El harén

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Rodeada de jardines
Bella es la región de rosa
Do reposa
Sobre pérsico tapiz
El Sultán rico de gomas
Y de aromas,
Dones de Arabia feliz.

Con el opio de Tebaida
Se adormece y sueña fuentes
Transparentes
En las grutas de cristal,
Sueña cielos de rubíes
Con huríes
De juventud inmortal.

Y al volver de aquellos sueños
De armonías y de estrellas
Ve a sus bellas
Que esperan por un favor
Y premio de la hermosura
La dulzura
Del primer beso de amor.

Criaturas inocentes,
Gayas flores que atavía
Sol de un día
Que dan dolor y solaz:
Solaz por ser frescas flores
Y dolores
Por su existencia fugaz.

Ninfas con oro y con perlas,
Con la sonrisa en el labio
Y el agravio
Clavado en el corazón,
Que en mujer que tiene celos
Luto y duelos
Las perlas nítidas son.

Si agitan sus blancos velos
Las huríes de Mahoma
Blando aroma
Muda el jardín en Edén,
Cual si transitase ufana
Caravana
Con almizcle de Kothén.

¡Bello es ver adusto moro
Dueño de un vergel cerrado
Y acatado
Como el único señor,
Servido de mil doncellas
Hadas bellas
Del oriente y del amor!

¡Y aquella trémula sombra
Del plátano en el estío
Y el desvío
De una hermosa del harén
Que a las solitarias flores
Los dolores
Va contando de un desdén!

¡Y el rayo de tibia luna
Que ilumina las caricias
Y delicias
De una griega y su señor,
Mientras tras la celosía
Los espía
Ninfa que envidió el favor!

¡Y aquel oro y esmeraldas
De ajorcas y de collares
Y millares
De esclavos para el sultán
Que abanican blandamente
La su frente
Con las plumas del faisán!

¡Y aquellas pipas muy largas
Con sus tubos muy dorados,
Los brocados,
Joyas y aromas sin fin
Y mil aves enjauladas
En labradas
Maderas de Comorín!

Ver cual mueven leves plantas
Al son de las bandolinas
Bailarinas
Diestras en vario primor
Que de sus faldas graciosas
Vierten rosas
Sobre el dueño de su amor!

Allí las griegas suspiran,
Allí las del India moran,
Las que adoran
A Brama como gran ser;
Otras del Cairo escogidas
Y nacidas
Para el canto y el placer.

Las persianas cuyos ojos
Tienen el azul del cielo,
Las del suelo
De Mingrelia y de Khatay;
Doncellas muy sonrosadas
Y preciadas
De Azáb y de Yémen hay.

Las más niñas, cuyos años
No turbaron los amores,
Cogen flores
Y escuchan al ruiseñor,
Que otras viven de privanza
O esperanza
Y ellas viven del candor.

Bello es un harén de oriente
Con tan lindos serafines
En jardines
Consagrados al placer;
Sólo es triste a la memoria
Que en tal gloria
Sea esclava la mujer.