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El mayor desengaño/Acto III

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El mayor desengaño
de Tirso de Molina
Acto III

Acto III

ROBERTO, LUCIO y FILIPO, estudiantes.

  

ROBERTO

¡Notable ingenio!


LUCIO

¡Espantoso
monstruo es Bruno en todas ciencias!


ROBERTO

Con exceso se llevara
la cátedra, aunque con ella
se llevara la tïara. 5


FILIPO

No hay quien le haga competencia.



LUCIO

A su maestro Dïón,
con ser águila en las ciencias,
se aventaja aqueste monstruo.


ROBERTO

Así él mismo lo confiesa, 10
y como ha caído malo,
y la muerte se le acerca,
que a su cátedra se oponga
me han dicho que le aconseja.


LUCIO

Es Dïón un grande santo; 15
a Dios goza acá en la tierra;
llórale todo París,
que dél maravillas cuenta.


ROBERTO

En fin: ¿a la oposición
se hallan el rey y la reina 20
de Francia?


LUCIO

Quieren honrar
a Bruno, y por experiencia
ver lo que la fama a voces
de su mucho estudio cuenta.


FILIPO

Si lee cátedra de Prima 25
y es canónigo en la iglesia
de París, no será mucho
que lleve una mitra.


ROBERTO

Y sea
la de arzobispo de Remes,
o un capelo le engrandezca. 30


LUCIO

Los reyes y los doctores
salen al acto.


ROBERTO

A mi cuenta
está un argumento.


FILIPO

Todos
delante la real presencia
arguiremos, aunque Bruno 35
nos concluya y nos convenza.




BRUNO, de clérigo; MARCIÓN, de gorrón;
MARCELA y LAURA, damas, de estudiantes.
El REY, la REINA, doctores y
estudiantes de la Universidad. Dichos.
  

  
Tocan música.
Los reyes se colocan en un sitial.
BRUNO en una silla, y delante un bufete con unas conclusiones.
Los doctores y estudiantes siéntanse en un banco, y en otro,
MARCELA, LAURA y MARCIÓN. Levántase BRUNO, y siéntase luego al empezar.


  

BRUNO

Cuestión antigua y reñida,
con no pocas competencias,
es, cristianísimos reyes,
amparo de la ley nuestra, 40
entre sabios y soldados
sobre cuál profesión sea
mayor en nombre y en fama,
o las armas o las letras.
No me atreveré a mostrar 45
cuál de las dos lo merezca,
por no ofender a la una,
aunque en cátedras y guerras
seguí entrambas profesiones,
que respeto en la grandeza 50
del cristianísimo rey
la espada, noble defensa
de la fe por tantos siglos;
mas diré por cosa cierta
que letras y armas se hermanan, 55
y sólo se diferencian
en que las armas se ayudan
de las corporales fuerzas,
como las letras del alma,
pues unas y otras pelean. 60
Las armas son instrumentos
belicosos, que sujetan,
mediante el valor invicto,
materiales resistencias;
las letras, con argumentos, 65
silogismos y entimemas,
que convencen el discurso
y la más noble potencia.
Este al presente me toca,
puesto que temblar pudiera 70
delante la Majestad
y la soberana grandeza
de los Católicos Reyes;
mas si el arguir es fuerza
donde el ánimo acredita 75
y donde el temor alienta,
en la oposición que he hecho
a la cátedra suprema
de la sacra Teología,
que está vaca en las escuelas, 80
por no volver las espaldas,
el mantener será fuerza
los puntos que me han cabido,
aunque pobre en suficiencia.




BRUNO


(Levántase y descúbrese)

