Discurso de Cristina Fernández al asumir la presidencia del G77
Buenos días a todos y a todas
Señor Secretario General de Naciones Unidas; señor Presidente de la Asamblea General; señor Presidente; señores ministros y jefes de Delegación del G-77 más China: déjenme en primer término agradecerle a mis compatriotas de América del Sur y el Caribe, que en oportunidad de tener que elegir un representante de la región para la presidencia en el año 2011, de este importantísimo Grupo y cada vez más a nivel global, agradecer la selección de la República Argentina y luego agradecerle al resto de todos los miembros el haber convalidado esta elección.
Realmente la Argentina lo vive con un gran orgullo pero también con una inmensa responsabilidad. La primera parte del discurso del señor Presidente ha estado dirigida precisamente, a la cuestión que nos ha desvelado a partir del año 2008, para ser más precisos en el último trimestre del 2008 cuando desde los países en desarrollo se comenzó a trasuntar una crisis que impactaría negativamente precisamente en todos nuestros países, quienes sostuvimos en la última década el importante crecimiento de la actividad económica mundial.
La paradoja era que quienes habíamos sostenido y seguimos sosteniendo en gran medida, la recuperación que se ha evidenciado luego del desastre de fines del 2008, nos trasladaron desde los centros de los países desarrollados la crisis precisamente a nuestros países.
Esto realmente a la Argentina, el impacto, nosotros lo veníamos sosteniendo desde el año 2003 cuando el entonces presidente Néstor Kirchner comenzó en las Asambleas Generales de Naciones Unidas a pedir insistentemente, la reformulación precisamente de los organismos multilaterales de crédito, algo que también acaba de sostener el señor Presidente. No lo hacíamos desde una posición ideológica, no lo hacíamos desde una percepción mediática, simplemente lo hacíamos con la experiencia de haber sido la crisis del año 2001, la que finalmente puso a la Argentina que había sido casi una niña mimada del Fondo Monetario Internacional y yo creo que en realidad fuimos su conejillo de indias, en una situación en donde nuestro sistema financiero explotó, en donde la pobreza y la indigencia subieron a niveles alarmantes y donde la desocupación llegó a tener un porcentaje cercano al 25 por ciento. Esto es, uno de cada cuatro argentinos en condiciones y necesidad de trabajar, no tenían trabajo. La situación de la Argentina fue muy parecida en la implosión del sistema financiero y de todas sus variables muy parecidas, y las condiciones macro que terminaron generando esa implosión también fueron muy parecidas a la de los países desarrollados.
Por eso creemos que cuando hablamos de la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional, de un sistema global de contralor para los movimientos de los fondos de inversión y en especial los denominados fondos buitres, la necesidad de reformular las calificadoras de riesgo que, precisamente han sido ellas las que han inducido a tomar erróneas decisiones en materia de inversión y provocaron, a partir de maniobras muchas veces rozando casi zonas que podríamos denominar de delitos económicos, una crisis sin precedentes desde el año 1930.
Nuestra visión es que se desarrolló en el mundo un sistema financiero paralelo, sin ningún tipo de regulación ni control.
Mientras los bancos centrales de nuestros países, a partir del Consenso de Washington, se le aplicaban rigurosamente las recetas de una pretendida autonomía de las economías reales de países, mientras se controlaba a todos los países minuciosamente en su balanza de pago, en sus déficit o superávit fiscal o primario, este mismo control no se desarrollaba sobre un sistema financiero, desarrollado fundamentalmente de la separación entre bancos de inversión y bancos comerciales que se produjo en el mundo y todos los derivados financieros.
Igualmente tampoco se exigió a países centrales o a países más o menos importantes por decirlo de alguna manera, superávit comercial, superávit fiscal, necesidad de reservas y no apalancamiento en derivados financieros para el crecimiento de la economía. Los imbalances fuertes también en una situación de aparición de nuevos actores de los cuales China, uno de nuestros integrantes es también un actor, un nuevo actor muy importante a nivel global, y Estados Unidos con un déficit estructural tanto en lo fiscal como en lo comercial, pero con la capacidad de tener la máquina de emitir dólares y por lo tanto poder solventar su déficit estructural en materia comercial y fiscal con el resto de los países, nos coloca a nosotros -y cuando digo nosotros estoy hablando de un Grupo que representa la mayor porción del PBI mundial, la mayor cantidad de población, densidad demográfica, la mayor cantidad de ocupación de territorio y también los países con mayor número de consumidores y que más hemos hecho por el crecimiento de la actividad económica mundial- en la disyuntiva de articular en forma inteligente, no discursiva o retórica, una modificación que yo considero básica ante un nuevo escenario internacional. El nuevo escenario internacional está protagonizado por países del G-77 más China. Sin embargo, en los sistemas de decisión institucionales, multilaterales, llámese Naciones Unidas, llámese Consejo de Seguridad, llámese Fondo Monetario Internacional, llámese Organización Mundial del Comercio, nuestros países no tienen representación acorde con su nivel y con su magnitud, en la adopción de decisiones. O sea, el sistema de decisiones sigue como una fotografía vieja, con una fotografía que podríamos denominar de lo que fue ni siquiera el G-20 sino el G-7 o el G-8. Podemos reconocer que hubo cierto grado de amplitud en la constitución del G-20 del cual Argentina forma parte, pero sería injusto además de no estar en mis convicciones que por el hecho de ser incluida en el G-20 le asigne la totalidad de la representación, en los sistemas de decisión, al contrario, yo no creo en eso. No soy de las que porque ahora estoy yo, está todo bien. Al contrario, creo que es necesario que esta nueva fotografía del mundo tenga su correlato en la modificación, en los sistemas de participación, representación y decisión en esos organismos.
