El conde don Julián
Apariencia
Dentro el alcázar de doblado muro, frontero al campo de Tarik, leía en letra de Florinda, y repetía, aún de sus mismos ojos mal seguro: «Cerró mi boca con su labio impuro... ¡Hembra débil, su fuerza me oprimía! Por vos fiada a quien su guarda os fía, mi afrenta acusa al forzador perjuro...» Y, al sacudir la gótica melena, león que yerra el salto carnicero, subió al adarbe, descolló en la almena; Padre ofendido, desciñó el acero; tendió la puente; y la cristiana arena manchó la planta del traidor primero.