Y así, sacras majestades, 85
luz de la sangre francesa;
rector, maestro decano,
digno de memoria eterna;
insigne Universidad,
donde viven en su esfera 90
las Musas y las Virtudes,
el saber y la elocuencia:
proponiendo mi cuestión
en nuestra lengua materna,
porque mejor la perciba 95
la Reina, señora nuestra,
digo en el punto asignado
y escogida controversia,
que es, si puede la criatura
ver de Dios la eterna esencia 100
con su virtud propia sola,
y si hay naturales fuerzas
que a ver en Dios sean bastantes
la beatífica presencia.
Ciertos filósofos hubo 105
en la platónica escuela
que ser posible afirmaron
ver de Dios la esencia eterna
una criatura finita
en esta vida; que tenga 110
virtud un hombre mortal
en sí para comprendella.
Deste error blasfemo y loco
dan a Eudomio por cabeza,
de quien eudomios se llaman 115
los que siguen esta secta.
Así lo refieren muchos,
como son: Pselo y Nicetas,
San Gregorio Nazianceno,
Crisóstomo, Homilia tertia, 120
de incomprensibilidad
de Dios, y otros mil que en Grecia
se opusieron valerosos
contra sus plumas perversas.
Siguieron estos errores 125
después con bárbaras lenguas,
Beguardo, Beguino y otros,
con que en Alemania siembran
ponzoñosas herejías,
que ya condenadas quedan, 130
conforme una Clementina
del concilio de Vïena.




BRUNO


Y entre otras autoridades
que pudo traer con ella,
basta alegar a San Pablo, 135
sol claro de nuestra iglesia,
que escribiendo a Timoteo,
en la Epístola primera
y en el Capítulo sexto,
dice de aquesta manera: 140
«Dios habita eternamente
luz inaccesible, eterna,
la cual ningún hombre vio,
ni es posible pueda verla».
Dejando, pues, este error 145
como herético y sin fuerzas,
pues ya no hay tan loco ingenio
que le apadrine y defienda,
digo, que afirmaron otros,
puesto que con agudeza 150
(distinción cuarenta y nueve
del cuarto de las sentencias,
al número veinticuatro,
questión segunda y tercera),
que aunque Dios no puede verse, 155
por ser sol de luz inmensa,
conforme a la orden común
de nuestra naturaleza;
porque según este orden
nadie es posible le entienda, 160
si con sentidos corpóreos
primero al alma no entra,
y siendo espíritu puro
de Dios la divina esencia,
no hay sentido que le alcance, 165
por no tocar a su esfera.
Con todo esto realzando
nuestra natural flaqueza
(según el orden de gracia)
la Divina Omnipotencia, 170
puede una pura criatura
alcanzar la inteligencia
de Dios, y en mortales lazos
ver la soberana esencia.




BRUNO

Esta opinión es de Escoto, 175
sobre la parte tercera
de la distinción catorce
quaestione prima; y se prueba,
porque toda facultad
y cognitiva potencia 180
que de algún modo termina
al objeto su agudeza,
quitado el impedimento
extrínseco, que estorbo era
para producir el acto 185
y efecto que nace della,
luego al momento obra fácil;
sed sic est, que a la potencia
del entendimiento humano,
por más finito que sea, 190
toca el conocer a Dios,
pues es su naturaleza
un objeto inteligible
que en su latitud se encierra.
Luego si el impedimento 195
de la corpórea materia
se quita, según la gracia,
¿no habrá quien a Dios no entienda?
Pruebo la mayor a simili.
La vista, que en las tinieblas 200
no puede ver la color,
que es su circa quam materia,
luego que sale la luz,
echando el estorbo fuera
que impedía sus efectos, 205
produce visión perfecta;
igitur, si Dios quitase
las imperfecciones nuestras
y el conocer sin especies
que los sentidos presentan 210
su Divinidad, ¿quién duda
que si immediate se viera,
del entendimiento humano
ser conocido pudiera?




BRUNO

Pero todo esto, no obstante, 215
mi conclusión verdadera
es que no hay pura criatura
que con naturales fuerzas
vea la esencia divina,
la pueda gozar, ni entienda, 220
si con la lumbre de gloria
Dios no realza y eleva
el criado entendimiento,
y animando su flaqueza,
le da celestial valor 225
con que hasta su objeto vuelva.
Esta clara conclusión
es de fe, según lo prueba
en el lugar ya citado
el Concilio de Vïena, 230
y como tal, admitida
por la Católica Iglesia,
me excusa de autoridades
que puedo excusar por ella.
Pero ratione probatur; 235
entre el objeto y potencia
tiene de haber proporción
natural, medida y cierta.
Dios es objeto infinito
de virtud pura y inmensa; 240
finito el entendimiento
humano: luego está fuera
de la latitud debida;
luego confesar es fuerza
que entre nuestra mente y Dios 245
no hay proporción verdadera:
luego para conocelle
es necesario que tenga
una calidad sublime
que de suerte le engrandezca 250
(mediante su actividad)
que pueda subir por ella
a la divina visión,
que lumbre de gloria sea.
Otros muchos argumentos 255
alegara en mi defensa;
pero los propuestos bastan,
pues para que resplandezca
la verdad de mi doctrina;
las impugnaciones vuestras, 260
doctores sabios, ilustres,
la harán más constante y bella.