Esta sería la verdadera forma del multilateralismo, porque creo que uno de los principales problemas que hemos tenido ha sido precisamente la ruptura del equilibrio, la ruptura del equilibrio que comenzó a producirse a partir obviamente de la caída del muro de Berlín, donde solamente un país comienza a tener un grado de hegemonía muy fuerte, y yo creo que esto termina perjudicando inclusive al propio país que ejerce la hegemonía.
Nosotros creemos que la razón de ser de la creación de Naciones Unidas, de la Carta de San Francisco, del Consejo de Seguridad fue precisamente equilibrar un mundo de relaciones que se dio luego de la segunda guerra mundial y a través de ese equilibrio lograr un mundo más seguro y un mundo que asegurara el crecimiento de la actividad económica, la generación de empleo, la generación de riqueza, el estado de bienestar que surgen precisamente luego de la segunda guerra mundial. Obviamente este escenario ha desaparecido y muy fuertemente.
Lo decía el otro día cuando me tocó intervenir en la Asamblea General refiriéndome a un tema tan central como es la construcción de la paz y la preservación de la seguridad mundial cuando me referí al Consejo de Seguridad.
El Consejo de Seguridad con asientos permanentes y rotativos, tuvo su razón de ser en cuanto a esa funcionalidad, en cuanto a esa mecánica de funcionamiento en un mundo de posguerra, donde los que se sentaron con carácter de permanente eran los vencedores de la guerra, eran los que contaban. Muchas veces nos cuesta entender las cosas porque las vemos ahora pero no entendemos el momento histórico en el cual fueron producidas.
Ustedes saben que luego del Holocausto de Nagasaki e Hiroshima, el gran peligro, el gran temor mundial siempre fue durante décadas el holocausto nuclear.
Ese Consejo de Seguridad lo que quiso hacer al tener en sus sillones permanentes, aquellos que podían apretar el botón rojo y que no era éste, el del audio sino un botón bastante más peligroso, fue precisamente lograr un equilibrio que evitara ese holocausto nuclear que ponía en peligro la paz, la seguridad y si se quiere la continuidad de la humanidad. Ese escenario ha desaparecido por completo. Los que eran enemigos irreconciliables, los que provocaron por ejemplo durante la década de los ´60 la crisis de los misiles que estuvo a punto de que el mundo pensara también que volaríamos por los aires, hoy son aliados y comparten en gran parte sus puntos de vista. Es más, ambos han sido víctimas, por ejemplo, de atentados del terrorismo internacional.
Han aparecido nuevos escenarios, nuevos actores, nuevos peligros y esto exige entonces reformular todo el Consejo de Seguridad por ser tal vez el más emblemático y el que más ha demandado su reforma, también el Fondo Monetario luego de la crisis económica, pero en realidad siempre pedimos las reformas luego de que ocurren las catástrofes, la catástrofe fue económica y estamos pidiendo la reforma del Fondo Monetario. No esperemos que haya una catástrofe a nivel global para reformar el Consejo de Seguridad.
Sería bueno que contempláramos que hoy la seguridad internacional y la paz internacional, dependen de otros factores a los que están sentados en el Consejo de Seguridad. Es más, muchas situaciones que se han provocado en el mundo y que han creado escenarios bélicos hasta ahora focales, hasta ahora regionales, han sido precisamente provocados por quienes tienen un sillón permanente en el Consejo de Seguridad y utilizan esa suerte de indemnidad para situaciones que luego con su poder de veto siguen manejando desde el Consejo de Seguridad.
Por eso creo que para la propia seguridad de los países que conforman con carácter de permanente ese Consejo de Seguridad, necesitamos adoptar un sistema que de mayor consistencia a los objetivos de paz y seguridad globales.
