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Discurso: 30 de diciembre de 2006

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Buenos Días.

Esta semana, al prepararnos los estadounidenses a dar la bienvenida a un nuevo año, lo hacemos con el corazón pesado y con recuerdos cariñosos de nuestro trigésimo octavo Presidente, Gerald R. Ford. Nos acongoja el fallecimiento de un líder valiente… un verdadero caballero… y un padre y esposo afectuoso. En nombre de todos los estadounidenses, Laura y yo enviamos nuestras oraciones y nuestro sentido pésame a la señora Ford y a toda la familia Ford.

Gerald Ford fue un gran hombre que dedicó los mejores años de su larga vida al servicio público. Luchó por su país durante la Segunda Guerra Mundial. Al volver a casa, ganó la primera de 13 elecciones al Congreso de los Estados Unidos. El pueblo de Michigan admiró su dedicación y su decencia – y así lo hicieron sus colegas miembros del Congreso. Gerald Ford llegó a ser un líder de su partido – y se hizo merecedor del respeto y la buena voluntad de todos los que tuvieron el privilegio de conocerlo.

Gerald Ford siempre creyó en la importancia de responder a la llamada del deber – y estuvo allí para la Nación cuando más lo necesitamos. En diciembre de 1973 aceptó las responsabilidades de la vice-presidencia – y en agosto del siguiente año pasó a ser Presidente de los Estados Unidos sin jamás haber buscado el cargo. La Providencia nos dio la mano firme y el liderazgo sereno de Gerald Ford durante un período de gran división y turbulencia. Guió a Estados Unidos a través de una crisis de confianza – y ayudó a nuestra Nación a curar sus heridas y a restablecer la fe en nuestro sistema de gobierno.

En sus dos años y medio como Presidente, Gerald Ford se distinguió como un hombre de integridad y dedicación abnegada. Siempre puso las necesidades de su país delante de las suyas – e hizo lo que consideró ser lo correcto, aún cuando esas decisiones fueran impopulares. Sólo años después los estadounidenses llegarían a apreciar plenamente la previsión y la sabiduría de este buen hombre. En años recientes los estadounidenses han honrado a Gerald Ford con la Medalla Presidencial de la Libertad, la Medalla de Oro del Congreso, y el Premio John F. Kennedy Profile in Courage.

En medio de todo, Gerald Ford se mantuvo leal a los valores que inicialmente lo llevaron a una vida de servicio público – y ayudó a compartir ese espíritu con una generación futura de líderes. Sirvió como mentor del Vicepresidente Dick Cheney, del ex – Secretario de Defensa Don Rumsfeld, del ex – Presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, y muchos más. Hizo salir lo mejor en los que lo rodeaban – y en toda nuestra Nación.

Hasta el final, Gerald Ford nunca perdió el espíritu que los estadounidenses llegaron a admirar tanto. Esta primavera, visité al Presidente y la Sra. Ford en su hogar de Rancho Mirage, California. A los 92 años y luchando con problemas de salud, él seguía contando bromas – y mostrando el optimismo que ayudó a dirigir a nuestra Nación durante algunas de sus horas más oscuras.

Ahora, Estados Unidos se unirá a la familia Ford en las difíciles horas y días por venir. En todo el país, se ha visto una muestra efusiva de pena y afecto por el Presidente Ford. En su honor, he ordenado el izamiento de las banderas a media asta durante 30 días. Este fin de semana el féretro con sus restos será colocado en el Capitolio de los Estados Unidos para su exhibición pública. Y el martes, Laura y yo nos uniremos a los ex – Presidentes Clinton, Bush y Carter para asistir a un funeral en la Catedral Nacional como parte de un Día de Duelo Nacional.

La vida de Gerald Ford abarcó nueve décadas y lo llevó desde los campos de fútbol de su juventud hasta los pasillos del poder en Washington D.C. En cada etapa de su trayectoria, mostró una decencia, un patriotismo y un coraje que los estadounidenses siempre admirarán. Al decir adiós al año 2006 decimos adiós a uno de los funcionarios públicos más nobles que Estados Unidos jamás ha conocido. Damos gracias por el regalo de su extraordinaria vida – por el hombre afectuoso que tocó a tantas vidas, y por el sabio Presidente que ayudó a curar a nuestra Nación.

Que Dios bendiga a Gerald R. Ford.

Gracias por escuchar.



Este documento pertenece al Gobierno de los Estados Unidos de América y se encuentra en dominio público.