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Discurso en el Teatro Municipal de 1946

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DISCURSO DE LA CANDIDATURA LIBERAL PARA LAS ELECCIONES DE MAYO DE 1946
Teatro Municipal (Bogotá), 1946

Le ruego... le ruego el favor de... de guardar silencio por una sola razón, por la razón por la cual este movimiento no es personalista sino doctrinario. Por la razón elemental de que tiene que terminar de una vez el hecho primitivo, el hecho indecoroso para mi patria que es un gran pueblo, de que se le maneja con el irrespeto con que se manejan las vacadas de las haciendas privadas. Los hombres colombianos no podemos ser manejados con ese irrespeto, es nuestra dignidad que está por encima de los partidos, que está por encima de los cápulos monumentarios, que está por encima de las papeletas, porque donde no hay dignidad de hombre, todo lo demás está perdido.

Pero no resultó tampoco aquella maniobra, que tenía nombre propio. Y en esta tarde me he encontrado con el caso singular de los enterradores convertidos en parteras de nacimiento electoral.

No señores, los enterradores no pueden tomar el papel de comadronas. Y tranquilamente, falladas todas esas cosas, con el único propósito de atajarle la voluntad al pueblo, se saca del propio matiz, como cualquier prestidigitador saca del propio cubilete mágico, el nombre moral e intelectualmente ilustre del doctor Eduardo Santos, que es el otro extremo de los cariños aparentes y de los odios profundos de estos dos antiguos jefes del partido liberal.

Ruego el favor de silencio, porque se trata de obtener tiempo para decir las cosas que tengo que decir.

Y ese sí que es un cuadro que ha conmovido a la opinión pública en Bogotá y va a conmoverla en Colombia. Porque ya no se trata del afecto, porque ya no se trata de imponer un candidato a quien se quiere, porque ya la razón es otra, la de imponer por sí y por propia voluntad, la de un candidato a quien se odia. Entonces si no es el amor, si no es la intención de tener peleles en el Palacio de la Carrera para mandar a través de los peleles, porque el doctor Santos no lo es, entonces hay otra razón distinta.

Es la repetición de un hecho histórico que Colombia ya conoce. Colombia conoce que por razón de temperamentos y de distinto orden, hay dos jefes que se odian y se abominan. Lo que Colombia no quiere seguir sabiendo es que la república tenga que estar orientada por esos odios o por esa abominación. El país recuerda que cuando Arango Vélez saltó a la arena, se alzó como he saltado yo en contra de lo que yo llamo el Régimen Oligárquico, que no es precisamente tener dinero ni tener posiciones, sino manejar el país con el criterio con que nos están manejando y nos pretenden manejar a la espalda de la opinión pública.

Y entonces, los odios se suturaron en lo externo y ante el peligro de que el sistema oligárquico se cayera, se silenciaron las baterías, acostumbradas a odiar tan amorosamente. Y ahora tenemos el fenómeno a la inversa: Ya no es la personalidad ilustre de Eduardo Santos, abriéndole el paso al entonces candidato popular el doctor López, ahora es al revés, pero ante el mismo peligro, ante el agrietamiento de la oligarquía, ante el hecho de no haber podido imponer los candidatos contra la opinión pública, ante el hecho de haber fracasado con la intransigencia y haber fracasado con la transigencia, ante el hecho de haber puesto al partido conservador a decidir de la suerte del candidato liberal y no haberlo logrado, hemos llegado ya entonces, ante el peligro de esta avalancha humana, que no mi nombre, sino la restauración moral y democrática de la república, ¡libra una batalla!, ¡librará una batalla!, ¡vencerá a la oligarquía liberal!, y aplastará a la oligarquía conservadora.

Pero lo que me sorprende en esta serie de habilidades que yo no entiendo y no quiero comprender, es que se diga como se ha dicho esto: Que dizque mis conferencias con el doctor Turbay eran para formar un frente contra el eje Santos y López. Qué inexactitud tan grande, porque si yo las entablé, lo hice en primer lugar porque mi deber de guardar y prever la defensa del liberalismo me obligaba a ella, y en segundo lugar, ellas se sucedieron porque como todos lo recordaran, pérfidamente se empezó a hablar de que sólo el señor Turbay y el señor Gaitán tenían la responsabilidad. En esos periódicos vosotros habéis leído que sobre las dos cabezas se echaba toda la responsabilidad y al mismo tiempo a mí se me decía por esos eminentes ciudadanos, que la manera de salvar la situación era la de entenderme directamente con el doctor Gabriel Turbay; pero al día siguiente de estarme entendiendo con él, encontré que los periódicos que así me habían empujado, que los personajes que así, para mí, con patriotismo me habían inducido a aquello, al día siguiente comenzaban a hablar contra el eje Turbay – Gaitán, contra el eje López – Santos y empezaban a maquinar a fin de que esas conversaciones pasaran del plano transigente que tuvieron en la iniciación, a un plano intransigente, y se estimulaba la intransigencia para que fracasaran a fin de poder terminar en esta farsa y en esta comedia de ahora, y decir que habíamos fracasado en ese eje para poderle imponer a la patria un candidato que la patria no ha pedido, porque la patria está hoy en combate denodado contra el sistema de las oligarquías.