MARCIÓN

¡Vítor, Bruno, vive Dios!
¿Qué papagayo pudiera
hablar con más elegancia? 265
¡Vítor, Bruno!


MARCELA

¡Ay prima bella!,
que me hechiza aqueste hombre
con los ojos, con la lengua,
con el talle, con la cara,
con su gracia, con su ciencia. 270


LAURA

Todo lo merece Bruno,
que es Fénix de la edad nuestra.
Calla agora y escuchemos
los doctores qué argumentan.

 
(ROBERTO, en pie y descubierto.)




ROBERTO

Contra vuestra conclusión 275
habita, primo licentia
a serenissimis regibus
de la cristiandad defensa,
et a domino rectore
et decano, en quien se muestra 280
en iguales paralelos
la virtud y la nobleza,
et a tota schola in qua
en hermosa competencia,
resplandent scienciae et virtutes 285
quae adquirunt famam aeternam
acutissime Magister,
águila de nuestra escuela,
este argumento propongo,
que parece me hace fuerza. 290
Decís que no puede ver
de Dios la naturaleza
un entendimiento humano
mientras que lumbre no tenga
de gloria; pues sic insurgo, 295
inútil es la potencia
que no se reduce al acto,
como Aristóteles prueba.
Luego si a Dios, que es objeto
inteligible, no llega 300
la potencia intelectiva,
por más finita que sea,
en vano Dios la crio,
y Dios saldrá de la esfera
de inteligible, que es cosa 305
absurda. Probo sequelam:
Dios no se puede entender
de quien con lumbre no venga
de gloria; luego es forzoso
que inteligible no sea. 310


BRUNO

Arguit sic dominus rector,
inútil es la potencia
que no se reduce al acto,
como el filósofo enseña:
concedo este antecedente. 315




ROBERTO

Ergo, como a Dios no vea
el humano entendimiento,
inútiles son sus fuerzas
y en balde Dios le crio.


BRUNO

Niego aquesa consecuencia. 320


ROBERTO

Pruébola. Es inteligible
Dios; luego es fuerza se entienda
no puede el entendimiento
humano entenderle: queda,
según esto, defraudado 325
de su virtud, o conceda
que no es Dios inteligible.


BRUNO

Respondo desta manera.
Nuestro entendimiento humano
entiende lo que sus fuerzas 330
alcanzan, no más, que es propio
de todo agente y potencia.
No puede alcanzar a Dios,
cuya latitud inmensa
excede infinito y puro 335
nuestra natural flaqueza;
luego ¿por eso no es
inteligible? Es quimera
afirmar tan grande absurdo.
El Padre Eterno, que engendra 340
al Verbo de su substancia,
entiende su misma esencia,
siendo el Hijo sacrosanto
el acto y la especie expresa
de su intelección divina; 345
luego ya probado queda
que es inteligible Dios.
Si no tiene el hombre fuerzas
para entendelle ¿estará,
decid, aquesa impotencia 350
en Dios? De ninguna suerte,
que es primera inteligencia,
sino en nuestro entendimiento,
eso sí, cuya flaqueza
no alcanza, por ser finito, 355
a la infinita excelencia.
Luego es más inteligible
de cuantas cosas encierra
la máquina que crio.
Y porque el hombre le vea 360
(pues por sí solo no basta)
cría una luz pura y bella,
que llaman lumbre de gloria,
para que a nuestra potencia
de antojos de larga vista 365
sirva, con que alegre llega
al sol Dios, de quien depende
nuestra beatitud eterna.

 (Levántase.)




TODOS

¡Vítor! ¡Vítor!


REY

Eso basta.
No se arguya más, pues muestra 370
Bruno cuán bien empleada
es la cátedra que lleva.
De mi Parlamento os hago.


