El pésame de la viuda/Mojiganga

De Wikisource, la biblioteca libre.
Elenco
El pésame de la viuda
de Pedro Calderón de la Barca
Mojiganga

Mojiganga

(Sale MARÍA DE PRADO de viuda, un ESCUDERO y JERÓNIMA [e ISABELILLA].)
MARÍA PRADO:

No hay consuelo para mí
ni ha de haberle.

JERÓNIMA:

Doña Clara,
el entendimiento es
ganapán de las desgracias,
pues, llevándolas a cuestas,
carga de una en otra casa
con sus trastos cada día.

MARÍA PRADO:

Verdad es, pero repara,
amiga, que muchas veces
se derrienga con la carga,
y más cuando es tan terrible,
tan cruel, tan inhumana
como haber perdido esposo
en un día (¡ay desdichada!),
amante, padre y amigo
en mi buen Juan de buen alma;
y pues con él acabaron
mis vanidades, mis galas,
mis aliños, mis consuelos,
y todas mis esperanzas,
córtame, amiga, este pelo.

JERÓNIMA:

Que te le recoja basta,
con la toca, como tú
a que lo está te persuadas.

MARÍA PRADO:

¿Qué haré en persuadirme yo?
Si tú me lo dices... Haga
Núñez que desde el primero
recibimiento a esas salas
y aquesta alcoba, se cierren
las puertas y las ventanas:
no sólo ha de verme el sol
alegre, amiga, la cara,
pero ni persona alguna,
pues desde hoy en esta cuadra
aun otra luz no ha de entrar.

ESCUDERO:

Eso es de doña Clara
pasarse a ser doña Escura.

MARÍA PRADO:

Haga lo que se le manda.

ESCUDERO:

El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.

(Vase.)
MARÍA PRADO:

Tú Isabelilla, aunque yo
mil veces te mande me hagas
chocolate, por si vienen
las visitas que me cansan
no me cojan en ayunas,
de ninguna suerte osada
seas a hacerle.

ISABEL:

No haré.

JERÓNIMA:

Eso es desesperada
querer acabar contigo,
y pues que yo soy de casa
cumplido conmigo tienes.
Isabel...

ISABEL:

Señora...

JERÓNIMA:

Anda,
tráesele.

MARÍA PRADO:

¡Jesús mil veces!
¿chocolate? ¿Una vianda
tan primorosa, viudas
habían de tomar?

JERÓNIMA:

Extraña
estás. ¿Por qué no?

MARÍA PRADO:

Porque
bebida tan regalada
que no quebranta el ayuno,
a la viudedad quebranta.

JERÓNIMA:

Pues no te has de estar así
todo el día.

MARÍA PRADO:

¡Qué porfiada
estás! Anda, Isabelilla,
chocolate no me traigas
ni por pienso, que es regalo,
y a mí no me hacen falta.
Unos huevos y torreznos
haz que para una cuitada,
triste, mísera viuda,
huevos y torreznos bastan,
que son duelos y quebrantos.

ISABEL:

A falta del de Guajaca,
no es malo ése, que al fin es
chocolate de la Mancha.
El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.
(Vase.)

MARÍA PRADO:

Pero mira, amiga mía,
que como en tu confianza,
y que nadie ha de saber
que como.

JERÓNIMA:

Siendo sin gana
no hay delito.

MARÍA PRADO:

¿Gana yo?
¿Pues qué pobre viuda honrada
masca más que por beber
sin dar fe de lo que masca?

(Sale ISABEL con todo lo que dice.)
ISABEL:

Ya los huevos y torreznos,
pan y vino hay aquí.

MARÍA PRADO:

Daca,
ya que doña Brianda en esto
ha dado.

JERÓNIMA:

Ve, unas luces saca,
Isabel.

MARÍA PRADO:

Eso, más luz:
todo en el descuento vaya
de mis pecados.

JERÓNIMA:

De allí
aquella mesilla saca.

MARÍA PRADO:

¿Qué es mesilla? Eso no: luz,
huevos y torreznos, vaya,
pero mesilla, perdona,
que he de comer en las faldas.

(Sale el ESCUDERO.)
ESCUDERO:

La señora Aldonza
se está apeando.

MARÍA PRADO:

¡Mal haya
el alma que acá la trae!
Mientras yo quito esto, mata
tú esa luz.

[A ISABEL.]
(Pónelo todo debajo de las faldas.)
JERÓNIMA:

Pues doloridas
para nadie se levantan,
mejor es estar en pie.

(Sale la tercera.)
ALDONZA:

Dios sea en aquesta casa.

MARÍA PRADO:

Bienvenida seas, amiga,
que bien habían mis ansias
menester este consuelo.

ALDONZA:

Sabe el cielo que deseaba
darte el pésame, mas nunca
lo que se desea se alcanza.
Tan presto tuve un negocio
que me dilató la gana
de verte en tan gran desdicha.

