Discurso del presidente de la República en 1852
<< Autor: Manuel Montt
Conciudadanos del senado y de la cámara de diputados:
La paz interior se ha restablecido: en toda la extensión de la república se goza de tan inestimable bien. Tributemos a la Divina Providencia que nos dispensa este inmenso beneficio, el homenaje de nuestra profunda gratitud.
Las relaciones de amistad y de buena armonía con las potencias extranjeras no han sido interrumpidas ni perturbadas.
Los últimos acontecimientos que se han verificado en la república Argentina, han ejercido una influencia favorable en nuestras relaciones con aquel Estado. Países ligados por tantos vínculos están llamados a estrechar sus mutuas relaciones.
A principios de este año se recibieron en esta capital la espada y medallas obsequiadas por el gobierno peruano a los generales y jefes del ejército chileno, que en 1839 pelearon en Yungay y concurrieron al restablecimiento de la nacionalidad del Perú. Hace tiempo que el proyecto de un tratado entre esta República y la peruana ha ocupado a ambos gobiernos. Limitado el proyecto pendiente a estipulaciones generales, destinadas a fijar los principios de derecho de gentes prácticamente observados, ha dejado de ser de grande interés para las partes contratantes y sufrido postergaciones y retardos en su ajuste y ratificación. Es probable que el congreso tenga que ocuparse de este asunto en el presente período legislativo.
El Ecuador es en este momento el teatro de sucesos de no poca importancia para la América española. La agresión dirigida contra el gobierno establecido en aquella república, deplorable en algo grado, por los grandes males que siempre son consecuencia de la guerra civil, no se ha presentado hasta ahora con caracteres o circunstancias que exijan de nuestra parte una intervención más o menos directa. Nuestro deber al presente es permanecer neutrales, e impedir en consecuencia que en nuestro territorio se preparen elementos para turbar la paz de un Estado amigo; y no faltaremos a él.
El plenipotenciario chileno en Washington según sus últimas comunicaciones, debe hallarse próximo a ajustar un convenio con el gobierno de Estados Unidos, para someter al arbitraje de una potencia amiga el reclamo relativo al Macedonio, que hace tanto tiempo está pendiente entre ambos gobiernos. Antes de tener esta noticia se le había enviado su carta de retiro, accediendo a sus reiteradas instancias, y considerando su permanencia en aquella capital de poco provecho a los fines de la negociación.
Aún no ha sido posible el ajuste de los artículos adicionales del tratado con la Francia.
La igualdad en el tratamiento de los buques británicos y chilenos en los puertos de los respectivos países, ha sido materia de un reciente convenio, de que se os instruirá oportunamente. Se cobran en los puertos británicos ciertos derechos de que, según los datos suministrados, no habrían quedado exentos los buques chilenos por la simple notificación oficial o cambio de notas, previstos por la ley de 16 de julio de 1850.
Cuando en el mes de septiembre del año anterior, me hice cargo del gobierno de la república, la bandera de la rebelión se había alzado en el norte y sur, y acababa de sofocarse el motín militar, que, cuatro días antes, había estallado en Santiago. Dos provincias estaban ya sustraídas al régimen constitucional y sometidas a autoridades revolucionarias que no reconocían limitación de poder, y en las cuales se preparaban los elementos para combatir a mano armada las instituciones y el orden legal. Fruto en gran parte aquella rebelión, de las doctrinas desorganizadoras difundidas con especial empeño, triunfante ya en el norte y sur y ayudada por la impresión de sorpresa de sus primeros actos, no podía ser sofocada sin robustecer la autoridad del gobierno, sin darle extensas facultades. Esto fue precisamente lo que a instancias de mi honorable predecesor, hizo el congreso.
En virtud de esas facultades el gobierno pudo organizar fuerzas, dar vigor a la autoridad en los varios puntos atacados, y alejar del teatro de su influencia y relaciones a individuos que habían asumido el carácter de jefes entre los agitadores.
Para dar unidad y concierto a las operaciones militares, que los propósitos invasores de los rebeldes debían exigir en breve, se confirió el cargo de general en jefe al ilustre guerrero que acababa de regir la república y que con toda abnegación volvió a ceñir la espada en servicio de su patria, y ponerse a la cabeza de soldados a quienes tantas veces había conducido a la victoria.
