Discurso Luis Donaldo Colosio Murrieta en la toma de protesta como Presidente del Partido Revolucionario Institucional PRI

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Saludo con reconocimiento y respeto a los integrantes de este Consejo Nacional que han depositado en nosotros su confianza.

Saludo a los distinguidos militantes que en sus respectivos estados encabezan la realización del proyecto político de nuestro partido: los saludo con afecto señores gobernadores.

Saludo con respeto y solidaridad partidaria a la dirigencia de ayer y de hoy - militantes de siempre - que hoy con su presencia dan singular realce a esta reunión extraordinaria del Consejo Nacional de nuestro partido.

Compañeros priístas:

Hace unos momentos, cuando ante ustedes rendí protesta, he vivido a plenitud mi libertad, porque no conozco ejercicio mayor de la libertad que la voluntaria asunción de un compromiso; y ante ustedes, hace apenas unos minutos, he contraído el compromiso más importante de mi vida.

Acepto con seriedad y con responsabilidad mi encargo. Procuraré cumplirlo al máximo de mis fuerzas, con la ayuda de ustedes y con mi pasión por mi partido.

Jorge de la Vega, como Presidente, y Manuel Camacho Solis, como Secretario General, dejan una huella en nuestra Institución Política. Sus esfuerzos se sumaron, en situaciones por demás difíciles, a los que en su momento realizaron ex presidentes que hoy nos honran con su presencia.

He de dar continuidad a la ruta que ellos trazaron. Para ello, cuento con la colaboración de uno de los priístas más probados dentro del partido, el licenciado Rafael Rodríguez Barrera, quien como alto funcionario de la federación, legislador y gobernador de su estado, siempre ha sabido identificar su acción con la ideología partidaria.

Hoy el priísmo nacional tiene claros objetivos. Hemos de tener la visión, el talento y el coraje, para convertir en hechos los tres grandes acuerdos nacionales propuestos por el Presidente Carlos Salinas de Gortari.

El Acuerdo Nacional para ampliar nuestra vida democrática recupera las nuevas exigencias de los partidos y de las organizaciones sociales, de los ciudadanos y de la comunidad entera. Vivimos un momento esencialmente político. Avanzamos hacia un nuevo equilibrio en la vida política nacional.

Esas realidades encontrarán respuesta en el fortalecimiento de la vida democrática en el partido. Han cambiado los tiempos y las formas del quehacer político, y esto, ha sucedido mediante el voto.

Al manifestarse democráticamente mediante el sufragio, la sociedad mexicana expresó políticamente su pluralidad. Nos alcanzaron los tiempos de la modernidad política. La legitimidad de los gobiernos se obtiene ahora, a través de la competencia entre partidos por el poder y el voto ciudadano.

La competencia política convierte a los partidos en los grandes mediadores entre sociedad y estado. En sus convergencias y acuerdos, pero sobre todo por sus discrepancias, ellos generan la legitimidad democrática que requiere un gobierno.

Por eso, el PRI no teme a la democracia. Siempre la ha impulsado, y lo hará decididamente en estos momentos, cruciales para México. Si nuestro partido fortalece su democracia, se democratiza México.

Estará abierto a todas las tendencias y a la discusión. Hay que abrir las puertas, discutir en voz alta, dialogar permanentemente entre nosotros. No vamos por ello a romper la unidad sino a fortalecerla. Vamos a buscar una unidad fundada en consensos reales. Es tiempo de la política. La unidad nacional será uno de sus frutos.

El PRI da la bienvenida a la competencia política. La asumimos plenamente. No nos asombra la existencia de proyectos divergentes del que nosotros postulamos. Convocamos al debate. Es una exigencia de la democracia y de la pluralidad. Respetaremos a nuestros contendientes. También, nos haremos respetar.

El PRI enfrentará sin temor los retos de la competencia y de la pluralidad. Como partido mayoritario asumimos nuestra responsabilidad en la transformación de México. Daremos sentido a la lucha por el poder y fortaleceremos la democracia electoral. Nuestro partido se pondrá a la vanguardia de la práctica política que reclaman los tiempos actuales.

Así, contribuiremos a la construcción de un orden en el cual la disidencia no se convierta en fractura social y los consensos plurales fortalezcan la unidad de la nación.

El apoyo que brindaremos al Acuerdo Nacional para la recuperación económica y la estabilidad, lo entendemos como nuestra decisión inquebrantable de luchar al lado de los obreros, campesinos y clases plurales, por la satisfacción de sus justas demandas.

El PRI reconoce que sólo puede continuar obteniendo triunfos políticos en la medida en que evite las derrotas de la economía popular.

En los hechos vamos a estar con las causas obreras; vamos a estar al lado de los campesinos en sus justos reclamos; vamos a estar con las clases medias populares a la hora de exigir justicia.