¿Por qué se me quiere engañar de esa forma?, ¿por qué se quiere jugar con mi sinceridad de esa manera?, ¿por qué mi espíritu de transigencia se explota habilidosamente un día para seducirme hacia la transigencia y después provocar la intransigencia, a fin de hablar de un fracaso de ese eje y poder usufructuar el remanente, en beneficio de uno de los extremos de ese otro eje?

Yo no sé si el Partido Liberal va a ser dirigido así. Yo lo que sé que es que hay un gran pueblo que no lo va a permitir, y si los jefes son inferiores, y si esta gente sigue cavilando, y si esta gente es incapaz de decidirse, y si hay hombres dirigentes incapaces de dar la batalla de mando y de combate, puede que los dirigentes no hagan la unión entre sus odios, mentiras e hipocresías, pero el pueblo el 5 de mayo, el pueblo liberal, unionistas, turbayistas, socialistas, gaitanistas, harán la unión en las urnas contra la oligarquía conservadora.

Porque del otro lado está el otro hueco. A mí no se me escapa, ni a nadie se le escapa, que hay una pequeña minoría liberal, que prefiere cien veces, aun cuando no lo diga, pero si lo insinúe con sus actitudes y sus artículos, el candidato Ospina Pérez que el candidato Jorge Eliecer Gaitán.

¿Por qué? ¿por la persona de Ospina Pérez o de Gaitán? No. Que son personas afortunadamente ambas respetables desde todo punto de vista. Pero es que el problema que hay en Colombia ahora, señores conservadores y señores liberales, es otro. Aquí veníase sucediendo, y lo sabía la oligarquía conservadora, especialmente cierto grupo reducido de la plutocracia conservadora de Medellín, que el pueblo conservador y el pueblo liberal habían empezado a entender que, si los distanciaban ciertos principios filosóficos y económicos fundamentales, sin embargo, en el hecho de las costumbres políticas habían llegado a incidir para defender intereses que les son mutuos y que les son caros.

Ese pueblo conservador y ese pueblo liberal sabían, y saben, y no ignoran, que muchos de esos que ahora en los editoriales firmados de los periódicos conservadores me hablan de la manera cómo debo defender la restauración moral, se les ve la punta del cheque del alcalde en el bolsillo.

No me vengan con hipocresías, que conocemos sus nombres y el pueblo liberal y el pueblo conservador los conoce. Y saben que esas pequeñas minorías se defienden mutuamente por encima de sus ideas para defender sus intereses, en contra de los intereses del pueblo que trabaja, en contra de la clase media y en contra de la clase trabajadora, en contra de los profesionales y en contra de los intelectuales, en contra de los industriales y en contra de los agricultores y de los cafeteros que no tienen el teléfono de las influencias políticas, que funciona igual para las voces de la oligarquía conservadora que para las voces de la oligarquía liberal.

Ellos quieren tener un país paria e imbécil, que trabaje para sus intereses… Sus intereses que se giran estratégicamente, unas veces con sello rojo y otras con sello azul, pero siempre en las casillas de los bancos para los giros y los descuentos.

Y se había dado cuenta la oligarquía conservadora de eso, y sabían que la juventud conservadora y el pueblo conservador y los campesinos, y la gente que se ha visto sometida a este mismo régimen de retraso político en Colombia, estaban avanzando y va a hacer una revolución de los sistemas y las costumbres políticas. Se ha pensado en la capacidad fisiológica de ese hombre que, atraído por la oferta del dinero inmediato, sacrificará su biología y su sistema físico para ganar más dinero como lo propone el doctor Ospina Pérez. ¿Y entonces ese hombre ha pesado de manera distinta? Ese es un viejo criterio mandado a recoger por inhumano y por cruel y por atroz, ese es un viejo sistema en virtud del cual el hombre nada cuenta, “el hombre debe ser esclavo de la máquina, se le debe proteger, sí, que produzca lo más que pueda, que se le pague alto, pero que produzca mucho, para que el rendimiento alto no se detenga”: No importa su psicología, no importa la resistencia de su biología, lo que es importante es que la oligarquía plutocrática gane y no el espejismo de pagar más cuando más se trabaje, aun cuando quiebre la biología y la psicología del pueblo colombiano porque la economía de los menos está por encima de la vida de los más.