Aumentóse la fuerza de los diversos cuerpos existentes, creáronse otros, acuartelóse la guardia nacional y púsose en movimiento gran parte de ella para que prestase el mismo servicio que la fuerza de línea.
Así se improvisó el ejército que antes de tres meses debía ahogar la rebelión en el norte y sur.
Merced a los esfuerzos generosos y patrióticos de ese ejército, y a los triunfos alcanzados por su constancia y bravura desde Loncomilla a Copiapó, merced a la cooperación activa y eficaz de los buenos ciudadanos y a los elementos de orden adquiridos en veinte años de paz, puedo anunciaros que toda la república se ha pacificado; que de un extremo a otro reina el orden; que la confianza ha vuelto a los espíritus, y que la prosperidad nacional toma un nuevo y poderoso impulso. Este resultado no se ha alcanzado sin grandes y dolorosos sacrificios. La patria ha perdido servidores que la honraban ya, y que, andando los años, le hubieran dado lustre y esplendor.
En Loncomilla fue vencida la rebelión pero no extinguida. Los restos del ejército sublevado podían aún conservarse algún tiempo en las provincias del sur, en la frontera, y mantener la excitación en el país, y servir de foco al espíritu de insurrección que se había hecho germinar en la clase ignorante y poco acomodada de algunos puntos, y prolongar la inseguridad que habría postrado a la industria y al comercio ya muy decaídos. El general en jefe puso la república a cubierto de este mal con la capitulación de Purapel que el gobierno aprobó.
En virtud de esa capitulación depusieron las armas los restos de fuerzas que existían en las provincias del Maule, Ñuble y Concepción, se ha suspendido toda persecución criminal contra los individuos comprometidos en la revolución, y se ha conservado en sus empleos y grados a los militares que se sometieron en tiempo a la autoridad legítima. El general en jefe ha manifestado también sus deseos de que una ley corra un velo de olvido sobre los acontecimientos pasados, y éstos son los sentimientos que por su parte animan al gobierno, quien os propondrá esta ley en la oportunidad conveniente. Una amnistía no surte sus benéficos efectos, no desarma las pasiones, cuando el ánimo de los que son objeto de ella no está bien dispuesto para recibirla. Es preciso que las pasiones se calmen, para que ese llamamiento hecho a los buenos sentimientos, al patriotismo, sea escuchado, y reúna a todos los chilenos en torno de un solo objeto, bajo una sola bandera: el bien de la patria.
La época pasada ha puesto de bulto la insuficiencia de los medios regularmente empleados para proteger la seguridad pública de las poblaciones y cuán fácil es desarmar la autoridad y dejarla impotente para hacerse respetar. Las propiedades y personas de los ciudadanos se han visto expuestas al pillaje, o por lo menos, en una situación azarosa, de que es justo y debido ponerlas a cubierto. Cada municipalidad necesita de una fuerza organizada, y no, como la que al presente posee, para cuidar de la seguridad y prestar protección a las personas y propiedades. La falta de fondos es un obstáculo para la realización de esta idea; pero como en algunos pueblos es ya ésta una necesidad urgente, menester será que el erario nacional les suministre por ahora moderados auxilios.
A este mal se proveyó durante la crisis, en las ciudades que se vieron más amagadas, con la formación espontánea de la que se llamó generalmente guardia del orden; útil institución de una influencia moral poderosa, y que es de desear se generalice y se establezca de un modo regular y permanente.
Valparaíso, que ordinariamente ha tenido la iniciativa en la planteación de instituciones de común utilidad, y cuyas propiedades han sufrido con frecuencia los peligros de los incendios, se ha armado contra esta calamidad organizando las compañías de bomberos voluntarios. Esta institución, que ha prestado ya importantes servicios, honra en alto grado a aquel pueblo.
Las recientes elecciones se han practicado en medio de la mayor tranquilidad. Conforme a la ley de 5 de enero del corriente año, en las provincias de Concepción, Ñuble y gran parte del Maule se efectuaron las calificaciones en fines de ese mes, y las elecciones en el mes de mayo, y conforme a otra ley de la misma fecha, se han elegido en esta vez en toda la república nueve senadores suplentes.
