Discurso de José López Portillo en su visita a la Unión Sovietica

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1978 Visita a la Unión Soviética

José López Portillo, 17 de Mayo de 1978

Al agradecer las palabras del Mandatario de la URSS, el Presidente de México, José López Portillo, pronunció el siguiente discurso:

Estimado señor Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Leonid Ilich Brezhnev;

Estimado señor Presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, Alexei Nikolaevich Kosyguin:

Con beneplácito acepté la córdial invitación a encontrarme con el pueblo y el Gobierno soviéticos, porque significa la continuación de un valioso diálogo iniciado cuando nuestras respectivas e incipientes revoluciones, impulsadas por ambos pueblos en armas, batallaban por imponerse a la reacción interna y externa, contacto que, después de más de medio siglo de entablado, continúa siendo significativo.

Las potencias: compete a todas las naciones. La amenaza nuclear tiene dimensiones planetarias. Censuramos la pasividad de quienes se creen ajenos a la contienda por ser menos fuertes o más pequeños. No aceptamos que la fuerza sea el medio para lograr la paz. Creemos en laeficiencia de la fuerza moral de los medios pacíficos. No juzgamos utópica la lucha por la paz de quienes no tienen y de los que no quieren tener los medios para la guerra.

La igualdad jurídica de las naciones y su participación activa en organismos y 'agencias internacionales frente a la opinión mundial, hace fuertes a quienes esgrimen razones y confiere a sus voces resonancia universal.

No consideramos válidos los diversos esquemas de paz por los que la humanidad ha transitado. No hemos alcanzado aún su verdadero sentido. Creemos en una paz positiva, en aquella que permita el establecimiento, con el concurso de todos los pueblos, de un sistema internacional de plena interacción, que conduzca al mundo al estadio de la equitativa distribución de la riqueza y la auténtica igualdad de oportunidades.

Tenemos plena conciencia de que el objetivo requiere de un proceso difícil y paulatino. Que para llegar al desarme general y completo, bajo un control internacional eficaz, habremos de consolidar etapas previas, pero estamos animados de un sereno optimismo. Es posible constatar la existencia de signos positivos que debemos llevar a medidas concretas.

Hace sólo unos días, aquí en Moscú, se realizaron pláticas sobre limitación de armamentos que, según los interlocutores, reabrieron las posibilidades para esos propósitos. Celebramos ese progreso y elevamos nuestros votos porque se continúe el proceso, con la participación de todas las naciones, hasta la supresión total de los medios de exterminio y enfocado a todos los aspectos que abarcan el diseño de una paz global.

Otro signo particularmente alentador es la decisión de la Unión Soviética, expresada en vísperas de esta reunión, de suscribir el Protocolo II al Tratado de Tlatelolco. Ha sido precisamente usted, señor Presidente Brezhnev, quien anunció esa loable determinación de su país de respetar a América Latina como zona libre de armas nucleares. Al sellarse formalmente el compromiso, estaremos muy cerca de realizar lo que parecía un simple sueño latinoamericano.

El Tratado de Tlatelolco tiene una importancia singular. Es la creación de la primera zona habitada en el mundo libre de estos mecanismos de aniquilación. Pone a salvo a 300 millones de seres humanos y a la mitad de un continente, de la amenaza de la destrucción atómica. Ello solo constituye un triunfo de la razón, de la perseverancia y de la fe en las posibilidades de paz.

El Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina, concluido en México en 1967 con la participación de 18 naciones hermanas, a las que se fueron sumando las demás, significa un acuerdo voluntario e independiente de no poseer armas nucleares para conjurarlas en el área. Se acordó también solicitar conjuntamente a las potencias con territorios bajo su jurisdicción en la zona, respetar el estatuto y a todas las potencias nucleares el compromiso formal de no introducir estas armas en la zona y de no usarlas ni de amenazar con usarlas a los países signatarios. Convenimos en dicho instrumento un sistema de control y verificación colectiva —quizás el más avanzado en vigor hasta la fecha— que permita el desarrollo de la energía nuclear para fines estrictamente pacíficos o, una vez libres de toda posibilidad de desconfianza o de sospecha entre vecinos.

La proyección del Tratado es vasta y lleva implícito, como lo ha señalado mi país, continuar sus efectos a la colaboración.para limitar el armamento convencional en la región, a fin de buscar en última instancia, apoyados en nuestro concepto de paz activa, multiplicar nuestros esfuerzos para lograr una cada vez mayor y más amplia cooperación latinoamericana en todos los órdenes.