Ese es el viejo criterio de la plutocracia: Defender al hombre, defender las garlanchas, no por el hombre mismo, sino por lo que el hombre pueda dejarse devorar de la insaciable sed de dinero de los que tienen dinero. Nosotros decimos cosa distinta, nosotros no hablamos de esas minucias, que son todas tendientes a saber cómo se le exprime la última gota al hombre, dándole el estímulo de pagarle más para que pueda consumir más alcohol y tener más sífilis.

Nosotros tenemos un sentido humano distinto, diverso de estas cosas. Nosotros no decimos que el hombre debe ser un esclavo de la economía, decimos que la economía debe estar al servicio del hombre. Pero es que para nosotros, el hombre es igual conservador, que liberal, que socialista, que comunista. Tenemos un sentido diverso de la economía y no la encontramos sino a través del hombre. No creemos que solamente en uno de sus círculos se ataca a esa grandeza devorante y asoladora, que llama demagogia a esto que yo digo, porque no puede directamente negar la verdad y la justicia, y que se siente estadista solamente porque carece de vibraciones de corazón y del espíritu, estadista simplemente porque nada aman, estadista simplemente porque les falta el carácter para decir lo que su corazón siente y su mente piensa, estadistas porque les falta el fuego interno para la rebeldía, estadistas porque si están con Laureano Gómez se lo tragan y no son capaces de votar en los senados, estadistas porque se dejan manejar, estadistas porque no tiene la fuerza humana que nosotros tenemos, ¡pues en buena hora que no nos crean estadistas!, porque nosotros queremos ser cerebros, sí, pero cerebros iluminados ardidos por el fuego de nuestro corazón.

Se equivocan si creen que a esta raza colombiana la puedan barrer. Que nos hablen de esto los candidatos de la oligarquía... A los pueblos no se les puede robar el sentido de su nacionalismo, en cuanto el nacionalismo no sea agresivo, no sea repulsión del elemento extranjero que debe ser fraternalmente acogido entre nosotros, en cuanto venga a prestar un beneficio, en cuanto no sea agresión al extranjero que afortunadamente nosotros no podemos realizar, pero en cuanto sea estímulo de nuestra propia razón de ser orgullo de nuestra propia raza, ¡veneración a nuestras tumbas!, porque eso no es lenguaje ni demagógico ni retórico, que los hombres que hemos cruzado universidades sabemos: Que el hombre es como las plantas, que la planta da fruto y flores no por la planta misma, sino por el surco y la tierra donde ha prendido, y que el hombre y un pueblo no pueden ser grandes y fuertes sino en razón de las tumbas donde tiene el alimento para su futuro.

No nos roban nuestra fisionomía, no nos roban nuestro propio aliento de ayer. Nuestras madres, y nuestras tumbas de nuestras madres, y nuestros abuelos, son el altar donde llegamos a abrevar nuestras energías para el mañana. Nos sentimos muy orgullosos de esta vieja raza indígena y odiamos a estas oligarquías que nos ignoran, y detestamos a esta gente que odia al pueblo y creen que a la raza colombiana se le pueden volver las espaldas, y que el país político puede jugar con los dados de su actividad sobre la túnica de nuestro patriotismo.

Estamos defendiendo cosas como lo veis demasiado grandes, y nos hablan de personalismo... No nos hablen mañana de candidatos a los cuales nos van a inventar sobre el pretexto del pánico liberal. Nada de pánico, el pánico se lo dejamos a la gente cobarde que no sabe sentir como nosotros, lo que esta raza nuestra sentimos. Nada de conspiraciones, nos reímos de las habilidades. Flexible he sido, pero inflexible en la defensa del procedimiento y de la doctrina: Flexible para todo lo que se diga salvar al partido liberal, pero no al partido liberal como un desprecio a la voluntad popular, sino al partido liberal como un sentido de transformación, ¡que haga la nueva república que Colombia necesita! La plutocracia conservadora que veía la transformación de las masas conservadoras hacia esta gran noción de una república nueva ha querido con su dinero oponerse, y habla de unión nacional.

¿Qué nos dirán ahora los que ayer nos trataban de conservadores? ¿Qué nos dirán ahora los que ayer nos ultrajaban y nos ignoraban? ¿Qué nos dicen ahora los que están provocando en forma que ellos no pueden seguir utilizando la rabia popular? Qué nos pueden decir cuando estamos realizando la batalla de una nueva expresión y de una nueva realidad nacional... Que tiemblen los vacilantes, yo me siento y sé que estoy respaldado, pero si no lo estuviera tengo que repetir aquí la frase: "Más vale una bandera limpia solitaria sobre una cumbre, que cien banderas tendidas sobre el lodo".

Entonces, yo lo único que le pido al pueblo es que él decida, pero que decida no solamente en este ambiente y en estas inmensas manifestaciones, que dentro del orden, porque os van a provocar el desorden y porque va a haber saboteadores de violencia a los cuales debéis castigar violentamente.

