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Discurso: 2 de diciembre de 2006

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Buenos días. Acabo de volver esta semana de una visita al Medio Oriente. Durante mi viaje, me reuní con el Primer Ministro Maliki de Iraq para hablar sobre maneras en que podemos mejorar la situación en el terreno en su país y ayudar a los iraquíes a forjar una democracia perdurable.

Mi reunión con el Primer Ministro Maliki fue nuestra tercera desde que asumió el mando hace seis meses. Con cada reunión, lo conozco mejor y quedo más impresionado con su deseo de tomar las decisiones difíciles que llevarán a su país por mejor sendero.

Durante nuestra reunión, le dije al Primer Ministro que Estados Unidos está preparado a hacer cambios para apoyar de mejor manera al gobierno de unidad de Iraq, y que varios principios básicos guiarán nuestros esfuerzos:

En primer lugar, el éxito del gobierno del Primer Ministro Maliki es crucial para el éxito en Iraq. Su gobierno de unidad fue escogido en elecciones libres, en las que casi 12 millones de iraquíes votaron en respaldo de la democracia. Nuestro objetivo en Iraq es fortalecer su gobierno democrático y ayudar a los líderes de Iraq a desarrollar un país libre que puede gobernarse, sostenerse y defenderse, y que es un aliado en la guerra contra el terrorismo.

En segundo lugar, el éxito del gobierno de Iraq depende del éxito de las Fuerzas de Seguridad de Iraq. La capacitación de las Fuerzas de Seguridad de Iraq ha sido constante. No obstante, los dos concordamos en que necesitamos hacer más y necesitamos hacerlo más rápido. El Primer Ministro quiere mostrarle al pueblo que lo eligió que está dispuesto a tomar las decisiones difíciles que son necesarias para proporcionar seguridad. Para hacerlo, necesita bajo su control una fuerza iraquí más numerosa y capaz, y las necesita pronto. Al contribuir a que los líderes electos de Iraq obtengan las fuerzas iraquíes que necesitan, ayudaremos al gobierno democrático de Iraq a volverse más eficaz para combatir a los terroristas y otros extremistas violentos, y proporcionar seguridad y estabilidad, particularmente en Bagdad.

En tercer lugar, el éxito en Iraq requiere instituciones sólidas que resistan el paso del tiempo y las dificultades. Nuestro objetivo en Iraq es ayudar al Primer Ministro Maliki a forjar un país unido, donde la ley impera y los derechos de las minorías se respetan. El Primer Ministro dejó en claro que seccionar su país no es lo que el pueblo de Iraq desea, y que cualquier división de Iraq resultaría en mayor violencia sectaria. La seguridad en Iraq requiere acción sostenida por las Fuerzas de Seguridad de Iraq. Sin embargo, a largo plazo, la seguridad en Iraq depende de la reconciliación entre las diversas comunidades étnicas y religiosas de Iraq, y el Primer Ministro ha dedicado a su gobierno a lograr ese objetivo.

El Primer Ministro y yo también hablamos sobre el análisis a punto de concluirse de la estrategia de Estados Unidos en Iraq. Como parte de este análisis, les he pedido a nuestros líderes militares en el Pentágono y a aquéllos en el terreno en Iraq que hagan sus recomendaciones sobre el mejor camino a seguir. Un panel bipartidista encabezado por el ex secretario de Estado James Baker y el ex congresista Lee Hamilton también hace un análisis, y espero con interés recibir su informe la próxima semana. Deseo escuchar todo consejo antes de tomar cualquier decisión sobre ajustes en nuestra estrategia en Iraq.

Reconozco que la violencia reciente en Iraq ha sido inquietante, y muchos en nuestro país se preguntan sobre el camino a seguir. La labor por delante no será fácil. Pero al ayudar al Primer Ministro Maliki a fortalecer las instituciones democráticas de Iraq y promover la reconciliación nacional, nuestros líderes militares y diplomáticos pueden contribuir a llevar a Iraq por buen camino hacia la libertad y democracia.

Las decisiones que tomemos en Iraq tendrán repercusiones por todo el Medio Oriente. El fracaso en Iraq envalentonaría a los extremistas que odian a Estados Unidos y no tienen mayor anhelo que ver nuestra desaparición. Les daría más poder a aquéllos que procuran socavar las jóvenes democracias en toda la región, y les daría paso libre a los extremistas para derrocar a gobiernos moderados... tomar control de países... imponer su autoridad en millones... y amenazar al pueblo estadounidense.

Nuestra nación no debe permitir que esto suceda. El éxito en Iraq requerirá que los líderes en Washington -tanto republicanos como demócratas- cooperen y lleguen a mayor consenso sobre el mejor camino a seguir. Por lo tanto, trabajaré con los líderes de ambos partidos para lograr este objetivo. Juntos, podemos ayudar a los iraquíes a construir una nación libre y democrática en el corazón del Medio Oriente... fortalecer a los moderados y reformistas en toda la región que se esfuerzan por lograr la paz... y dejarles a nuestros hijos y nietos un mundo más seguro y promisorio.

Gracias por escuchar.


Este documento pertenece al Gobierno de los Estados Unidos de América y se encuentra en dominio público.