El Canto del Poeta

De Wikisource, la biblioteca libre.
​El Tesoro de la Juventud​ (1911)
El libro de la Poesía, Tomo 2
El Canto del Poeta
 de Olegario Víctor Andrade

Nota: se ha conservado la ortografía original.


La poesía, hija del cielo, busca siempre las más elevadas regiones del pensamiento, para contemplar luego tendido a sus pies el universo entero. « Más allá » puede remontar aún su vuelo en alas de la fe, penetrando en los dominios de lo sobrenatural. La poderosa fantasía de Olegario Víctor Andrade (1841-1882), poeta argentino de estro sonoro y grandilocuente, rival en ocasiones del de Víctor Hugo, halla tema acomodado a sus extraordinarias facultades en los pensamientos antes apuntados, que Andrade borda y colora, con su acostumbrada maestría, en los siguientes serventesios.


EL CANTO DEL POETA

¡M

ÁS allá! ¡Más allá! Sobre esa nube.

Cortina inmensa que en los aires flota,
Entre el fragor de la tormenta, sube
Como de un himno la postrera nota.

¡Más allá! ¡Más allá! Donde en la niebla
La mirada de Dios relampaguea,
Donde su aliento los espacios puebla,
Donde gimiendo el huracán rastrea.

¡Más allá! donde el cóndor de las breñas
Esconde el pico entre las pardas alas.
Allá, do tanto en tus delirios sueñas,
¡Sube, poeta, a desplegar tus galas!

Allá está el sol, gigante reverbero
Colgado al pie del solio del Eterno.
¡El sol! ¡de vida colosal venero
Que derrite las nieves del invierno!

¡El sol! de fuego cristalino río.
De los mundos espléndido tesoro,
Que se arrastra en el cauce del vacío
Como un arroyo sobre arenas de oro.

Allí entona tus trémulas querellas,
Allí los himnos de la fe levanta,
Entre el polvo de fúlgidas estrellas
Que brota del Creador bajo la planta.

Allí el alba despierta de su sueño.
Como una virgen de rubor velada,
Y allí la tempestad con torvo ceño
Va a dormir en su lecho fatigada.

Allí la noche vierte sobre el mundo
Su regalado aliento de rocío:
Allí la luna con afán profundo
Se mira en el cristal del manso río.

Allí los astros, en ignoto idioma,
Modulan sus estrofas de armonía,
Y la sonrisa de la luz asoma
Como ensueño de amor y poesía.

Allí los siglos en montón rehuyen.
La eternidad teniendo por alfombra.
Como olas que se empujan y destruyen...
¡Connubio de la vida con la sombra!

Canta allí tu ardoroso devaneo,
Las creaciones que forja la ventura,
La imagen vaporosa del deseo.
La esperanza de mágica frescura.

Canta el amor con su divino anhelo.
La fe con su gigante poderío,
La fe, que, a su calor, acá en el suelo,
Edén se toma el páramo sombrío!

Vierte, poeta, el inmortal destello
Que en tu robusto corazón chispea.
De la eterna verdad y de lo bello
Fecundo efluvio, vigorosa idea.

No cantes las blasfemias del hastío,
No cantes del dolor la árida duda;
Antes que hablar del descreimiento impío
¡Péguese al paladar la lengua muda!