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El almirante Miguel Grau Seminario rehúsa charreteras

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“Muy querido compadre:

Con grandísima satisfacción he leído tus dos cariñosas cartitas del 8 y el 13 del presente y sabido por ellas que tanto tú como Jesús y demás familia se conservaban a Dios gracias sin novedad.

Tú no ignoras querido Carlos que soy hombre de pocas palabras, pero las que sencillamente expreso son naturales y nacidas del corazón, así pues acepta, en estas pocas líneas, mi profundo agradecimiento por tus sinceras felicitaciones y por todos los demás servicios que me has prestado con motivo de mi ascenso a contralmirante.

Qué te puedo yo contestar a los términos para mi tan lisonjero de tus amables cartas, nada que no sea expresarte toda la estimación que te tengo.

Creo que no debes darle tanta importancia al combate del 28 librado en Antofagasta porque pudo hacerse más.

Si algo pueden halagar en este mundo los honores militares, ciertamente yo debía estar muy satisfecho, como en efecto lo estoy, por haber obtenido u ascenso por unanimidad en ambas cámaras, y sin embargo de esto me he visto obligado a renunciar, no al contralmirantazgo, que no se puede, pero sí a los goces y uso de la insignia, por muchas razones que reservadamente te voy a referir.

Primera razón. Mientras el “Huáscar” tremolaba un simple gallardete de comandante nada de particular tenía que yo huyera (conforma a órdenes) a la vista de un blindado, pero ya con insignia de contralmirante, sería para mí muy vergonzoso tener que correr con ella izada.

Segunda razón. Yo abrigo la vanidad de creer que ninguno maneja el “Huáscar” como yo, y en este concepto no encuentro otro que me reemplace, que conozca las cualidades y defectos de este buque; circunstancia que influye principalmente en el éxito de un combate. Como Almirante en Jefe no me sería posible que yo dirigiese el buque y en el caso de tener comandante habría necesidad de estarle diciendo colóquese U. en tal o cual situación, vaya para atrás o para adelante, etc., etc.; lo que no es posible mandar en un combate y con un solo buque.

Tercera razón. Prado por su vanidad cree saber ya más de marina que cualquiera de nuestros jefes y da órdenes y discute asuntos profesionales con un aplomo asombroso. Aparte del sistema que tiene ya arraigado de entenderse con los inferiores sin consultar con los superiores, dando esto lugar a ponerlos en ridículo.

Cuarta razón. Se me quiere imponer un comandante que a mi no me conviene, porque no lo creo competente.

Todos estos fundamentos han obrado en mi ánimo (y otros muchos que el apuro no me permite consignar) para decidirme a solicitar que se me deje como simple comandante del “Huáscar” y se me excuse del uso de la insignia.

Como tú comprenderás también he renunciado al sueldo para ser lógico. Todavía no me ha contestado el Director de la Guerra.

Francamente te lo digo: yo no deseo el mando de la Escuadra (que entre paréntesis está reducida a este buque) pero la natural hubiera sido que al mandarme mis despachos, el Gobierno ha debido mandarme también mi nombramiento de Comandante General de la Escuadra, en lugar de dejarme de Jede de División como antes.

No dudo que después de la relación que te he hecho me des tu aprobación justificando mi proceder. Espero me lo digas con toda sinceridad.

Saluda a Jesús cariñosamente, los mismo a Misia Manuela Rosita y Pedro, sin olvidar a Marianita, Misia Rosario, Enriqueta y Canaval y tú recibe un fuerte abrazo de tu afectísimo amigo y compadre.

Miguel Grau”

“P.D.: Mi estación aquí se ha prolongado más de lo que yo habría deseado por haberse ignorado el paradero de los buques enemigos. Dales memorias a nuestros amigos de Hoja Redonda y diles que si lo héroes son como yo, declaro que no han existido héroes en el mundo.
Deseo que guardes el secreto respecto a la renuncia. La “Unión” hizo viaje a la China: llegó al Estrecho dos días después que había pasado el “Glenelg” y dejó el mismo Estrecho dos días antes que pasara por ahí el “Genovese”, ambos con armas.”