Pende ante el congreso un proyecto de ley que introduce en el servicio de correos reformas importantes: os recomiendo su despacho; mientras tanto se ha atendido a este ramo en la forma en que ha sido posible, y se prepara un arreglo radical que urgentemente reclama.
Muy notable falta hacen los vapores periódicos al sur. Si no fuese posible el restablecimiento de la línea que había, el gobierno está dispuesto a conceder la subvención a otra empresa o a suplir la necesidad por ahora, por cuenta del Estado.
Desde principios del presente año, el ferrocarril de Copiapó se halla sirviendo al público y ejerciendo su influencia poderosa en la industria y comercio de la provincia de Atacama. Lejos de salir fallidos los cálculos que se formaron al construirlo, parece que han sido más que satisfechas las expectativas de los empresarios.
Tengo la satisfacción de anunciaros que, en ejecución de la ley de 28 de agosto del año anterior, se ha establecido una sociedad con un fondo de cuatro millones de pesos, para llevar a efecto la importante obra de un ferrocarril entre Santiago y Valparaíso. El gobierno entra en la empresa, conforme a lo dispuesto en aquella ley, con dos millones de pesos, y un corto número de capitalistas con otros dos, y para completar los siete millones que se necesitan se han abierto suscripciones hasta el 1.º de septiembre próximo.
Desde los primeros meses del año, dos partidas de ingenieros bajo la dirección del ingeniero que ha hecho los planos y presupuestos del ferrocarril, y que ha presentado como resultado de sus trabajos un luminoso informe, se ocupan en reconocer y estudiar nuevamente la línea trazada, para introducir en ella las rectificaciones y mejoras que un examen más detenido y prolijo aconseje. Los trabajos han avanzado bastante: se ha logrado ya, entre otras mejoras, economizar la construcción de dos puentes sobre el río Quillota.
Autorizado para entrar en la compañía del ferrocarril con dos millones de pesos, el gobierno ha visto que no era posible distraer esta fuerte suma de las entradas ordinarias, sin perjudicar a otros muchos objetos también de grande interés. Para procurarse los fondos ha aceptado una indicación del comercio de Valparaíso, y ha solicitado del congreso la competente autorización para enajenar el todo o parte de la deuda que el Perú reconoce a favor de Chile. Os recomiendo su despacho.
El telégrafo eléctrico se hallará establecido en pocos días más entre las dos más importantes ciudades de la república. En la prontitud con que se ha llevado a efecto este pensamiento, vemos un ejemplo de lo que puede prometerse el país del espíritu de asociación, y de que no es empresa tan difícil ir introduciendo entre nosotros las creaciones y los adelantos de la civilización de los tiempos presentes.
El sur de la república tiene en gran parte, ligado su porvenir a la colonización. Escasa de brazos, de capitales, de industria, la provincia de Valdivia ha sentido ya la influencia civilizadora de la inmigración alemana. La protección y facilidades que se han prestado a los emigrados de dos años acá, los auxilios que se les han proporcionado a su llegada, y las ventajas que han encontrado en esta nueva patria, han ido aumentando su número. Puede decirse que ya se ha echado el cimiento del futuro progreso de aquella parte de nuestro territorio, y que la inmigración y colonización seguirán incrementando sin necesidad de grandes esfuerzos. El pensamiento primitivo de traer colonias modelos que reuniesen ciertas condiciones, no ha podido realizarse hasta ahora, y afortunadamente así ha convenido a los fines mismos de la colonización, porque, ni estaban preparados los terrenos que habían de ocupar aquéllas, ni dispuestos todos los elementos para no burlar sus razonables expectativas. Al presente ya se han echado las bases de una pequeña colonia a orillas de la laguna de Llanquihué. Pronto se mejorará el camino que comunica a la colonia con Osorno, y se abrirá el que debe unirla al seno de Reloncaví. Cuando se haya ejecutado esta obra decretada ya, la colonia situada en el valle central de la provincia, estará a pocas horas del mar.
La organización de los territorios de indígenas, el empleo de los medios más eficaces de civilizar a sus pobladores y de sujetarlos completamente a las autoridades de la república, es una empresa que- no debe postergarse, y cuya urgencia han puesto de manifiesto sucesos recientes. Os recomiendo el proyecto de ley que, sobre esta materia, pende ante el Congreso.