BRUNO

Dele el cielo a Vuestra Alteza
las dos coronas del mundo, 375
pues tan magnífico premia
mis merecimientos cortos.


REINA

También corre por mi cuenta
el honraros, Bruno sabio.


BRUNO

¿Qué honra de más grandeza 380
que la de haberos tenido,
gran señora, aquí?


REINA

Quisiera
que hubiera vaca una mitra
que honrara vuestra cabeza.
Yo me acordaré de vos. 385


BRUNO

Pisen las lunas turquescas
vuestras flores de lis de oro,
imperando ambos en Grecia.

  
(Vanse los reyes.)




Dichos en la escena anterior,
menos el REY y la REINA.
  

ROBERTO

Conmutéis, señor doctor,
la cátedra que se aumenta, 390
por regirla vos, en mitra
de la más sublime iglesia.


LUCIO

Darme puedo el parabién
a mí, por lo que interesa
con tal maestro mi dicha. 395


FILIPO

París de hoy más se renueva,
pues por oráculo os tiene.


BRUNO

Ya yo sé mi suficiencia
y cuán corteses honráis,
señores, mis pocas prendas. 400
Aquí estoy para serviros.


LUCIO

La Universidad espera
veros honrando un capelo.


BRUNO

¿Qué más honra que con ella?

  
(Vanse los estudiantes.)




BRUNO, MARCELA, LAURA y MARCIÓN.
  

MARCELA

Si pueden dar amores 405
parabienes en vez de dar favores,
el mucho que os enseño
os los da, que aunque en cuerpo tan pequeño,
vive un amor gigante
que os desea, cual sabio, ver amante. 410


BRUNO

No entiendo vuestro enigma.


LAURA

¿Cuando lleváis la cátedra de prima,
que vuestro ingenio exalta,
decís, señor, que entendimiento os falta?


BRUNO

Es facultad diversa 415
la que en amor, no en cátedra, conversa.


MARCELA

¡Ay Bruno! Yo os adoro.


MARCIÓN

¡Oxte, puto! Muchachos, guardá el todo:
¡fuego de Dios! Resina,
oliéndome vais hoy a chamusquina. 420




MARCELA

Bruno, vuestra presencia,
discreción, elegancia y suficiencia,
desde el dichoso día
que os vio para perderse el alma mía
en Aviñón de Francia, 425
aunque el amor en mí fue una ignorancia
hasta allí no entendida,
luego os rendí la libertad y vida,
siguiéndoos en el traje
que estoy hasta París, de mi linaje 430
y nobleza olvidada,
sólo en vos, Bruno, transformada.
Quiso mi poca suerte
para darme tormento (si no muerte)
que al sacerdocio santo 435
subisteis dando fuentes a mi llanto,
y bastara, a ser cuerda,
para olvidaros esto; mas recuerda
amor con imposibles,
en fe de que son llamas invencibles, 440
pues si os amaba antes,
ya os adoro con fuerzas tan constantes,
que si me sois ingrato,
seré de Dido un mísero retrato.
Laura, pues compañera 445
de mis desdicha eres, sé tercera
de mis remedios; dile
lo que le quiero, y el cuchillo afile
de su crueldad si intenta
despreciar el amor que en mí aumenta. 450


LAURA

Por vos las dos andamos
tierras extrañas que hoy peregrinamos
con el disfraz violento
que veis. Pues Fénix sois de entendimiento,
de voluntad agora 455
lo sed, agradeciendo a quien adora
vuestro talle gallardo,
que si correspondiente no os aguardo,
juzgaré grosería
la ciencia que os ilustra aqueste día. 460




BRUNO

¡Oh invencible hermosura!
No hay resistencia para vos segura.
¡Oh ciegas pretensiones!
¿Qué pretendéis con tantas invenciones?
Ni en mi patria bellezas, 465
ya seguras rendidas fortalezas,
que a costa de seis años
pararon en dañosos desengaños;
ni en la guerra, soldado,
de amor desnudo escapa Marte airado, 470
pues aún padezco agora
persecuciones largas de Visora,
sino que hasta en las letras,
libros derribas, cátedras penetras.
Deidad ciega y desnuda, 475
pues de estado mudé, de intento muda.
Ya me acogí a sagrado;
del sacerdocio gozo el sacro grado.
Mas ¡ay!, pasión tirana,
¿qué inmunidad, qué asilo no profana 480
tu fuego, si hay ejemplos
de que violentas, como chozas, templos?
¡Pobre de mí, que al paso
que intento resistirme, más me abraso!