ISABEL:

¡Qué entrada tan cortesana!

ESCUDERO:

El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.

(Vase.)
ALDONZA:

¿Quién es?

JERÓNIMA:

Una servidora
vuestra.

MARÍA PRADO:

Doña Brianda; pasa,
amiga, que ella se hará
licencia a este lado.

ALDONZA:

En nada
replico. ¡Jesús!

(Siéntase encima la salvilla, y el jarro y los vidrios.)
MARÍA PRADO:

¿Qué es eso?

ALDONZA:

No sé en lo que estoy sentada.

ISABEL:

Yo sí: en una salvilla y vidrios.

ESCUDERO:

Lindo brinco para en salva.

MARÍA PRADO:

¿Esto tenías aquí?

[Al ESCUDERO.]
ESCUDERO:

Como hoy no se pone almohada,
algo había de poner.

JERÓNIMA:

Yo mandé que la sacara
cuando te dio la congoja
y que ahí se la dejara
por si te volviese a dar.

ALDONZA:

Agua es, no importa nada.

ESCUDERO:

Y más, que aunque fuera vino,
no dejara de ser agua.

ISABEL:

El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.

[Llaman y el ESCUDERO hace como que abre.]
ESCUDERO:

Doña Quiteria Burguillos.

JERÓNIMA:

Pues yo a recibirla salga.

(Sale DOÑA QUITERIA.)
QUITERIA:

¿Dónde está mi buena amiga?

JERÓNIMA:

Aquí, la desconsolada,
triste y amarrida está.

ALDONZA:

Pase usted. (Esto es dejarla
el lugar de lo mojado.)

[Aparte.]
(Déjale el asiento mojado.)
QUITERIA:

Amigas, aquestas desgracias
son cosas que hace Dios. No hay
que hacer caso.

ESCUDERO:

Aquesta entrada
tan buena es como la otra.

QUITERIA:

¿Quién son las que te acompañan?

MARÍA PRADO:

Doña Inés y doña Aldonza.

QUITERIA:

Con buen pie salí de casa.
Mas sólo en pésame tuyo
tuviera yo alegría tanta
como merecer la dicha
de verlas y de besarlas
las manos.

JERÓNIMA:

En mí tenéis
una grande apasionada.

ALDONZA:

Y en mí una gran servidora.

ISABEL:

(¡Los cumplimientos que gastan!

[Aparte.]
MARÍA PRADO:

Primero que aquí vinieran
llevara el diablo sus almas.

[Aparte.])
QUITERIA:

¡Qué novio te traigo, amiga!

MARÍA PRADO:

¿Agora en eso me hablas?
¡No lo quiera Dios! Mas dime,
¿quién es y cómo se llama?

JERÓNIMA:

Mucho me huelgo que hayáis
venido a ocasión que estaba
a doña Clara pidiendo
que extremos tales no haga
como haber dos días que no
se ha desayunado.

ALDONZA:

Valga
haber venido nosotras
para que doña Brianda
con tan justa pretensión,
por sí y por nosotras salga.

MARÍA PRADO:

¿Yo comer?... ¿Es mozo o viejo?

QUITERIA:

Mozo, galán y con casas.

MARÍA PRADO:

No me hables deso, ¡ay de mí!
¿Pero a qué barrio son?

QUITERIA:

Basta
que sepas le verás presto;
a nadie toca que añada
ruegos a la intercesión
más que a mí, porque le valga
la vuestra para otra mía;
luego la sabréis. Traigan
algo ahora que coma.

ISABEL:

Ya
aunque me riña, en las faldas
la he puesto el almuerzo.

JERÓNIMA:

Trae una luz.

MARÍA PRADO:

¿Luz en mi cuadra
antes de los nueve días?

(Saca luces.)
TODAS:

Aquí todas son de casa.

ISABEL:

Ya está aquí la luz.

TODAS:

Ea, amiga.

ALDONZA:

Este bocadito vaya.

QUITERIA:

Vaya este traguito ahora.

MARÍA PRADO:

En fin, por no ser porfiada...

[Llaman y el ESCUDERO anuncia.]
ESCUDERO:

Don Marcos y don Luis vienen.

MARÍA PRADO:

¡Vengan muy en hora mala!
Mata la luz. Y vosotras
llorad conmigo mis ansias.
Entren. Poned unas sillas.
¡Ay mísera!

(Salen [DON MARCOS y DON LUIS].)
TODAS:

¡Ay desdichada!

D. MARCOS:

¿Es encanto? ¿Ayes y a escuras?

ESCUDERO:

Aquí hay silla.

D. LUIS:

Cosa extraña.
es que se use esto en el mundo.

(Siéntanse los dos de espaldas el uno al otro.)
MARÍA PRADO:

¡Ay mísera!

TODAS:

¡Ay desdichada!

D. MARCOS:

No sabré encarecer cuánto
me huelgo de que se haya
ofrecido esta ocasión,
en que pueda de mi rara
amistad, el sentimiento
mostrar la parte que alcanza.