La comisión encargada de levantar el plano topográfico de la república ha terminado sus trabajos sobre el terreno, respecto de la provincia de Valparaíso y gran parte de la provincia de Aconcagua. Me prometo acelerar esta obra de tan grande importancia para la administración del Estado y que dará bases fijas para reformas que ahora sin imprudencia no se podrían acometer.
En el departamento de Justicia, se han dado algunas providencias para preparar reformas de un orden general; tales como el nombramiento de una comisión para que examinase el código español de comercio y propusiese las modificaciones con las que podía ser adaptado al país, y la orden comunicada a las cortes de apelación para que formulasen proyectos de aranceles de derechos, adecuados a las circunstancias de sus respectivos distritos. Una persona inteligente ha sido encargada de redactar un proyecto de ley sobre prelación de créditos que consulte mejor que la presente los intereses del comercio. El proyecto de código civil será pronto un objeto a que llamaré vuestra atención, así como solicitaré vuestra cooperación para facilitar la reforma del código penal y de procedimientos.
El fiscal de la corte de La Serena ha practicado en este año la visita judicial del departamento de Copiapó, autorizada por la ley de 11 de septiembre de 1850, con notable ventaja de la administración de justicia.
En el ramo de cárceles algunas se han reglamentado, y en uno que otro caso, se han suministrado fondos para la manutención de los presos. La penitenciaría ha merecido una atención especial. Se ha mejorado el servicio interior; se ha dado ensanche a los trabajos de los talleres, e introducido la administración para la provisión del establecimiento, después de experimentados en un largo período los inconvenientes de la sub-hasta. Para darle un sistema más constante y sujetarla a una vigilancia más directa, se ha nombrado un superintendente con renta, que tenga la dirección y responsabilidad de la administración de la cárcel en todos sus pormenores.
La sublevación de Magallanes ha hecho conocer que en un punto tan lejano no puede establecerse un presidio sin peligros. Para suplir su falta, se ha restablecido el de Juan Fernández, que puede ser más fácilmente atendido y socorrido desde Valparaíso.
No concluiré con lo relativo al ministerio de Justicia sin recomendaros el despacho del proyecto de ley pendiente, que reglamenta el modo de hacer efectiva la enajenación de los bienes vinculados.
Se ha promovido al obispado de Coquimbo al reverendo obispo de Ancud. Para el obispado de Chiloé se ha elegido, y pronto se presentará al senado, un sacerdote de celo y aptitudes y tal cual lo requiere aquella diócesis apartada y tan escasa de recursos religiosos.
Se ha dado el pase a la Bula expedida por Su Santidad a solicitud del ministro plenipotenciario de la república en Roma, aplicando a las misiones de infieles la limosna de la bula de cruzada, y pronto se transmitirán al congreso algunos de los otros asuntos negociados por el mismo ministro y que, atendida su naturaleza, requieren la intervención de la legislatura. También se ha autorizado el pase de varios Breves y Rescriptos, dirigidos a restablecer en los conventos de regulares la disciplina, especialmente en los noviciados.
Se ha auxiliado la construcción o reparación de un gran número de iglesias y se ha nombrado una comisión que examine el estado de la catedral de Santiago y proponga el mejor medio de reparar sus techos.
La educación ha sufrido en la época pasada como todos los ramos del servicio público. En muchos puntos las escuelas han estado desiertas, en otros se han cerrado, y en todas, la inquietud general ha venido a perjudicar a los progresos de los alumnos. Pero ya han vuelto a su estado ordinario, y se han establecido nuevas escuelas y mejorado otras.
La normal que, conforme a las resoluciones del congreso, ha recibido un aumento considerable en el número de alumnos, se halla próximo a entrar en posesión del local apropiado que se construye para ella. Entonces podrán introducirse en su régimen interior, mejoras a que han puesto obstáculos los locales provisorios que hasta ahora ha ocupado.
Los liceos de Concepción y La Serna, que suspendieron sus tareas en los últimos meses del año anterior, se reorganizan al presente. El de Talca, que se ha conservado en mejor pie, ha recibido un aumento a la subvención fiscal de que gozaba, por ser insuficientes sus fondos para pagar los profesores de todos los cursos establecidos.
