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El Libro de la Virgen del Carmen : CAPÍTULO V: EL DISCERNIMIENTO

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El Libro de la Virgen del Carmen:
CAPÍTULO V: EL DISCERNIMIENTO

de Samael Aun Weor

En nuestro pasado capítulo dijimos que cuando el cuerpo duerme el alma vaga por el sagrado monte.

El alma se ocupa durante las horas del sueño en los mismos oficios y ocupaciones del día.

Fuera del cuerpo los comerciantes compran y venden en sus almacenes, sin darse cuenta de que están fuera del cuerpo.

Durante las horas del sueño vemos a las almas de las modistas, de los mecánicos, de los tenderos, de los vendedores ambulantes, etc., dedicados a los mismos oficios y menesteres del día.

Esas almas andan dormidas, convencidas, seguras de que se encuentran en carne y hueso. Cuando alguien les dice que están fuera del cuerpo, entonces no creen y se burlan.

Si esas almas se dieran cuenta de que están fuera del cuerpo, entonces podrían transportarse a cualquier rincón del mundo en pocos instantes.

Así la esposa que sufre por el hombre que ama y que está ausente; la novia que está sufriendo por su novio amado, puede visitarlo sin ser vista. La madre que tiene el hijo ausente puede visitar a su hijo, y darse cuenta de su vida.

Lo importante es conocer la clave, el secreto para darse cuenta de que está fuera del cuerpo físico.

Esa clave es la del discernimiento. Durante el día debemos hacernos esta pregunta: "¿Estaré en el cuerpo? ¿Estaré fuera del cuerpo?".

Brinque usted entonces, dé un pequeño saltito con la intención de flotar en el espacio, y si flota es porque usted está fuera del cuerpo. Entonces suspendido en los espacios, diríjase a donde su corazón lo lleve.

Esta pregunta deberá hacérsela usted en presencia de cualquier cosa curiosa. Supongamos que va usted caminando por la calle y se encuentra con un amigo que hacía tiempo no veía, entonces hágase la pregunta: "¿Estaré en el cuerpo o fuera de él?"

Dé un pequeño saltito con la intención de flotar, y si flota es porque su cuerpo está dormido en la cama y usted está fuera de él. Diríjase entonces a donde su corazón lo lleve, a donde el ser ausente, a donde el hijo lejano, a donde el ser amado.

Esta pregunta deberá usted hacérsela durante el día, en presencia de cualquier cosa curiosa. Un tumulto, un objeto raro, el encuentro con un fallecido, el encuentro con un amigo lejano, en fin, en presencia de cualquier detallito insignificante.

Esta clave del discernimiento se debe practicar durante el día, a cada paso, a cada instante, para que se grabe bien en nuestra alma, y actúe durante el sueño.

Todo lo que uno hace durante el día lo hace también durante el sueño, y si durante el día se acostumbra a esta práctica, durante la noche resultará usted haciéndola en horas del sueño cuando su alma esté fuera del cuerpo.

Y entonces, al hacerse la pregunta, dará el saltito tal como lo ha hecho durante el día, y despertará su conciencia y flotará en los espacios y podrá visitar a los seres lejanos, al hijo ausente, a la madre de la cual no ha tenido noticias, etc.

El alma durante las horas del sueño, está fuera del cuerpo, lo importante es que el alma se de cuenta de que anda fuera del cuerpo para poder visitar cualquier sitio lejano.

Esta es la clave del discernimiento.

Si estando fuera del cuerpo, invocamos con puro corazón a la Virgen del Carmen, entonces la Divina Madre del Nazareno concurrirá a nuestro llamado y podremos conversar con ella. Y si estando fuera del cuerpo invocamos al Ángel Gabriel, pidiéndole la anunciación entonces él podrá decir a la esposa y al esposo, en que día y en que hora pueden juntar sus cuerpos. Y así las mujeres podrán concebir sus hijos por obra y gracia del Espíritu Santo. Es decir, por orden del Espíritu Santo.

Los hombres pueden conversar con los ángeles durante el sueño. Toda mujer, todo niño, todo anciano, puede conversar con los ángeles durante el sueño.

Fuera del cuerpo podemos invocar a los ángeles y estos concurren a nuestro llamado para enseñarnos la palabra de Dios.