El Padre Nuestro de pan
Padre nuestro, padre ambiguo
de los milagros eternos
que admiramos los modernos
por tu gran prestigio antiguo.
La ninfa junto a la fuente pasa
y tiene en su blancura
lo que inspira, lo que dura,
lo que aroma y lo que abrasa.
Pues al ver la viva flor
o la estatua que se mueve,
hecha de rosa y de nieve,
nos toma el alma el amor.
Pan nuestro que estás en la tierra,
porque el universo se asombre,
glorificado sea tu nombre
por todo lo que en él se encierra.
Vuélvanos tu reino de fiesta
en que tú aparezcas y cantes
con los tropeles de bacantes
mancillando la floresta.
Hunde siempre violento y vivo
y por tus ímpetus agrestes,
en el cielo cuernos celestes
y en la tierra patas de chivo.
Danos ritmo, medida y pauta
al amor de tu melodía,
y que haya al amor de tu flauta
amor nuestro de cada día.
Deudas que el alma amando trunca
están en tu disposición,
y no le concedas perdón
a aquel que no haya amado nunca.