En el instituto nacional se ha llevado a efecto la división en dos secciones, decretada en noviembre de 1847, conforme a los acuerdos del consejo de la universidad, destinada la primera a los cursantes de humanidades y la segunda a los estudios superiores. Cada sección con un jefe especial, será mejor atendida. El número de alumnos que concurre al instituto hacía más necesaria esta medida.
La universidad tendrá desde ahora una parte más efectiva en la enseñanza, y el celo del consejo inmediatamente encargado de la instrucción superior contribuirá sin duda a darle mayor impulso y a perfeccionarla.
La escuela de artes y oficios continúa mereciendo especiales atenciones del gobierno. Las ventajas de esta institución de enseñanza, tan bien calculada para las necesidades de la presente época, se han hecho notar ya, no obstante su reciente planteación.
No puedo dejar el ramo de instrucción pública sin llamar vuestra atención a la necesidad de que deis a la instrucción primaria una organización fija y permanente, y de que arbitréis los medios de proporcionar los fondos que, para difundirla y generalizarla conforme a las necesidades del Estado, son necesarios. Éste es quizá el mejor medio de poner a cubierto la sociedad de los peligros de la época, y de asegurar a la república un brillante porvenir.
Durante la guerra civil, el ejército recibió en todas sus armas un aumento considerable de fuerzas, y no podía ser de otra manera. Había que combatir la rebelión armada en el norte y sur, y había también que estar preparado para los propósitos sediciosos que se manifestaban en varios pueblos, entre la clase ignorante y poco acomodada, extraviada por criminales sugestiones. Los batallones en los que se había mostrado la sedición fueron disueltos, y sobre los restos leales se organizaron otros nuevos. En los regimientos de caballería, se crearon nuevos escuadrones o compañías, o se aumentó la fuerza numérica de éstas. Más o menos lo mismo se hizo respecto de la artillería.
Ese ejército improvisado a quien el mal ejemplo podía haber contagiado, a quien para llenar sus deberes para marchar al combate no se le ofrecía risueñas perspectivas, no se lisonjeaba sus pasiones; llegó, sin embargo, a ponerse en el pie más brillante quizá de cuantos ha tenido la república, y abrazar con entusiasmo y abnegación la defensa de las instituciones y el orden constitucional. Jefes de honor y valientes supieron infundir en la tropa su espíritu y alientos. Justo era premiar ese heroísmo; justo era que el gobierno se hiciese el órgano de la patria agradecida, y decretase un premio a los que la habían salvado de los horrores de la anarquía. Pero aún quedan deudas sagradas, que no ha estado en manos del gobierno satisfacer; aún quedan viudas y huérfanos de valientes servidores que la República debe acoger bajo su amparo; quedan soldados a quienes no alcanzan los grados ni ascensos y que sin embargo son acreedores a una recompensa. Pagar esas deudas, atender a esos servicios es un deber a que no dudo prestaréis una atención preferente.
Restablecido el orden en toda la república, se ha reducido la fuerza del ejército aunque no precisamente al número fijado por el congreso para el presente año. Las bajas que aún tienen varios cuerpos y la necesidad en la que se ha visto el gobierno de poner guarniciones militares en puntos en los que antes no se creía necesario, para inspirar confianza a los ciudadanos y disipar las alarmas que pudiera despertar el recuerdo de sucesos no lejanos, han exigido un corto aumento que subsistirá hasta que la legislatura fije definitivamente la fuerza.
Ahora se hace sentir más que antes la necesidad de una reforma militar, no sólo para atender a las justas consideraciones que obran en favor de los jefes u oficiales que después de largos años de servicio ansían por el descanso, y por que se les deje en libertad de consagrarse a otras ocupaciones, sino también para descargar al Estado de las crecidas erogaciones, que el aumento recibido por el ejército en esta época le impone.
La academia militar ha surtido en gran parte al ejército de oficiales y clases, que generalmente hacen honor al establecimiento.
La guardia cívica combatida por la seducción, como el ejército, si ha faltado en algunos puntos a sus deberes, se ha mantenido fiel en casi toda la república. En la división del norte, en la provincia de Aconcagua, y principalmente en el ejército del sur, la guardia nacional ha contribuido eficazmente al triunfo de la causa del orden. El batallón Talca y el batallón Chillán, han competido con la tropa de línea en su moralidad y disciplina, y en su coraje en el combate. Justo era conceder un premio a esa fuerza cívica que unida a la tropa veterana hizo la campaña y corrió los mismos peligros; y así se ha hecho.
