Discurso de José López Portillo en su visita a Nicaragua ante los miembros de la Junta de Reconstrucción Nacional

De Wikisource, la biblioteca libre.

José López Portillo, 24 de Enero de 1980


El corazón de México a Nicaragua

En medio de muestras de júbilo, alegría y llanto de parte de algunos de los miembros de la junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, el Presidente de México, licenciado José López Portillo, improvisó estas palabras:


Hermanos Nicaragüenses:

Traigo de mi Patria, de México, conciencia histórica y voluntad política. En el aeropuerto entregamos corazón abierto y mano tendida al heroico pueblo de Nicaragua. Traigo de mi pueblo el tributo de admiración a la lucha que han librado y ganado ustedes los nicaragüenses; a celebrar con ustedes la victoria, a estrenar los tiempos de su responsabilidad. Un homenaje emocionado a esos niños que no tuvieron oportunidad de ser jóvenes; a esos jóvenes que en la guerra se hicieron adultos; a esas madres que lloraron a unos y apoyaron a otros; a esos padres que olvidaron su abulia y se entregaron a la lucha de sus hijos guerrilleros para apoyarlos y para impulsarlos. ¡Al heroico pueblo de Nicaragua, nuestra admiración!

Aquí todo lo han intentado infructuosamente los imperios. Y reyes, Walkers, Somoza formas de sumisión y explotación seculares, se han estrellado una, otra y otra vez, en la terca decisión de los nicaragüenses de ser libres, de ser nicaragüenses. Nuestro tributo de admiración.

En los cientos de años que dura su lucha, siempre, frente a un Somoza, ha habido un Sandino; siempre ha habido quien ha dicho: "Primero morir como rebelde que vivir como esclavo y de rodillas". ¡Eso dijo Sandino! ¡Y eso dijeron, vivieron y murieron, muchos miles de nicaragüenses, muchos sandinos de ahora, de ayer y de siempre!

Epopeya venció a Tirano. Si alguno lo ha habido cabal, absurdo, grotesco y dramático hasta la caricatura, es el que ustedes acaban de correr; el tirano por excelencia, dolor y vergüenza de nuestra América Latina, que nos tenía envenenadas la sangre y la voluntad. Ustedes lo han expulsado, ¡que nunca regrese!

Su rebeldía, nicaragüenses, se ha convertido en victoria, y ahora su victoria es responsabilidad. Ya no amanece para morir o matar: cada día amanece para vivir y convivir, para ganar el derecho a la perfección, para ganar el derecho a la felicidad, para vivir cada vez mejor. Por eso murieron y mistaron, por eso triunfó la Revolución y ahora la Revolución está en el proceso de su institucionalización.

Cada revolución, amigos nicaragüenses, es ella y su circunstancia. Por eso cada revolución tiene que inventarse a sí misma. ¡Ustedes están haciendo e inventando la revolución cada día, ahora mismo y aquí!

Hace unos momentos tuve el privilegio de convivir-y hablar con los que tienen la responsabilidad del destino nicaragüense, y les dije que tenía yo la impresión de estar viviendo, conviviendo, adentro de un embrión en el que se están gestando cosas muy importantes, un embrión en el que se adivina la potencialidad democrática de este pueblo multisecularmente sufrido y ahora afortunadamente liberado.

¡Qué importante experiencia para mí, para mis compañeros que me acompañan, el asistir a una generación de protagonistas! ¡Ustedes están protagonizando la historia moderna de América Latina!

Nosotros los mexicanos que aquí estamos, somos herederos de las luchas que ahora ustedes están librando. Tenemos el privilegio, como herederos, de saludar a los protagonistas.

Están inventando su Revolución. Ganaron ya la guerra. Fue dura y fue amarga; están ahora, y desde más abajo de cero, ganando la paz. Ya la liberación de la tiranía está resuelta, ahora empieza la segunda liberación -ese conmovedor esfuerzo de los jóvenes que están dejando el fusil a un lado para tomar el lápiz y el papel y librarla segunda guerra de liberación-: ¡la guerra contra la ignorancia!