ISABEL:

(¡De espaldas los dos las hablan!)

[Aparte.]
ESCUDERO:

El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.

MARÍA PRADO:

De vuestras finezas bien
segura estoy, y fiada.

ISABEL:

Mucho hago en sufrir la risa.

[Aparte.]
TODAS:

Aquí ¿a quién lo mismo no pasa?

D. MARCOS:

¡De espaldas estoy, por Dios!

D. LUIS:

¡Vive Dios que estoy de espaldas!

D. MARCOS:

Mejorando iré la silla.

D. LUIS:

La silla enmendando vaya.

[Llaman y el ESCUDERO anuncia.]
ESCUDERO:

El señor don Lesmes pide
licencia.

QUITERIA:

(¡Atención, hermana!,
que éste es el novio.

MARÍA PRADO:

Si está
bien puesta a tiento repara
la toca.

QUITERIA:

Muy lindamente.)

[Aparte.]
D. LESMES:

¿Quién en el mundo pensara
venir a vistas a escuras?

MARÍA PRADO:

¡Ay mísera!

TODAS:

¡Ay desdichada!

D. LESMES:

Bien la voz de estos lamentos
le suena a mis esperanzas.

MARÍA PRADO:

Llegad una silla allí.

D. LESMES:

No hay que llegarla,
que yo ya he dado con ella.
Bien...

D. MARCOS:

Siéntese.

D. LESMES:

Creo...

MARÍA PRADO:

Palabra
no he de oír.

D. LESMES:

Obedeceros
(Vase a sentar y cae.)
es fuerza. ¡El cielo me valga!
¡Ay que me he desrabillado!

MARÍA PRADO:

¡Ay mi esposo! ¡Qué desgracia
tan notable!

D. LESMES:

Aquesta es otra,
que me han quebrado la cara
con los platos, sin comello
ni bebello.

MARÍA PRADO:

¿Y a quién basta
para no soltar la risa?

D. LUIS:

¿Qué se hizo lo que lloraban,
que nunca más que ahora era
menester?

TODAS:

¡Ay desdichadas!

D. LESMES:

Risas hay que rabias son,
y ésas son risas que hay rabias.

TODOS:

El diablo pensara
de un pésame hacer una mojiganga.

QUITERIA:

Trae luz y escuchen ustedes,
que no ha sido sin gran causa
la caída.

TODAS:

¿Cómo?

TODOS:

¿Cómo?

QUITERIA:

Si se ha de saber mañana,
mejor será que hoy se sepa:
el señor don Lesmes trata
con doña Clara casarse,
y haber tomado en su casa
posesión, es lindo agüero.

TODOS:

¡Y cómo que es!

MARÍA PRADO:

¿De eso me hablan?

TODOS:

Sí, que una señora rica
y moza y de buena cara
no está bien sola.

MARÍA PRADO:

Yo hiciera
lo que vustedes me mandan,
si no fuera por un hijo
que es la lumbre de mi alma,
y no le he de dar padrastro
tan tiernecito.

D. LESMES:

Repara
en que padre tendrá en mí.

MARÍA PRADO:

Como mirando su gracia
y su hermosura, me digan
que me case, lo haré. ¡Ama!

(Sale el AMA.)
AMA:

Señora...

MARÍA PRADO:

Desde la cuna
aquí a mi Juanico traiga.

AMA:

Anda niño, anda,
que Dios te lo manda.

(Sale MORALES vestido de Niño de la Rollona con un pan de Vallecas en la mano.)
MORALES:

Mama, [...], coco, coco.

D. LESMES:

¡Qué donosura!

D. LUIS:

¡Qué gracia!

MARÍA PRADO:

Miren si es justo que sepa
tan presto este ángel las ansias
que este tener padrastro.

D. LESMES:

Ya te he dicho cuánto te engañas,
que desde hoy será mi hijo.

MORALES:

Coco, [...], mama, mama.

TODOS:

No obstante el ángel, decimos
que harás muy bien si te casas.

MORALES:

¿Qué es casarse? ¡Voto a Cristo
que la reviente a patadas
a ella, a la casamentera,
al novio, a cuantos y cuantas
intentaren en casa de
un pésame hacer una mojiganga!

D. LESMES:

¡Qué gracia!

D. LUIS:

¡Qué donosura!

MORALES:

¿Qué donosura ni gracia?

TODAS:

Cantando se lo diremos,
verá si hay disculpa.

TODOS:

Vaya.

[Salen los MÚSICOS.]
MARÍA PRADO:

Que quin quirilín,
quirilín quin, pues
que más vale toca
que no capuz.

D. LESMES:

El desconsuelo de hoy
podrá ser placer mañana,
y así todas, ¡ay!, señoras,
tengan por cosa asentada
que quin quirilín
quirilín quin, pues
que más vale toca
que no capuz.