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El cardenal Cisneros/LI

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original. Publicado en la Revista de España.


LI.

Cisneros prestaba un inmenso servicio á la teología con la Políglota; pero quiso también prestar otro servicio no menos considerable á la filosofía mandando hacer una gran edición de las obras de Aristóteles, el gran filósofo de la antigüedad, tenido entonces en toda Europa por el Príncipe de la ciencia. Varios sábios recibieron el encargo de coleccionar las obras del Stagirita, y Vergara tradujo la física, la psicología y la metafísica en poco tiempo; pero la muerte de Cisneros se anticipó á la conclusión de la obra, y sus materiales fueron depositados en la biblioteca de la catedral de Toledo, que han esperado, en vano, otro Arzobispo como aquel para ver la luz pública.

Más afortunadas fueron las obras del Tostado, que fueron impresas por primera vez de órden de Cisneros, quien no dejaba nunca en paz á las prensas publicando libros de piedad y de instrucción, en latin para los sábios, en romance para el vulgo. Millares de ejemplares se repartían á su costa en toda España: hacia, al concluir la Edad Media, lo que tanto se elogia en las sociedades protestantes de hoy; difundia las Biblias legítimas, propagaba sanas lecturas, y asi se acaloraba el sentimiento religioso y nacían buenas costumbres, y declaraba la guerra con fruto en el seno del hogar doméstico á todos los libros perniciosos.

¡Prelados españoles del siglo XIX! ¿por qué, para rechazar el error y hacer la propaganda de la verdad, no seguís las huellas de Cisneros?

Todavía hizo más, y fué comisionar á un agrónomo entendido, nombrado Ferrara, hermano de un profesor de Alcalá, para que compusiera pequeños manuales, escritos populares sobre agricultura, que enviaba y repartía gratuitamente por campos y aldeas, en donde eran de utilidad suma. Elógiase en Baviera, en donde de cada cien habitantes cuarenta y tres se dedican á la agricultura, que los niños de los labradores la aprendan como la religión, por medio del catecismo, y en verdad que esto no es más que hacer lo que Cisneros hace tres siglos.

¡Ministros españoles de la Revolución moderna! ¿por qué, para disipar la ignorancia en las últimas capas sociales y establecer los conocimientos agrícolas, tan necesarios en nuestro pais, no imitais también en este punto al gran Cisneros?

Aún nos falta hacer mención de otra obra llevada á cabo felizmente por nuestro ilustre Prelado, y fué la magnifica edición que hizo del rito muzárabe, entonces casi olvidado ú olvidado por completo en todas las iglesias de España, y que era el verdadero rito nacional.

Es sabido que la antigua liturgia española, como la liturgia romana, fué adulterada por las herejías de los Bárbaros que dominaron en nuestro país, hasta que, convertidos al catolicismo los Visigodos, se celebró un Concilio, el cuarto de Toledo, al cual asistieron todos los Obispos, y fué presidido por el ilustre Prelado de Sevilla, San Isidoro, para poner fin á la variedad de las liturgias antiguas. Hiciéronse algunas adiciones y otras supresiones en los Rituales conocidos, y formóse lo que se llamó liturgia gótica, escrita en lengua latina, que tenía algo del carácter de la liturgia griega, y fué declarada única, legítima y ortodoxa en España. Vinieron los Moros; dominaron el país; muchos naturales abandonaron sus hogares por respirar aire de libertad entre inaccesibles riscos, y allá en Toledo los Cristianos que quedaron siguieron practicando el culto con el Ritual prescrito por San Isidoro. A estos Cristianos, que vivían mezclados con los Moros, se los llamó Muzárabes, y á su culto muzárabe también, pero que en realidad era la liturgia verdaderamente cristiana y española.

Lo que los Moros respetaron no lo quiso respetar Alfonso VI cuando tuvo lugar la Reconquista, pues infinido por la corte francesa que le rodeaba, á cuyo frente estaba su esposa Constanza, se empeñó en reemplazar la liturgia gótica ó muzárabe con la romana. Grande oposición encontró el deseo del Rey en el clero, en la nobleza, en el pueblo, y hubo que apelar al juicio de Dios, según el uso de los tiempos; pero aún triunfante el culto muzárabe de esta prueba bárbara y terrible, todavía insistió el Rey y se apeló á otra más original y extraordinaria, como fué arrojar á una hoguera un Misal romano y otro gótico para ver cuál salia ileso de las llamas. Victorioso también el último, consintió el Rey en que se continuase practicando en las antiguas parroquias de Toledo; pero obligó á las demás del reino, á todos los pueblos y ciudades á que siguieran el Ritual de Roma, por más que lo repugnaba el pais, lo que dió origen al sarcástico proverbio de «allá van leyes donde quieren Reyes.»

Localizado, no obstante, el Ritual indígena á determinadas parroquias de Toledo, y extinguiéndose poco á poco las antiguas familias cristianas que habian conservado el fuego sagrado de la Religión entre los mismos Infieles, sólo llegó á celebrarse en ciertas fiestas solemnes, si es que no se perdió por completo, hasta que, revolviendo papeles y manuscritos hacinados en el Archivo, cuando Cisneros, siempre grande en sus concepciones, acaloraba en su mente la idea de construir una biblioteca á la manera de la del Vaticano, se encontró con los que se referían á la liturgia gótica, y mandó hacer una edición abundantísima de Breviarios y Misales muzárabes, que distribuyó generosamente entre todas las parroquias de su diócesis. Es más: con el objeto de perpetuar tradición tan piadosa, hizo construir en la catedral de Toledo una magnífica capilla, que hoy todavía se enseña á los viajeros y á los fieles que por primera vez visitan aquel augusto y venerando templo de la Religión y de las artes, á la cual señaló trece sacerdotes con la obligación diaria de decir Misa y celebrar el Oficio, según la liturgia gótica ó muzárabe.