Nada de desórdenes, fuerza contra el desorden. Podéis tener esta seguridad, yo os lo juro por mis mayores y me acuerdo ahora de cosas sagradas que amo desde lo más íntimo de mi ser y que son la razón misma de mi existencia y que ahora se atraviesan en mí como una llama profunda de iluminación, yo os lo juro por ellos que no os dejaré, pero vosotros tenéis que jurar conmigo lo mismo.

No estáis en unas elecciones, no. Gentes de todos los órdenes conservadores y liberales ¡os están engañando las oligarquías!, ¡en pie nosotros los oprimidos y engañados de siempre!, ¡en pie nosotros los burlados de todas las horas!, ¡en pie nosotros los macerados como yo, a quien la fortuna y un divino ser del cual ahora me acuerdo, me dio las fuerzas para esta batalla!, ¡en pie vosotros los que sabéis sentir y no tenéis la frialdad dolosa de los académicos!, ¡en pie vosotros! Que yo os juro que, en el momento de peligro, cuando la orden de batalla haya que darla, yo no me quedaré en mi biblioteca. Sabed que el signo de esa batalla será mi presencia en las calles a la cabeza de vosotros.

Yo sé que los engañadores de todas las horas, los que hablan de personalismo, toda esta gente fría, toda esta gente a la cual le falta el correr tremendo de la vida de la historia y la vida de la pasión, ahora se está riendo de vosotros y de mí, y nosotros les vamos a hacer cambiar esa sonrisa por la mueca del amargar de la derrota.

Nosotros hemos leído muchos libros y pasado universidades, no así como así a la manera de ellos. Tenemos una estructura mental que ellos no tienen. Nos hemos quemado demasiado las pestañas. Hemos encontrado demasiados obstáculos, y de tanto libro, y de tanto maestro, y de tantas cátedras, ellos que no las han tenido, hemos sacado sólo esto: Hay una brújula que es nuestro corazón, hay algo profundo que es la intuición, aquella divina intuición de nuestra madre superiora, la sabiduría, aquel sentir que solo el pueblo tiene, aquella sabiduría que no es esquema geométrico sino turbulencia de la biología, ¡grito del alma!, ¡fuego de la especie!, creación del ritmo que nos dice dónde está el mañana y qué es lo que debemos abominar del hoy y olvidar del pasado. Nosotros lo sabemos con fe heroica, serán engañados si nos atraviesan estos ajedrecistas del cálculo. Candidatos y jugadas y gentes que vienen a convenciones previamente facturadas y preparadas y manzanillos de todo pelambre que vienen a simular una opinión que no tienen, y gentes que están esperando con el fraude.

Se engañan. Yo no sé si también me engañe, pero yo me he recorrido el país. Esta gente lo niega, esta gente llega a farsas como la de Barranquilla, donde había cien mil hombres, donde no hay sino solo dos mil conservadores, y después se daban el consuelo de decir que era que los conservadores habían recibido la orden de acudir a mis manifestaciones. Esta gente se engaña y simula. Esta gente no cree en el pueblo colombiano y yo creo en el pueblo colombiano. Y aquí hay algo distinto de la cosa electorera, aquí hay una fuerza colombianista que no quiere dejarse ultrajar en sus antecedentes y en la gloria de sus mayores, aquí hay una fuerza de futuro donde miran los ojos de conservadores y liberales, no hacia un socialismo comunismo, pero sí hacia una justicia, algún alto de justicia. Yo no creo que seáis inferiores. Y entonces yo digo aquí a vosotros en Bogotá, a la gente de todo Colombia, no hay sino una solución:

¡A LAS CALLES PERMANENTEMENTE SI ES QUE EN VERDAD TENÉIS LA POTENCIA DE LUCHA PARA DAR LA BATALLA!

Aquí no puede haber más combinaciones, aquí no puede haber todo este enjambre de cosa tortuosa. Vamos a ver si el pueblo colombiano es digno de esta campaña. Yo no le digo que me siga, ni digo que quiero ser candidato, digo que él lo resuelva, y si se sale a las calles, y si libra la batalla de ahora hasta el 5 de mayo, que lo digan en las calles, que lo digan en las veredas, que lo digan en los pueblos, que lo digan en las capitales de departamentos, que lo diga la voz clamorosa de vosotros en Bogotá, ni un momento de quebranto ante la jugada de los amadrines, la voz clamorosa de las masas en las plazas y las calles.

Ahora sí para terminar:

PUEBLO, POR LA RESTAURACIÓN MORAL, ¡A LA CARGA!

PUEBLO, POR VUESTRA VICTORIA, ¡A LA CARGA!

PUEBLO, POR LA DERROTA DE LA OLIGARQUIA, ¡A LA CARGA!

PUEBLO, POR VUESTRA VICTORIA, ¡A LA CARGA!