La deuda externa representa lastre y atadura para el desarrollo y superación que nuestro pueblo merece. Al convertir el Presidente Salinas de Gortari en decisión de Estado, el reclamo popular de someter al interés nacional su pago y su servicio, seguramente habrá de enfrentar - afuera y adentro - presiones y embates. Seguramente también habrá de vencerlos. Pueblo y Partido estaremos a su lado.

Nuestro Partido nació de un proyecto de solidaridad. Encuentra en el tercer Acuerdo Nacional, la ocasión para reafirmar su vocación de justicia y transformación social.

Celebramos el inicio, el día de ayer, del Programa Nacional de Solidaridad. Nuestros campesinos y ciudadanos más pobres, nuestros indígenas, reclaman justicia inmediata. En el campo y en la ciudad, cada familia será juez del cumplimiento de este compromiso.

En los Estados de la República y aquí en la Capital, el Partido redoblará su empeño porque se amplíen los diferentes servicios básicos. Es un compromiso de justicia social elemental, pues las carencias de agua, drenaje, vivienda, transporte, pero sobre todo de seguridad ciudadana afectan más a los que menos tienen, a los mexicanos más pobres y más desprotegidos. El Partido estará al lado de los reclamos de más y mejores servicios y en la exigencia de mayor seguridad en la vida diaria.

El PRI es el partido histórico de la Revolución Mexicana. Y todavía hay quienes se preguntan en qué y en dónde reside su fuerza. Ellos parecen ignorar que nuestra organización ha sido la única capaz de concertar durante años a las clases fundamentales de la nación.

También quieren soslayar que con este partido a la vanguardia, México ha conseguido para las actuales generaciones, civilismo, relevos democráticos, estabilidad política, paz social y un ámbito de libertades que a todos nos acoge.

Nuestro partido es también la fuerza histórica de la sociedad mexicana porque tiene principios, programas y una estructura que le ha dado consistencia para emprender las mejores causas del pueblo.

Los sectores de nuestro partido han sido sustento básico de la fortaleza del PRI, en ellos ha edificado la concentración de los obreros, de los campesinos y de las clases populares. Ellos mismos han sido los protagonistas de las conquistas sociales políticas y económicas, cuando tuvieron que defenderse la soberanía y los recursos fundamentales de la nación para hacer válida la esencia constitucional de la República.

Fueron trabajadores textiles, mineros, petroleros, electricistas, maestros, ferrocarrileros, trabajadores del campo y de la ciudad, los que hicieron posible la cohesión y la concertación de nuestro partido y la sociedad. La visión, el coraje y el talento que estos hombres y mujeres tuvieron es lo que hoy el partido requiere.

Es por ello, que no aceptamos la pretensión de descalificar lo que ha sido origen, fuerza y futuro del Partido Revolucionario Institucional.

Mención especial representan las mujeres y los jóvenes. Representan sectores de vital importancia para cualquier formación política. No les impongamos arbitraria y verticalmente un esquema por eficaz que sea de incorporación y trabajo.

Señalemos que si la juventud implica optimismo, arrojo, generosidad, entrega, ideal y ahora, cada vez más, análisis crítico y proposición razonada, el PRI debe ser su espacio natural de lucha.

Presentemos a la juventud una limpia y honorable oferta política.

Dejemos de usar el calificativo de juvenil para descalificar toda propuesta audaz.

No existe un problema femenino. Existe sí, una grave e intolerable situación que afecta por igual a hombres y mujeres: los resabios discriminadores que persisten en muchos ámbitos sociales y que nos privan a todos, del gran potencial que representa la mitad de la nación mexicana.

Las capacidades, talento, experiencia de nuestras militantes sabrán encontrar nuevas formas de integración partidaria. Las parcelas y cuotas de poder, que en sí mismas resultan discriminatorias, deben ser superadas.

Por conveniencia, por justicia, por convicción, por simple racionalidad actuemos de una vez por todas, en el entendido de que la igualdad, de a deveras, de sus militantes mujeres y hombres, y el partido potencializa su fuerza.

El gobierno tiene la responsabilidad de dirigir a la sociedad política en su esfuerzo nacional para satisfacer los anhelos y las aspiraciones de todos. Los partidos políticos constituyen la columna vertebral de este esfuerzo.

El PRI, es el partido mayoritario. Logró y ha conservado el poder. Por ello tenemos una grave y más seria responsabilidad frente a una sociedad cada vez más plural.

Entiéndase bien: tenemos un compromiso de lealtad cabal con el Jefe de la Nación porque encabeza el proyecto revolucionario, pero no habrá servidor público de cualquier otro nivel, que claudique, desmaye o traicione, que no encuentre al partido enfrente.

