El abrazo pitagórico
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Bajo la madreselva que en la reja filtró su encaje de verdor maduro, me perturbaba en el claroscuro de la ilusión, en la glorieta añeja... Cristalizaba un pájaro su queja... Y entre el húmedo incienso de sulfuro la luna de ámbar destacó al bromuro el caserío de rosada teja... ¡Oh, Sumo Genio de las cosas! Todo tenía un canto, una sonrisa, un modo... Un rapto azul de amor, o Dios, quién sabe, nos sumó a modo de una doble ola, y en forma de «uno», en una sombra sola, los dos crecimos en la noche grave...