La guardia cívica reclama la atención del congreso y exige una ley que la organice.
Muy importantes servicios ha prestado la marina nacional en la crisis pasada. Obligado el gobierno a atender a puntos muy distantes, a cerrar los puertos de las provincias sublevadas para ahogar en su cuna la rebelión, sin el auxilio de la marina, se habría visto muy contrariado en sus planes.
Al Meteoro y la Janaqueo, únicos buques de los que desde luego pudo disponerse, se agregaron Chile y el trasporte Infatigable armado en guerra. La falta de la Chile, fue reemplazada por la corbeta Constitución que, para atender a la urgencia del momento, se armó de una manera provisoria. Pero estos buques no aseguraban una comunicación rápida y fija, como lo requerían las operaciones militares. Para llenar esta necesidad, se adquirió el vapor Cazador, que dio una movilidad que ha tenido muy grande influencia en la pacificación del país.
La importancia de los servicios de vapores de guerra en un país de tan grande extensión de costas, y la prontitud con que, por su medio, puede atenderse a los puntos más lejanos, ha hecho pensar al gobierno en la adquisición de un vapor, más capaz y fuerte que el Cazador, para la marina de guerra, y confío en que prestaréis vuestro apoyo a este pensamiento. Esta medida precisará sin duda a disminuir nuestros buques de vela, mas no a suprimirlos. Hay servicios en la marina que con buques de vela se harán de una manera satisfactoria y con más economía. El gobierno se ocupa al presente en fijar bajo estas bases la marina nacional.
Se ha remitido a Europa y mandado entregar a lord Cochrane las seis mil libras que le acordó la ley de 1845, como compensación de servicios prestados en la guerra de la independencia, y satisfacción a cargos.
Pasando a hablaros de la hacienda pública, me es satisfactorio deciros que, no obstante las contrariedades sufridas por el comercio y la industria, no obstante la clausura de los puertos de Talcahuano y Coquimbo, y las sumas distraídas de las arcas públicas en las dos provincias sublevadas, las rentas nacionales han ascendido durante el año de 1851 a cuatro millones cuatrocientos veintisiete mil doscientos setenta y nueve pesos y dieciocho centavos, excediendo en 92.964 pesos 63 centavos a la entrada de 1850. La mayor parte de los ramos han recibido aumento, especialmente el de aduanas, cuyo producto excede al del año precedente en 102.063 pesos. La principal baja se nota en la renta de la casa de moneda y papel sellado y si se atiende a las circunstancias pasadas, natural era que así sucediese.
En los cuatro primeros meses del presente año, las entradas de la aduana de Valparaíso exceden en cerca de 90.000 pesos al producto de esta renta en los mismos cuatro meses del año de 1851.
Este estado próspero de la hacienda pública ha permitido al gobierno hacer frente a los ingentes gastos de la guerra civil, sin desatender ninguna de las necesidades ordinarias del servicio público, ni el exacto pago de la deuda interior y exterior, y sin que haya necesitado empeñar el crédito de la nación.
Se ha llevado a efecto la ley que mandó capitalizar y reconocer en la deuda interior los intereses adeudados a la casa de Huidobro.
En uso de la autorización conferida por el congreso en 26 de diciembre de 1850, se promulgó en agosto próximo la ordenanza de aduanas, reproduciendo en ella los reglamentos y disposiciones vigentes con las supresiones, modificaciones y agregaciones que exigía el propósito de simplificar el régimen de aduana, satisfacer las nuevas necesidades del comercio y quitar toda traba en cuanto lo permitía la protección debida a los intereses fiscales.
Un funcionario inteligente visita actualmente la aduana de Valparaíso para introducir prácticamente un régimen expedito y que evite demoras. Conforme a sus indicaciones se han dictado varias providencias.
El comercio de tránsito ha recibido grande impulso, especialmente por cordillera a consecuencia de las reglas más equitativas y liberales establecidas respecto de él, en las provincias trasandinas, después del cambio que los últimos sucesos de aquella república han introducido en su marcha política. Requiere sin embargo medidas, para las que oportunamente se solicitará vuestra cooperación.
