patria salvadoreña.