A nadie escapa y lo vuelvo a repetir como lo hice en la Asamblea General, que una de las cuestiones centrales, nodales en la construcción de esta paz y de esta seguridad internacionales, es abordar con serenidad pero con seriedad la cuestión de Medio Oriente. Y cuando hablamos de la cuestión de Medio Oriente no podemos dejar de reafirmar una vez más nuestra solicitud a que pueda constituirse como estable y formar parte de estas Naciones Unidas, a lo que hoy es la autoridad de Palestina para finalmente comenzar a desatar ese verdadero nudo gordiano que constituye el Medio Oriente y en el cual necesitamos también apoyar fuertemente estas conversaciones que se han iniciado, que esperemos que no fracasen pero que de no llegar a buen término sería imprescindible abocarse a la cuestión de la constitución del Estado de Palestina, como una de las formas de ir haciendo distensión en una de las que pueden ser las zonas claves de conflictividad en nuestro mundo. Fundamentalmente, porque creemos que no se deben seguir dando coartadas o argumentos que sean funcionales al terrorismo internacional.
La Argentina en este sentido, también tiene una clara posición en la lucha contra el terrorismo internacional, pero al mismo tiempo, tal cual se lo manifestaba al señor Secretario General de Naciones Unidas hace unos instantes en la reunión que mantuvimos, la Argentina que ha sido víctima de dos ataques terroristas internacionales, al mismo tiempo es un país ejemplo en el mundo en materia de respeto a los derechos humanos. Formamos parte y hemos sido fundadores del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, con lo cual nadie puede pensar en la Argentina, como un puente o una base para aventuras de cualquier naturaleza en lo que hace a la defensa de la paz y de la seguridad internacionales.
Nosotros estamos muy comprometidos en la lucha contra el terrorismo pero también estamos muy comprometidos en el respeto a los derechos humanos y en el derecho también del pueblo palestino a tener su Estado y a convivir con el Estado de Israel dentro las fronteras internacionalmente reconocidas. Creo que debemos tener, el G-77 más China, una posición de contribución proactiva a este tipo de objetivos porque creo que estamos a tiempo, a tiempo de poder prevenir escenarios no deseados y que no sumen a la conflictividad económica otro tipo de conflictividades o tal vez alguien piense desde algún lugar que se puede solucionar un problema económico a través de un mayor grado de conflictividad, como alguna vez me tocó escuchar.
Por eso creo en la convocatoria al multilateralismo que siempre hemos defendido, la necesidad de asumir este mundo multipolar, diferente, que tenemos en el siglo XXI, que por un lado va a presentarnos contradicciones muy fuertes, un avance tecnológico sin precedentes pero también, en muchos de nuestros países, se profundiza la inequidad y la brecha de la desigualdad, que es algo que el grupo debe tender fundamentalmente a combatir a partir de políticas activas y también una mejor organización y no un doble estándar en materia por ejemplo de comercio internacional.
En ese sentido también creemos que este nuevo escenario ha modificado los términos de intercambio comercial, que nos condenaba a los países en vías de desarrollo a ser productores de materias primas baratas para poder comprar manufacturas muy caras. Esto se ha modificado por la aparición de nuevas economías, de países muy importantes que además de tener un inmenso desarrollo industrial están incorporando permanentemente millones de personas al consumo.
Y todos esos países estamos aquí sentados en este grupo G-77 más China; esto nos debe dar la percepción del poder que tiene este G-77 y cómo utilizar políticas y herramientas que permitan incidir positivamente en el cambio de escenario mundial y tener como objetivo fundamental en la recuperación de la economía por ejemplo algo que recién se ha comenzado a discutir en Pittsburg y en el G-20 y que creo también va a ser motivo en Seúl, la generación de trabajo. Nosotros desde el primer momento, como integrantes del G-20, cuando todo el mundo aparecía casi desesperado por salvar y auxiliar a los bancos, sostuvimos la necesidad de que estaba bien fondear al sistema financiero para no provocar una depresión como fue la de los años 30, cuando se dejaron caer bancos, pero que teníamos que adoptar mecanismos en aquellos países que fondeaban los bancos para que esos bancos volvieran a prestar el dinero que recibían de fondeo a las empresas y que las empresas pudieran sostener sus puertas abiertas e inclusive aumentar la generación de empleo. Esto lamentablemente no ha sucedido en demasiados países, fundamentalmente en las economías en desarrollo. Nosotros en este sentido hemos levantado y defendido muy fuertemente la expansión del gasto fiscal como medida contra cíclica porque nuestro objetivo fue desde el primer momento mantener los puestos de trabajo que habíamos generado desde el año 2003, donde pasamos de tener un 25% de desocupación a 7,9% que tenemos hoy; todavía no hemos llegado al 7,3% que teníamos cuando se desató la crisis pero esperamos poder hacerlo con las medidas contra cíclicas que estamos adoptando.