Hermoso ejemplo de esta juventud vigorosa que no ceja en su empeño de liberación contra todo lo negativo; ejército de jóvenes que impulsan la liberación contra la ignorancia. Es así como van a construir, a reconstruir y a sostener a su Patria. Lleven el alfabeto al que no sabe; sacrifiquen ahora tiempo, empleen su entusiasmo, en esa guerra tan heroica como la otra, ¡pero mucho más fértil!

En el doloroso laberinto en el que se nos ha convertido la América Latina, ustedes, en el último tercio, en las dos últimas décadas de este siglo, significan un gozne más en nuestra historia. Frente a muchas salidas falsas, ustedes pueden construir, con su responsabilidad revolucionaria, una salida para América Latina.

A principios de siglo el gozne histórico le correspondió a México. Libró y ganó la primera Revolución social de este siglo. La convertimos en norma, la convertimos en acción; buscamos, por el camino de la libertad, el de la justicia; pero en ocasiones se nos ha empantanado, y libertad ha sacrificado justicia. Aprendan de nuestros errores, aprovechen nuestros aciertos. Son ustedes la salida al futuro.

A mediados de este siglo otra revolución significó el gozne histórico en ese laberinto americano: la Revolución Cubana.

Por el camino de la justicia han querido ganar la libertad y en ocasiones parece que se empantana. Por eso ustedes, nicaragüenses, al final de este siglo, con esos dos goznes precedentes en el laberinto de Latinoamérica, significan la posibilidad responsable de que libertad, justicia, igualdad y seguridad, puedan ser conjugadas y ser expectativa abierta a nuestro porvenir. Ojala lo logren. Estoy seguro de ello. Están ustedes conjugando, en forma difícil, esa difícil armonía entre Gobierno y sociedad civil. Están ustedes salvando el pluralismo, están ustedes conjugando decisión con oportunidad, están ustedes inventándose cada día. Estoy absolutamente seguro, por lo que he visto, que lograrán ustedes abrir una nueva puerta a esta dolorida América.

Por eso todos los ojos del mundo están puestos en ustedes. Son ustedes Nicaragua ahora, pero América mañana. Protagonistas de su propio nacionalismo, quieren ganar los valores fundamentales de la convivencia. Por el camino de la soberanía quieren conjugarse en soluciones trascendentales. Están ustedes rechazando todas las hegemonías, tanto aquellas económicas que nos pierden-en los intereses obscuros de los imperios, como aquellas políticas que nos manejan como títeres de remotos intereses. Ni unos ni otros. El nacionalismo sano de Nicaragua para salvar a Nicaragua.

Si en un momento de nuestra historia los latinoamericanos prometíamos una unidad, fue porque un imperio nos mantuvo unidos. Apenas nos soltó, los intereses de adentro, nuestros demonios interiores y la soberbia y la ambición satánica de los intereses imperiales, nos desunieron y nos desbarataron. Imposible será soñar en una unidad latinoamericana que no emane del concierto de nuestras soberanías. De ahí que el primer imperativo que tenemos los latinoamericanos es ya, ahora, ante la imposibilidad de otra solución, fortalecer nuestros nacionalismos; ser cada vez más nicaragüenses, los de Nicaragua; más mexicanos, los de México. Sólo así encontraremos el camino de la universalidad, por el respeto, la dignidad de los pueblos soberanos.

Aprendemos en ese dramático laberinto a apoyarnos unos a otros. Estoy absolutamente seguro que de todos los caminos de América vinieron caballos criollos, vinieron caballos blancos, con gente dispuesta a morir por Sandino, aquí en Nicaragua, que quiso libertad.

No estamos solos. Hagamos de nuestros héroes, de nuestros mártires, voluntad de lucha contra los imperios, voluntad de lucha contra los demonios interiores de la explotación y de la ignorancia, contra los de afuera y contra los de adentro. Nosotros y por nosotros mismos. Ese es el camino, aprendemos a hacerlo una, otra y cada vez mejor. No estamos solos. Nos acompañamos unos a otros. Ni imperios afuera ni tiranos adentro. Siempre Sandino, nunca más Somoza.

¡Viva Nicaragua libre!

¡Viva América libre!

¡Viva la amistad entre los pueblos libres del mundo!