MARCIÓN

Si son las dos mujeres, 485
aun no tan malo, pues que gallo eres.
Juzgábalos varones,
y recelaba en ellos chicharrones.
Apretemos con ellas,
¡cuerpo de Dios!, si te parecen bellas, 490
si leer determinas,
que también el amor paga propinas;
y mientras que las cobras,
reduciendo palabras a las obras,
si dormit ista tecum, 495
ista me servirá de vademecum.




MARCELA

Responde agradecido,
o mátame, si intentas con olvido
pagar, Bruno, amor tanto.

(Dentro.)

¡Cuerpo santo!


BRUNO

¿Qué es esto?


(Dentro.)

¡Cuerpo santo! 500




ROBERTO. Dichos.

ROBERTO

Murió Dión, si es cordura
decir que murió quien vive
la vida que le apercibe
el cielo, y eterna dura.


BRUNO

¡Válgame el Cielo!


ROBERTO

París 505
a voces santo le llama,
y divulgando la fama
que por las calles oís,
desde el plebeyo hasta el noble
a su túmulo se allega, 510
y como a santo le ruega.
No hay campana que no doble;
antes repicando todas
con nunca vistas señales,
en vez de honrar funerales, 515
fiestas le aprestan de bodas.
Sus ropas cuantos le ven
van a cortar a pedazos,
y el cuerpo, huesos y brazos
quisieran llevar también, 520
a no hacelles resistencia
la catedral clerecía,
que con su cuerpo este día
aumentan la reverencia
de su templo, pues que vienen 525
a añadir la devoción
con este santo varón
de las reliquias que tienen.




BRUNO

Toda es deuda merecida
de la mucha santidad 530
de Dión, su cristiandad,
limosnas, virtud y vida.
Tiene nuestra corte llena
de fama que le bendiga;
no hay lengua que dél no diga 535
mil bienes.


ROBERTO

París ordena,
con un entierro pomposo,
que le traigan a palacio,
donde los reyes despacio,
de su cuerpo milagroso 540
las santas reliquias vean
y le admitan por Patrón.


MARCELA

Era un gran santo Dión.
Justamente en él se emplean
honras de concurso tanto. 545


ROBERTO

Ya llegan con él aquí.


MARCELA

Quiérame bien Bruno a mí,
y sea o no Dión santo.


ROBERTO

En la capilla real
le depositan, y en ella 550
quieren por favorecella,
que con pompa funeral
los oficios se le hagan;
y que han llegado recelo.


BRUNO

Servicios hechos al Cielo 555
de aqueste modo se pagan.


ROBERTO

El Rey y Reina son estos.


MARCIÓN

¿Cuando dos ninfas amamos,
de réquiem, señor, estamos?
Sucesos temo funestos. 560




BRUNO, MARCIÓN, MARCELA, LAURA,
ROBERTO, LUCIO, FILIPO,
el REY y la REINA con acompañamiento
y estudiantes.
  

  
Traen unas andas y en ellas a DIÓN,
difunto, de clérigo, con bonete y borla.
Los reyes llegan a besar la mano del muerto,
y al mismo tiempo arrodíllanse LUCIO, FILIPO y otros.
  

REY

Llegad a reverenciar,
esposa y señora mía,
al santo que en este día
nos ha de patrocinar
con Dios.


REINA

A quien Él levanta 565
toda majestad se humilla.


ROBERTO

Escuchad, que la capilla
el fúnebre oficio canta.

(Cantan dentro.)

In memoria æterna erit justus:
ab auditione mala non timebit. 570


DIÓN

Por justo y recto juicio
de Dios, juez Soberano,
a juicio voy.


REINA

¡Ay cielo!


REY

¡Qué portento tan extraño!


REINA

Sacad de aquí ese difunto, 575
que no es posible sea santo
quien pone en duda espantosa
su salvación.


ROBERTO

¡Gran milagro!