Y fundamentalmente la cooperación Sur-Sur, a la que también ha hecho mención el señor Presidente, es uno de los íconos de este grupo. Esto no solamente debe darse, este mutilateralismo, esta de unidad de objetivos, en los tópicos que he abordado, sino en el hecho de poder articular en votaciones, en todos los organismos multilaterales, posiciones similares que defiendan los mismos objetivos para no dividir esfuerzos y para utilizar inteligentemente el inmenso poder que posee este G-77 más China.
Nuestro compromiso debe ser con el multilateralismo, nuestro compromiso debe ser con nuestros pueblos, que deben mejorar su calidad de vida y nosotros, quienes somos elegidos democráticamente al frente nuestros países, somos los responsables de garantizar esa mejoría en la calidad de vida y somos los responsables de traer la voz de esos pueblos a estos ámbitos de Naciones Unidas. También cuando se reúnen en el Fondo Monetario Internacional nuestros ministros de Economía o nuestros presidentes de bancos centrales; también cuando nos juntamos en la Organización Mundial de Comercio y nos exigen a los pueblos en desarrollo aperturas que no hacen las economías centrales para recibir a nuestros productos en un término de intercambio en el que siempre quieren seguir teniendo beneficios los países desarrollados en perjuicio de los países en desarrollo.
Y también en el cambio climático, que es la otra cuestión que ha abordado el señor Presidente. Debemos tener metas realistas también en este tema del cambio climático. Veo por un lado la necesidad de sostener el crecimiento con un determinado nivel de actividad económica que exige obviamente un determinado consumo de combustibles que todavía no estamos con capacidad de sustituir totalmente si es que queremos tener ese mismo nivel de actividad, y al mismo tiempo la actitud de los países desarrollados que pretenden que seamos los países en desarrollo los que asumamos el costo del pasivo ambiental que ellos han generado y que les ha permitido desarrollo, crecimiento, bienestar para sus sociedades; que nosotros los países en desarrollo tengamos que hacernos cargo de ese pasivo ambiental, con lo que esto significaría en tener una desmejora o por lo menos un retraso en las mejoras que se han logrado en estos años de crecimiento económico, hace que muchas veces estas metas sean yo no digo inaceptables, porque es una palabra muy fuerte, pero realmente que sean al menos discutibles, porque no podemos tolerar los países en desarrollo que seamos nosotros los que tengamos que hacernos cargo de ese pasivo ambiental.
Esas son las cosas que no han permitido llegar una cuestión en Copenhague y esperemos que sean abordadas con seriedad, sinceridad y responsabilidad en Cancún. Estas diferencias también son las que no han permitido concluir felizmente con la Ronda de Doha, no es el capricho de uno, dos o tres países, es la necesidad de que de una vez por todas se asuma que el mundo ha cambiado y que no pretendemos que nadie renuncie a lo que ha logrado en sus años de crecimiento en referencia a los países desarrollados, pero que por favor no se pretenda que una vez más la crisis la paguen precisamente los que no hemos tenido nada que ver (...) el crecimiento de la actividad mundial económica y los que hemos logrado mejoras sustanciales en la vida de nuestros pueblos, impensables unas décadas atrás.
La exposición no ha sido muy ordenada, discúlpenme, he hablado más con el corazón, con lo que pienso, con mis convicciones y con lo que me ha tocado vivir en estos años. Y cuando digo años no son años de gestión únicamente, no crean que empecé a trabajar en política el día que asumí como Presidenta o el día que me casé con un señor que en ese momento no era Presidente, al contrario, vengo de muy joven, como muchos de ustedes, militando en política y esta transformación que viene experimentando el mundo es un debate apasionante. Nunca en tan poco tiempo el mundo ha cambiado tanto, antes se necesitaban siglos para ver esos cambios. Si uno imagina que fue apenas en 1989 la caída del Muro de Berlín, si uno piensa que fue apenas en el 2008 la caída del muro de Wall Street, si alguien decía, cuando yo era muy joven y militaba en la Universidad en los años 70, que caería el Muro de Berlín, seguramente hubieran dicho que estaba pensando en alguna otra cosa. Tampoco nunca imaginamos las imágenes de dos aviones chocando contra las Torres Gemelas, casi en un escenario cinematográfico, si lo hubiéramos visto en una película hubiésemos dicho otra movie americana seguramente.
Esto revela la importancia, la profundidad y la densidad de los cambios, y cuando los cambios son tan profundos, son tan rápidos, son tan evidentes, hay que interpretarlos, decodificarlos y orientarlos, porque esa es nuestra misión. No somos espectadores, nos autodenominamos dirigentes y los dirigentes hacen eso, dirigir y orientar a sus comunidades y a sus pueblos a un destino mejor. Eso es lo que espero poder hacer junto a todos ustedes en el año que me toque desempeñar la presidencia del G-77 más China.
Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.