El gobierno actúa, el partido resiente. La irresponsabilidad de uno conlleva mayor responsabilidad para el otro. Por ello, los priístas seremos los primeros vigilantes del quehacer gubernamental.

El pueblo y el partido esperan de los funcionarios una mayor responsabilidad, mayor congruencia en sus actos, cuando como funcionarios deban enfrentar los problemas que son de su competencia.

Un compromiso más de nuestra organización para con la sociedad mexicana: impulsar el régimen de partidos, como vía única para ampliar la democracia. Atendiendo a su carácter de partido de la mayoría, el PRI habrá de pugnar porque se lleven a cabo las reformas legislativas que fortalezcan ese régimen.

Somos los primeros interesados en las reformas al código electoral, para garantizar la transparencia absoluta de los resultados de las elecciones.

Esta tarea será el inicio de un vínculo permanente y comprometido del partido, con sus legisladores federales y locales.

El compromiso de hoy, nuestro compromiso, es la conformación del partido que exigen y reclaman las mayorías populares que son la base de nuestra organización.

Nuestros sectores, nuestra organización territorial, los millares de ciudadanos que simpatizan con el proyecto que representamos ha manifestado una puntual demanda: la renovación partidaria. Atenderla es la obligación y convivencia de toda dirección que quiera, legítimamente, serlo.

Quiero proponer a ustedes, de esta manera muy correcta, algunas líneas de reflexión que surgieron en el transcurso de la pasada jornada nacional de nuestro partido: cuando México habló.

Ellas comprenden algunos aspectos de la tarea renovadora, que someto a la consideración de este Consejo y que propongo como punto de partida de una amplia consulta, dentro del marco de nuestra próxima Asamblea Ordinaria.

Convoco al priísmo nacional a manifestarse y definir los rumbos, los tiempos y las dimensiones de la reestructuración de nuestra organización.

Porque esto debe quedar claro, el cambio, la transformación, la renovación partidaria competen de manera exclusiva a nuestros cuadros y bases militantes.

Señalemos de entrada que para nosotros modernización significa rescate del origen, ratificación de principios, vigencia de nuestra esencia y razón de ser. El PRI o es la vanguardia política o su existencia histórica carece de sentido.

Pero reafirmar nuestra vocación por la democracia y la justicia social implica en este momento en México, la actualización de las formas de organización y estrategias de lucha que nos son propias.

La ideología que nuestro partido reivindica, mantiene su vigencia en la medida que encarna los problemas, carencias y expectativas cotidianas del mexicano de nuestros días.

La militancia del partido, sus simpatizantes, la sociedad mexicana que se identifica con nuestro proyecto político, nos ha demandado cambios. Estos suponen la definición de nuestra estrategia que nos permite modificar aquello que es obstáculo a nuestro desarrollo y a nuestro propósito de modernización.

Tenemos en consecuencia, tareas inmediatas.

Primero. Realicemos un recuento de nuestros militantes y hagamos una profunda campaña de afiliación. No incurramos en cifras complacientes y partamos de nuestra militancia real para todas las acciones. Sepamos con certeza quiénes somos, cuántos somos y dónde estamos. En seis meses hemos de tener el padrón priísta.

Necesitamos actuar cada vez más para que la membresía se vuelva militancia. No queremos priístas en la comodidad de la inercia, sino en el esfuerzo del cambio.

Segundo. Impulsemos el paso de nuestros militantes más capaces hacia la administración pública. Somos un partido en el poder y debemos también ejercerlo, en la responsabilidad administrativa.

Tercero. Reagrupemos nuestras fuerzas: Quienes han dirigido a nuestro partido en los municipios y en los estados; quienes lo han representado en cargos de elección popular, local o federal; quienes han servido en la administración, todos, tienen hoy una tarea concreta de partido que cumplir.

De manera especial involucremos más a los trabajadores al servicio del Estado, en las tareas, responsabilidades y decisiones del partido.

Cuarto. Fortalezcamos a los sectores, simultáneamente con la estructura territorial. Movilicemos todo el partido, todo el tiempo y en todos lugares. No vamos a enfrentar a seccionales con los sectores, ni mucho menos.

Vamos a enfrentar a unos y otros, unidos, contra la apatía, la simulación, el inmovilismo, la antidemocracia y la oposición.

Quinto. Hagamos valer nuestra ideología. Hacerlo es sustituir los adjetivos por los argumentos, es hacerse entender por todos y entender lo que sucede en todas partes. Necesitamos que los priístas conozcan mejor nuestros principios y programas; no permitamos que por desinformación, otros nos arrebaten lo que nos pertenece. Avancemos en el fortalecimiento de nuestra teoría y de nuestra práctica. Los nuevos tiempos exigen en el sentido y la concepción revolucionaria.