Pero Tlatelolco es aún más que eso: es un mundo desilusionado, constituye un ejemplo de que existen caminos para desterrar la violencia. Este instrumento ha logrado la concertación de voluntades de países no armados y de las potencias. Un impulso fundamental ha sido hasta ahora impreso por el Estado soviético. Reciban por ello, señor Presidente Brezhnev, señores dirigentes y la comunidad entera de este gran país, nuestro sentido reconocimiento.

Por otro lado, queremos dejar constancia de que no consideramos al Tratado, cuya casi culminación celebramos, como un logro egoísta, o como un aislasionismo de nuevo cuño, por sentirnos a salvo del holocausto. Sabemos bien que compartimos nuestro destino con el de toda la humanidad y por ello no cesaremos en nuestra campaña permanente enfavor de la paz general. Haremos oir nuestra voz en las próximas sesiones extraordinarias de la Organización de las Naciones Unidas, convocadas para el desarme, y en todos los foros pertinentes.

Por lo tanto, hemos logrado juntos, grandes y pequeños, fincar la primera parcela de la desnuclearización bélica; muchas más regiones son susceptibles de alcanzar estatus similar. Existen proyectos viables que esperamos lleguen a feliz término. Con base en ese primer éxito, busquemos ensanchar los linderos de la geografía de la paz.

Las normas internacionales para un nuevo orden económico son parte de las medidas que los países en desarrollo han promovido para eliminar las causas de tensiones y conflictos.

La Unión Soviética fue un sólido apoyo para la aprobación en las Naciones Unidas de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, que es uno de los pilares del nuevo orden económico mundial.

Decretado el código, es preciso ahora darle plena vigencia. Una nueva cruzada nos espera: remover los obstáculos que impiden la implementación de la justicia entre los pueblos, con la participación de todos los Estados, sin importar las diferencias de sistemas políticos.

Entre otras importantes tareas que ambas naciones podremos realizar por conducto de las organizaciones internacionales están: la culminación del proceso de descolonización con la necesaria eliminación de los mecanismos que mantienen hegemonías y dependencias; la preservación de la autodeterminación y la soberanía de los nuevos Estados, apoyando su consolidación interna para evitar nuevas y más sofisticadas manipulaciones para fines ajenos a los suyos; la salvaguarda del pleno dominio soberano de cada país sobre sus recursos, y desde luego la meta central, el fomento de la colaboración para el desarrollo político, economico y social de todos los pueblos.

En esta colosal tarea, la participación de la Unión Soviética es fundamental.

Han forjado ustedes un EstadoContinente vigoroso y creativo, fértil amalgama de pueblos, de Repúblicas unificadas que han transformado inmensas regiones antes despobladas o sumidas en el retraso secular, en espacios de productividad creciente. Su enorme potencial económico, técnico y científico, orientado a la cooperación internacional, tiene un valor incalculable.

Por ello es encomiable el principio de fomentar las relaciones de apoyo mutuo entre países de diferentes sistemas políticos, como una valiosa aportación para la paz y el desenvolvimiento económico de la humanidad.

Son enormes las perspectivas que abre esta interrelación y servirá para fortalecer aspiraciones de progreso que palpitan en los pueblos que buscan el cambio y la justicia, por los caminos que les dictan su propia interpretación de las diferentes circunstancias históricas.

Los aspectos concretos de nuestras relaciones bilaterales apuntan ya las características de una cooperación funcional. Sus aspectos culturales, científicos y tecnológicos están en marcha con amplias perspectivas. Hemos enfrentado con franqueza la falta de un intercambio economico y comercial a la altura de las posibilidades y manifestamos nuestra decisión de romper inercias para darle la fluidez y amplitud que ambos deseamos.

Propósito destacado de esta reunión es el conocer de manera directa nuestras respectivas concepciones de la situación mundial, precisamente para reforzar la comprensión y la coordinación de esfuerzos en las metas que compartimos. En el diálogo es posible identificar y afirmar similitudes. Las conversaciones sostenidas son un ejemplo de esto.

Este primer día de intensa comunicación ha sido muy satisfactorio. Mañana continuaremos las entrevistas con ustedes, dirigentes, con autoridades y técnicos, en Moscú y otros centros importantes de su geografía, seguros de que al cumplir esta visita podremos afirmar que contamos con mejores elementos para dar nuevos pasos en el camino de una respetuosa y firme amistad.