REY

¡Válgame el cielo! ¿Es posible
que un hombre tan estimado 580
en boca de todo el vulgo,
y por santo respetado,
ejemplo de la virtud,
en la doctrina un San Pablo,
un San Hilario en la vida, 585
un Gregorio en el recato,
un Antonio en penitencia,
cuando los nobles, los bajos,
desde la cama hasta el cielo
subir dichosos pensaron, 590
su salvación ponga en duda,
y que él mismo haya afirmado
que Dios le llama a su juicio
ante su tribunal santo?



MARCELA

¡No sé si vivo o si muero! 595


LAURA

¡Las carnes me están temblando!


MARCIÓN

De miedo mortal estoy
medio desabotonado.


ROBERTO

¡Hay asombro semejante!


FILIPO

El corazón se me ha helado 600
en medio del pecho.


LUCIO

Mejor es, Filipo, que nos vamos.


REINA

Sacadme de aquí este cuerpo.




BRUNO

Reina y señora, rey sabio,
doctores siempre discretos, 605
escuchadme y sosegaos.
No es digno de tanto asombro
lo que veis, puesto que espanto
os cause que os hable un muerto
que siempre asombra lo raro. 610
Dión fue en París y en Francia
por santo reverenciado,
y hasta ahora no tenemos
certeza de lo contrario.
Que va a juicio confiesa; 615
¿qué indicios da de pecados,
ni quién dirá por aquesto
que Dios le haya condenado?
Con su divina justicia,
¿quién hay recto, quién hay santo, 620
si con ella David dice
que nemo justificatur?
¿Pierde el tesorero fiel
su crédito y fama en algo
porque el Rey le llame a cuentas 625
y al recibo ajuste el cargo?
Antes, si sale bien dellas,
por prudente y recatado,
queda con nombre mayor
y con su crédito en salvo 630
¿Qué justo puede alabarse
que le haya perdonado
en el juicio severo
un pensamiento liviano?
Podrá ser que este difunto 635
tan bien haya administrado
los talentos de su vida,
que con Dios cuenta ajustando
salga con nombre de fiel,
y premiándole su mano, 640
llame testigos el Cielo
de la gloria que ha ganado.
Por santo le tienen todos.
¿Quién será tan temerario,
porque Dios le llame a cuentas, 645
que ose afirmar que no es santo?
No le ha sentenciado el Juez,
pues cuentas le está tomando;
sepamos cuál sale dellas,
si libre, si condenado. 650
No sin causa quiere el Cielo
que los que viéndole estamos
para mayor honra suya,
que va a juicio sepamos.
Prosigan, si Vuestra Alteza 655
gusta, los oficios sacros,
que ya podrá ser que quede
del cielo canonizado.




REY

Dices, maestro, muy bien.
Hasta agora sólo ha dado 660
noticia que va a juicio.
¿Qué hombre hay que alcance tanto,
que del Tribunal eterno
libre quede, si el más santo
teme el dar cuentas a Dios? 665
Jerónimo está temblando
con la trompeta al oído
y la voz de «Levantaos,
muertos, a dar a Dios cuenta».
Pues si él tiembla, ¿qué me espanto, 670
que, imitándole Dión,
nuestro olvido despertando,
freno ponga a nuestros vicios,
y así quiera escarmentarnos?
Prosiga el fúnebre oficio. 675


MARCELA

¡Ay amor torpe y liviano!
Si a un santo pide Dios cuenta,
¿qué será de mí?


ROBERTO

¡Caso raro!

 (Cantan dentro.)

  Responde mihi quantas habeo iniquitates et peccata,
scelera mea atque delicta ostende mihi.




DIÓN


(Alzándose de nuevo.)

Por justo y recto juicio
de Dios, Juez Soberano, 680
en juicio estoy.


REY

Volvió
segunda vez a avisarnos
el aprieto en que se ve.


REINA

Y en mí acrecientan desmayos
que me asombran. ¡Santo Dios, 685
qué espantoso y triste caso!


MARCIÓN

Marción, desde hoy libro nuevo:
no más risas en el rastro,
en la plaza, ni taberna,
si con bien de aquesta salgo. 690


MARCELA

¡Jesús! Laura, aqueste aviso
reprehende mis pecados.
Yo haré enmienda en mi vida.


LAURA

Vida nueva desde hoy hago.