La obra de los almacenes fiscales adelanta notablemente. Una gran parte del edificio está ya techado, y el arquitecto que la dirige ha anunciado que en la próxima primavera entregará de 30 a 40 almacenes y el resto en mayo venidero. Se ha adoptado en esta obra el sistema de construcción más adecuado a su objeto; la solidez y la sencillez se han consultado con preferencia. La alza que ha tenido el interés del dinero, ha obligado al gobierno a ofrecer el diez por ciento en las cantidades que, conforme a resolución del congreso, puede tomar para los almacenes fiscales.
A los almacenes fiscales seguirá luego un muelle. Se han hecho ya propuestas para su construcción y se han sometido al examen de personas competentes.
El catastro es una contribución cuya planteación tropieza con más dificultades por faltar los antecedentes, los datos fijos y tomados por procedimientos científicos, que debían servirle de base. Sin embargo, tal como existe recibirá mejoras notables en la revisión que al presente se practica.
Se ha trabajado y trabaja con el mayor empeño a fin de poner en ejercicio la nueva maquinaria para la casa de moneda, con el principal objeto de proveer al comercio de moneda de plata, que tanto ha escaseado. Mientras esto se consigue, se ha tratado de suplir esta falta con las máquinas antiguas, dando a los trabajos todo el impulso posible. Ha llegado el cobre mandado amonedar a Inglaterra y Estados Unidos, y se ha dado a la circulación una buena parte no sólo en Santiago, sino también en las provincias.
Con los diez mil pesos acordados por la legislatura a la Quinta Normal, se ha fundado la escuela teórico-práctica de agricultura, concurrida al presente por los alumnos que ocupan becas costeadas por el gobierno.
Os recomiendo el proyecto de ley sobre secuestros, pendiente ante el congreso hace dos años.
Os he bosquejado el cuadro de la situación presente de la república, y recorrido las medidas administrativas más importantes que han ocupado al gobierno principalmente en tiempo de mi predecesor. Los ministros del despacho os darán una razón más detallada.
En los pocos meses que he tenido la honra de estar a la cabeza del gobierno, ha sido necesario ocuparse ante todo, en salvar el país de la anarquía, en consolidar el orden interior. He llenado mi deber en esta parte. El país ha recobrado ya su estado normal de tranquilidad, sin embargo de los esfuerzos constantes y sistemados que en la pasada época se han empleado para conducirlo al desquiciamiento y la anarquía. Los pocos gérmenes que pudieran quedar irán desapareciendo gradualmente por una parte, con la política que me he propuesto de olvido y conciliación respecto de lo pasado, y de justa y severa represión para lo futuro, y por otra con la eficaz promoción de los intereses materiales, que mejorando la condición del pueblo lo alejen de servir de instrumento a planes subversivos, y con la reforma franca y prudente de las instituciones defectuosas o concebidas en un espíritu poco conforme a los intereses de la comunidad. Para estos fines cuento con vuestra cooperación.
Llamados vosotros en la presente época, a trabajar en bien de la república, como sus representantes, esforzaos ante todo en consolidar las instituciones, en alejar de nuestro suelo las calamidades consiguientes al influjo de perniciosas doctrinas, al predominio de mezquinos intereses, al desborde de las pasiones. Buscad a las leyes el apoyo del asentimiento general, perfeccionándolas, modificándolas, según las necesidades de la sociedad y del tiempo en que vivimos, buscadles sobre todo el poderoso apoyo de la conciencia universal, basándolas en los principios de eterna justicia. Siguiendo esa senda mucho habréis avanzado para neutralizar la influencia de doctrinas subversivas, para hacer que sobre todos los intereses, prevalezca el interés público y sobre todas las pasiones el patriotismo. No es fácil la obra que por ahora está encomendada a vosotros, ni es un espíritu indiscreto de reformas inmaturas, ni la ansia de cambiarlo todo, lo que puede adquiriros derechos a la gratitud pública. Pero vuestras luces, vuestro civismo, os allanarán las dificultades, y la Providencia, que tan visiblemente ha ostentado en varias ocasiones su protección a la república, prestará a vuestros consejos el acierto, y dirigirá vuestros trabajos a la prosperidad y gloria de nuestra patria.