El amo
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En el nombre de Dios que las abriera, cierro las puertas del hogar paterno, que es cerrarle a mi vida un horizonte y a dios cerrarle un templo. Es preciso tener alma de roca, sangre de hiena y corazón de acero, para dar este adiós que en la garganta se me detiene al bosquejarlo el pecho. Es preciso tener labios de mártir para acercarse a ellos la hiel del cáliz que en mi mano trémula con ojos turbio esperando veo. Ya está solo el hogar. Mis patriarcas uno en pos de otro del hogar salieron. Me los vino a buscar Cristo amoroso con los brazos abiertos...