REY

Muestre aquí mi real valor 695
el esfuerzo necesario;
el fin tengo de saber
de aqueste suceso extraño.
Pues dice que está en juicio,
el fin que tiene sepamos 700
tan severa y justa cuenta.
Prosiga el oficio sacro.

(Cantan.)

Responde mihi, etc.


DIÓN


(Otra vez levantándose.)

Por justo y recto juicio
de Dios, salgo condenado. 705


REINA

¡Jesús sea con nosotros!


TODOS

¡Jesús mil veces!


REINA

¡Huyamos!
 
(Vase.)




Dichos, menos la REINA.
  

REY

¡Oh ciega opinión del mundo,
oh juicios temerarios!
¡Qué dello que hay que saber 710
en un corazón humano!
¿Dión se condenó, cielos?
¿El caritativo, el santo,
el recogido, el virtuoso,
el humilde, el cuerdo, el casto? 715
¡Qué diferentes que son,
Dios eterno y soberano,
vuestros divinos secretos
de los nuestros, siempre falsos!


ROBERTO

Yo pienso que la soberbia 720
que al Querub ha derribado
y engaña a la hipocresía,
a Dión ha condenado;
porque cuando morir quiso
dijo, loco y temerario, 725
más que humilde, justo y cuerdo:
«No quiero que en este paso,
según su misericordia
me juzgue Dios, porque aguardo
que por rigor de justicia 730
me dé el Cielo que han ganado
mis virtudes y paciencia»,
y quien fía de sí tanto
que por santo se averigua,
condenarse no es milagro. 735


REY

Si eso dijo, justamente,
por loco y desatinado
la Justicia le condena
quien da a la gracia de mano.
Yo voy tan lleno de asombros, 740
como bien desengañado
de que mientras uno vive,
hasta en el último paso,
no puede fïar de sí,
pues como avisa San Pablo, 745
quien está en pie, tenga cuenta
no caiga, que es todo engaños.

 (Vase.)




BRUNO, LUCIO, FILIPO, MARCIÓN,
ROBERTO, MARCELA y LAURA.
  

MARCELA

Al fin se canta la gloria.
No hay hombre cuerdo a caballo;
camino es aquesta vida 750
llena de enredos y lazos.
En un monasterio quiero,
si hasta aquí me he despeñado,
buscar por sendas estrechas
otro más seguro y llano. 755


LAURA

En todo quiero imitarte.


MARCIÓN

Desde hoy me vuelvo ermitaño
o motilón de un convento.
Adiós, mundo inmundo y falso.

 
(Vanse MARCELA, LAURA, MARCIÓN.)




BRUNO, ROBERTO, LUCIO y FILIPO.
  

BRUNO

¿Qué hacemos aquí suspensos, 760
señores? ¿Qué dilatamos
nuestra salvación? ¿Qué hechizos
nos desvanecen? ¿Qué encantos?
¿Qué importan letras y estudios,
dignidades, honras, grados, 765
libros, cátedras, oficios,
si se condenan los sabios?
Dichoso el pobre pastor
que entre el grosero ganado,
ignorante para el mundo, 770
para los discretos zafio,
es para Dios elocuente.
Decid, ¿qué le aprovecharon
fama y opinión de bueno
a quien para Dios fue malo? 775
Abrid los míseros ojos;
no os predican desengaños
los vivos ya solamente;
los muertos nos están dando
voces y ejemplos seguros. 780
Púlpitos son ya de humanos
los túmulos, desde donde
un muerto está predicando.
Si desengaños buscáis
donde con torpes halagos 785
no os divirtáis, el que veis
es «el mayor desengaño».
Dión, tenido en París
por un vivo simulacro
de santidad y virtud, 790
sin bastarle los trabajos
de estudios y de desvelos,
el verse reverenciado
de los príncipes y reyes,
de los plebeyos y bajos; 795
sin dalle ayuda sus letras,
magisterios, honras, cargos,
se condena, y por su boca
pronuncia su horrendo fallo.
¿Y esperaremos nosotros 800
en las cortes y palacios,
entre ocasiones lascivas,
entre tanto enredo y lazo
salir libres? ¿No es locura?
Amigos, desengañaos, 805
pues el que presente vemos
es «el mayor desengaño».
A vida tan breve y corta,
a tan inefable plazo,
a juez tan recto y severo, 810
a tan apretados cargos,
¿no despertamos, señores?
¿Nos dormimos descuidados?
¿Nos entretenemos locos?
¿Nos divertimos ingratos? 815
Si un predicador difunto
no es suficiente a quitarnos
vendas de los ojos ciegos,
prisiones de pies y manos,
¿qué desengaño lo hará? 820
¿Tan contumaces estamos
que ya para convertirnos
son necesarios milagros?
¡Oh mil veces venturosos
desengaños! Ya me aparto 825
de ocasiones, pues he visto
hoy «el mayor desengaño».




