Don Manuel Ruiz Zorrilla
El ministro de Fomento del Gobierno provisional,
cuyo retrato verán en este número nuestros lectores,
es una de las personas, que, en sentir de la generalidad, se ha entregado con mas fé y mayor ahinco á la
tarca de traducir en hechos el espíritu de la revolución
que elevó al poder el ministerio actual. Desde los primeros actos del nuevo gobierno, comenzó á notar la
prensa periódica, que la fragua de este departamento
gubernamental era la mas candente y d fuego el mas
activo para fundir decretos en consonancia con las aspiraciones liberales de la mayoría de la nación; y, en
efecto , los que sean aficionados á leer periódicos, no
habrán dejado de notar, que mientras la censura se cebaba con los colocados al frente de otros ministerios,
ya por su lentitud y pereza en la obra de demolición y
reconstrucción, ya por no acometer decididamente las
reformas necesarias, el señor Ruiz Zorrilla recibía de
continuo plácemes y enhorabuenas por sus resoluciones
y decretos. Verdaderamente debemos reconocer en este
ministro un hijo legítimo de la revolución, que toma á
pecho la faena y considera como cuestión de honra el
no parecer desnaturalizado; pero, si, por ejemplo, mucho ha hecho respecto á la enseñanza en general, y
nosotros hemos sino de los que no le han escaseado elogios, hallamos todavía un gran vacío en todo lo referente á la organización universitaria y á la rehabilitación de la autonomía de estas corporaciones, destinadas á un influjo y papel importantísimo en épocas de
libertad. Es preciso que las universidades dejen de ser
por completo oficinas de gobierno como las hicieron los moderados en España; y
que el cláustro, ó llámesele revolucionariamente, el jurado
universitario, recobre la iniciativa, la independencia, la acción y autoridad, la respetabilidad é importancia que tenia
en España aun en tiempos del
absolutismo. En una palabra, y
lo aconsejamos al señor Ruiz
Zorrilla (en quien vemos deseos
de acertar) , una cosa es ser
ministro revolucionario y otra
desorganizador: y la verdad es
que la institución universitaria
ha sentido hasta ahora, mas los
efectos de lo segundo que de
lo primero. Todavia puede consumarse y consolidarse esta reforma y el señor Ruiz Zorrilla,
bien aconsejado, es ministro de
talla capaz de acometerla para
bien del país y gloria suya.