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El contrato social (1819): Libro IV - Capítulo I

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LIBRO QUARTO.




C A P I T U L OP R I M E R O.

Que la voluntad general es indestructible.
Miéntras que muchos hombres reunidos se consideran como un solo cuerpo, no hay en este caso mas que una voluntad que se relaciona á la comun conservacion y á su bien estar general. Entónces todos los resortes del Estado son vigorosos y simples, sus máximas son claras y luminosas, no hay enredosos ni contradictorios intereses, y el bien comun se hecha de ver en todo, y qualquiera que tenga buen sentido le conocerá. La paz, la union y la igualdad son enemigas de sutilezas políticas. Los hombres rectos y simples difícilmente se engañan por su simplicidad: las astucias, los pretextos refinados no les hacen mella, y no son tampoco bastante finos para engañar á ninguno.

Quando se ve entre algunos felices Pueblos del Mundo que una tropa de aldeanos arreglan los negocios del Estado á la sombra de una encina conduciéndose siempre sabiamente, ¿como no hemos de extrañar los refinamientos de otras Naciones que se hacen ilustres y despreciables por sus artificios y misterios? Un Estado así gobernado no necesita de muchas leyes, y quando es forzoso promulgar algunas nuevas, se palpa generalmente la necesidad. El primero que las propone, no hace sino decir lo que todos han conocido de antemano, y no hay necesidad de facciones ni eloqüencia para hacer pasar por ley lo que cada uno ha ya resuelto hacer, y mucho mas estando seguro de que los otros haran lo que él.

Lo que seduce á los habladores es que no viendo sino Estados mal constituidos desde su órigen, estan penetrados de la imposibilidad de mantener semejante política: ellos se rien al imaginar todas las locuras que un diestro enredador y un hablador insinuante podria persuadir al Pueblo de París ó de Londres, y no saben que Cromwel ha sido ridiculizado en sonetos y convencido de ignorancia por el Pueblo de Berna, y que el Duque de Beaufort ha sido disciplinado por los Ginebrinos.

Quando el nudo social empieza á afloxarse y el Estado á enflaquecerse, quando los intereses particulares comienzan á hacerse sentir, y las pequeñas Sociedades á influir sobre la grande, quando el interes comun se altera y encuentra opositores; entónces la unanimidad no reyna ya en las voces, ni la voluntad general es la voluntad de todos por que se excitan contradicciones y debates, y el mejor parecer no se entabla jamas sin disputas. Enfin quando el Estado próximo á su ruina no subsiste sino por una forma ilusoria y vana, y el nudo social está roto en todos los corazones, quando el mas vil interes se cubre descaradamente con el nombre sacrado de bien público; entónces la voluntad general está muerta, y todos guiados por motivos secretos no opinan ya como Ciudadanos, y apénas se acuerdan de que ha existido el Estado sino para hacer pasar falsamente baxo el nombre de leyes los iniqüos decretos que tienen por blanco el interes particular.

¿Pero de aquí se sigue que la voluntad general esté aniquilada ó corrompida? No por cierto: ella es siempre constante, inalterable y pura; mas está subordinada á otros que abusan de ella. Cada uno sacando su interes del interes comun, ve bien que no se puede enteramente separar de él; pero la parte del mal público no le parece nada en comparacion del bien exclusivo que pretende apropiarse. Exceptuando este bien particular, él quiere el general por su propio interes tan fuertemente como qualquiera otro: y aun vendiendo su sufragio á precio de dinero, no extingue en él la voluntad general, y solamente la elude. La falta que comete es mudar el estado de la qüestion, y responder otra cosa diferente de la que se le pregunta; de suerte que en lugar de decir por su voto: es ventajoso al Estado; dice, es ventajoso á tal hombre, ó á este, ó al otro partido que este ó tal parecer se entable. Así la ley del órden público en las Asambleas no es tanto para mantener la voluntad general como para hacer que ella sea siempre preguntada, y que siempre responda.

Yo podria hacer algunas reflexiones, sobre el simple derecho de votar en todo acto de Soberanía: derecho que no se puede quitar á los Ciudadanos, y sobre el de opinar, proponer, dividir, discutir que el Gobierno debe tener siempre cuidado de dexar á sus miembros, pero esta importante materia pide un tratado á parte, y yo no lo puedo decir todo de una vez.