Preparémonos así, para el debate en todos los terrenos y circunstancias. Más que exhibir la irracionalidad ajena, requerimos reducir las limitaciones propias. Es urgente renovar el discurso político para llegar a toda la población. Que se diga lo que se piensa pero sobre todo, que se piense lo que se dice.

Sexto. Mantengamos movilizado al partido, en su estructura territorial, mediante un programa permanente de comunicación política entre dirigentes y militantes; entre los propios militantes y entre estos, y los dirigentes. Que nuestras bases sepan con claridad qué pasa y qué es lo que tenemos que hacer, juntos en todo momento.

Séptimo. Restablezcamos la disciplina interna del partido. La disciplina es confianza y creencia, es pasión y entrega, es integridad y orgullo de pertenecer a esta organización de hombres y mujeres que actúan de buena fe. Pongamos con la disciplina el dique a la militancia efímera y al chantaje permanente.

Octavo. Abandonemos de una vez por todas la utilización puramente electoral, de nuestros comités secciónales y municipales. hagamos de ellos centros vivos del quehacer político del municipio.

Que cada nombre represente hombres. Que los cincuenta mil seccionales en la lista, sean cincuenta mil seccionales en la acción. Que los 2 mil 378 municipales, además de sus tareas electorales, se conviertan en espacios políticos de nuestro quehacer partidario.

Noveno. Respetemos y revaloremos los años y la carrera de partido de nuestros militantes. Valoremos las experiencias y las posibilidades de renovación. Militancia, arraigo, capacidad y lealtad, serán los principios para alcanzar una candidatura en el partido.

Décimo. En esta hora, la unidad activa es la consigna. Con la fortaleza de sus comités estatales y la de sus sectores, con su proyecto político, apresta a avanzar hacia la modernización y transformación. El partido se movilizará en cada ejido, cada taller, cada barrio, cada mercado, cada sindicato, en todos los hogares y en la sociedad entera para mantener nuestras libertades, luchar por la justicia y ampliar nuestra democracia.

Compañeros:

Cuando este acto termine de algo quiero que estén seguros: no voy a desperdiciar esta oportunidad excepcional de servir al partido, al que consciente y voluntariamente decidí afiliarme desde los tiempos de la emoción juvenil.

Son muchas las cualidades que al dirigente de nuestro partido deben distinguir. A cambio de todas aquellas de que carezca, ofrezco redoblar lo que sí depende de mi propia voluntad: honorabilidad en el quehacer político, intransigencia en la guarda de los principios, respeto en la relación con todo compañero y, sobre todo, lealtad inquebrantable a quien el pueblo eligió para hacerlo mandatario de su voluntad soberana: lealtad a Carlos Salinas de Gortari.

Y abrevo en nuestra historia. Respeto y reconozco a los hombres que han ido construyendo este partido con esfuerzos, con inteligencia, con tenacidad.

Nos proponemos ejercer una dirigencia activa del partido. No será necesario que los priístas de cualquier rumbo del país viajen a esta ciudad ni se adentren a este edificio para platicar y discutir, con su dirigencia.

En la asamblea ejidal, en la reunión del sindicato, en la junta de colonos, en el campo deportivo, en el mitin electoral, o en el reclamo ecológico, en el foro profesional o la academia, la dirigencia del PRI habrá de estar presente.

Para el debate ideológico no tenemos más limitante que el respeto a la opinión ajena, también respetuosamente formulada y, por supuesto, la honradez y altitud de miras en que se sustenta la discrepancia.

Un dirigente político tiene la obligación de ser un hombre singularmente informado. Conocer las opciones que existan para cada cuestión y tener los elementos suficientes para elaborar juicios y formular estrategias, pero ni toda la sabiduría acumulada legitima a un dirigente como el diálogo con sus representados y el acatamiento de sus instrucciones.

Este será el signo bajo el que se ejerza la distinción partidaria: durante el encargo las bases militantes acotarán los rumbos, los tiempos y las distancias.

Compañeros del partido:

Personalmente formo parte de una generación de mexicanos a quienes el esfuerzo colectivo y los deseos de superación de la comunidad en su conjunto, brindó una posibilidad de educación, que ante las carencias y rezagos que aún padecen grandes mayorías, resulta un privilegio. Esta es precisamente la medida de nuestro compromiso y responsabilidad social:

Personalmente formo parte de una generación ubicada en la tendencia que sostiene la noción de Patria como transformación social, política, económica y cultural del pueblo. Transformación legítima y continua.

Entiendo a México como el sitio específico de realización de nuestras mejores ideas, el desempeño de nuestras más generosas actitudes. Hemos elegido una manera de ejercer esta idea de Patria: se llama Revolución Mexicana.

Estoy convencido que este es el vértice de nuestro encuentro.

Muchas gracias.