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Discurso de Cristina Fernández por el 192º aniversario de la Independencia

De Wikisource, la biblioteca libre.


Palabras de la Presidenta de la Nación Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, durante el acto conmemorativo por el 192° aniversario de la Independencia argentina en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 9 de julio de 2008.


Queridos tucumanos y tucumanas. Permítanme que antes de dirigirme a todos ustedes con motivo de este 9 de Julio, les pida a todos ustedes un minuto de silencio por la muerte de un tucumano en esta mañana por un accidente, el tucumano ciudadano argentino, Juan Valdéz, de Tafí Viejo, que falleció por un accidente. Quiero que todos juntos lo recordemos y guardemos, por favor, por él, un minuto de silencio.

Muchas gracias.

Gracias, gracias Tucumán, gracias por el afecto y el cariño de siempre. Me acordaba de aquel otro 9 de julio, del último que estuvimos aquí juntos con ese día de frío y de lluvia. Y en este día de Sol, en esta mañana tan especial a 192 años de aquella gesta maravillosa, de aquella gesta donde un grupo de hombres provenientes de distintas partes de aquellas Provincias Unidas del Río de la Plata, habían llegado aquí, al Tucumán, a cumplir con el clamor del pueblo que era declarar la independencia.

A mí me gusta recordar la historia pero no tal vez la que siempre nos contaron, la historia del Billiken; a mí me gusta otra historia, la historia de los hombres y mujeres de carne y hueso, porque nuestros próceres fueron hombres y mujeres de carne y hueso que tuvieron que enfrentar luchas y oposiciones internas y fuerzas externas terribles que no querían que se declarara la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esa es la verdadera historia. Fueron San Martín, Belgrano, Güemes, los que oponiéndose a algunos hombres del puerto de Buenos Aires, que todavía hay algunas plazas y avenidas en nombre de ellos, se negaban a declarar la independencia porque, claro, el mundo había cambiado y volvía la restauración monárquica en Europa y entonces se quería echar por tierra con el esfuerzo y el sacrificio que los criollos, que los patriotas habían construido un 25 de mayo de 1810.

Es bueno conocer la historia, porque yo siempre digo que los pueblos que no conocen su verdadera historia están destinados, tal vez, a tener los mismos desaciertos o los mismos errores.

Pero aquel 9 de julio de 1816, esos hombres vinieron hasta aquí, hasta esa histórica Casa que acabo de visitar, a cumplir con el mandato histórico que era declararse independientes y luchar contra el invasor que colonizaba nuestras tierras.

Por eso, cuando decidí que la Cumbre del MERCOSUR, en la que debía entregar la presidencia, se hiciera aquí en esta provincia, no fue una casualidad. Yo no creo en las casualidades ni en la historia ni en la política. Fue con la decisión plena, consciente de querer poner una puesta histórica del momento actual que vive, no ya nuestro país, sino toda nuestra región, la América del Sur, porque si aquella vez se trató de la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, esta vez se trata de construir la verdadera independencia de la América del Sur junto a todas las naciones hermanas.

Es también este momento tan particular que vive el país, que vive la región de América del Sur y que vive el mundo, el que nos coloca en disyuntivas similares a las que tuvieron aquellos hombres, la de construir, tal vez, una independencia diferente a aquella. Aquella independencia era lograr la identidad y la construcción de las nuevas nacionalidades. Cada país se liberaba del yugo colonizador y a partir de su historia e identidad, se constituía como nación.

Hoy estamos en otro momento histórico y, es precisamente la construcción de una nueva independencia que esta vez reúna los esfuerzos de todas las naciones de la América del Sur para construir en mundo cada vez más ávido de recursos naturales, con peligros diferentes y desafíos diferentes, una unidad que reconozca dos condiciones básicas aquí, en cada país, en cada nación, un modelo de desarrollo como el que estamos llevando a cabo nosotros. Porque no hay posibilidades de ser un país independiente si no somos una nación desarrollada económicamente e integrada socialmente.

Este es el primer desafío que debemos cumplir los hombres y las mujeres en los cuales ustedes han depositado la confianza. Cuando un ciudadano vota, cuando un ciudadano elige, está haciendo algo más que colocar a un hombre o a una mujer en un lugar institucional, está decidiendo también qué perfil de país, qué sociedad quiere construir. Yo estoy segura y absolutamente convencida de que los argentinos queremos construir una nación donde el trabajo, la producción y la inclusión social vuelvan a ser banderas de toda la nación para todos y para todas.

Sé también -y ustedes tal vez lo saben mucho mejor que yo- de los obstáculos que siempre hay para quienes queremos llevar adelante gobiernos y políticas populares. Lo saben porque muchas veces fueron traicionados y abandonados, lo saben porque son, precisamente, los más humildes, los más vulnerables, los trabajadores, los obreros, nuestras clases medias las que siempre pagan el precio de políticas que no contemplen un desarrollo de país.

Por eso, sé que ustedes más que nadie, tienen un compromiso profundo con ese país que todos soñamos y que yo sueño desde muy joven. Y sé también, como lo discutíamos el otro día aquí, en Tucumán, hombres y mujeres de distintas historias, pero todos profundamente comprometidos con la suerte de sus pueblos, que el desafío del ahora para todos nosotros es lograr la unidad de las naciones de la América del Sur.

Por eso, aquí, en Tucumán, días atrás, ese conjunto de hombres y mujeres nos comprometimos, esencialmente, a hablar y abordar los temas que importan, que son los que mejoran o empeoran la calidad de vida de todos ustedes: la mesa de los argentinos, los alimentos, la energía, los temas que hoy deben develar a todos los dirigentes que tengan responsabilidad institucional, social o empresarial.

Por eso yo quería, en este 9 de julio, a poco de los doscientos años de aquella gesta patriótica, reflexionar junto a todos ustedes: ellos pudieron; ellos, que tenían menos recursos, que para llegar a un lugar debían viajar días y días; ellos, que se enfrentaron a los ejércitos más poderosos del planeta y uno a uno los vencieron, en nombre de esa valentía, en nombre de esa historia, la verdadera, la que no nos cuentan tal vez pero que intuimos que fue hecha por hombres y mujeres de coraje, los quiero convocar hoy desde aquí a todos los argentinos, desde el Tucumán, como hace 192 años, a construir esta nueva independencia, la del país de la producción, del trabajo, de la educación, de la salud, del desarrollo social y de la inclusión en una América del Sur unida, solidaria e integrada.

Gracias, Tucumán; gracias por el afecto, a trabajar sin descanso, a luchar sin nunca renunciar a lo que nos corresponde como pueblo y como país: la dignidad de todos ustedes y mi amor siempre con todos ustedes.

Gracias, gracias Tucumán, gracias, gracias por todo el cariño, por esa fuerza, por esa confianza, no en mí, sino en el país, en la Nación y en el pueblo.

Muchas gracias. (APLAUSOS)