ROBERTO

A persuasiones tan ciertas,
¿qué bronce, Bruno, qué mármol
podrá resistir rebelde? 830
Un muerto vivo está dando
liciones al ambicioso,
y un vivo, muerto miramos
en ti, pues al mundo mueres
y predicas desengaños. 835
Pues de los despeñaderos
nos apartas, ve guïando
al camino, que nosotros
queremos seguir tus pasos.


LUCIO

Por mi capitán te elijo. 840


FILIPO

A tu sombra asegurado,
procuraré desde hoy más
escarmentar mis pecados.




BRUNO

Eso sí, amigos discretos;
en los desiertos y campos 845
aún no está un hombre seguro,
¿cómo lo estará en palacio?
En ellos Pedro a Dios niega,
y para llorar agravios
hechos contra el cielo, busca 850
cuevas que ocultan peñascos.
Lloremos con él nosotros,
y también con él huyamos
ocasiones engañosas,
pues lo son de vuestro daño. 855
Una orden de vivir
muriendo quiero enseñaros,
donde aprisionéis sentidos,
enemigos no excusados;
freno a la lengua el silencio 860
ha de poner, y candados
a los oídos y ojos,
si nos despeñan regalos.
Penitencias nos den vida;
perpetuo ayuno le mando 865
a mi cuerpo, sin que guste
otro manjar que pescado.
Prisión y cárcel perpetua
tendrán a los pies livianos
a raya, y en su clausura 870
darán al alma descanso.
No ha de entrar mujer jamás
en parte donde vivamos,
ni en la iglesia que labremos,
que así el peligro excusamos. 875
Si este modo de vivir
admitís, y como hermanos
debajo de la conducta
de Dios os llamáis soldados,
respondedme brevemente. 880


ROBERTO

Todos humildes te damos
la obediencia desde aquí,
poniendo en tus pies los labios.


BRUNO

Pues supliquemos a Dios
ponga su divina mano 885
y ayude nuestros principios,
porque firmes prosigamos.
Pero atended, ¿qué es aquesto?




Dichos, que se pondrán de rodillas.
El PAPA HUGO y un ÁNGEL.
  

LUCIO

Un ministro soberano,
abriendo Dios nuestros ojos 890
y su potencia llevando,
al sucesor de San Pedro
llega, y con celestes rayos
consuela nuestro temor.
¡Qué favor tan soberano! 895


ÁNGEL

Piloto, que este gobierno
de la nave que surcando
almas para Dios «flectúa»,
tienes dichoso en la mano;
Dios quiere que prevalezca 900
a tu sombra y con tu amparo
una nueva religión,
que Bruno desengañado
comienza a fundar agora.
A tus pies con seis letrados 905
que con él el mundo dejan,
vendrá; procura animarlos,
que todos siete han de ser
fundamentos soberanos
desta fábrica divina, 910
significada en los rayos
destas siete estrellas puras.
Ya les da sitio y espacio
el valle de la Cartuja,
de quien el renombre santo 915
tomará su religión.

 (Cúbrese, con música, el ÁNGEL.)


EL PAPA HUGO

Si alista tales soldados
nuestra militante Iglesia
postrará viles contrarios.
Yo les doy mi bendición. 920

 (Cúbrese el PAPA.)


BRUNO

Dadme todos esos brazos
en albricias de mi gozo,
y en ejecución pongamos
nuestros propósitos justos.


ROBERTO

Si escarmienta el cuerdo y sabio 925
en desengaños, aqueste
es El mayor desengaño.

FIN DE EL MAYOR DESENGAÑO