El príncipe de las montañas
Abrud y Vidra se rebelan,
La Transilvania entera se levanta,
Mostrando claros signos de revuelta -
Las estrellas mismas susurran un mensaje :
"Seguid a Avram Iancu, rumanos,
Tened coraje, tened valor e id a Blaj"
El pueblo vio que es inútil pedir derechos al emperador,
Deva, Turda, Cluj, Alba, todas las ciudades esperan a Iancu.
Es el rey de los dacios, Iancu Avram,
Y en este día él es, como todos los patriotas de entonces,
La luz de su nación.
Desde Vidra hasta el cielo,
Desde Ţebea hasta el Paraíso,
Podemos ver sus ojos azules, que permanecieron aquí,
Guardando la verdad sublime y magnética, en soledad,
El icono perfecto del alma rumana.
Seguid a Avram Iancu y a su ejército de "moţi",
Los muertos deben despertar, los hermanos deben unirse,
Los montes Cárpatos deben cantar con nosotros.
Ahora todos los rumanos tienen su corazón en Transilvania,
Los valacos de Islaz y los moldavos de Putna,
Todos siguen al caballo blanco de Iancu.
Horea y Cloşca se levantan de la rueda,
Sobre la cual los mataron los invasores extranjeros,
Crişan se quita el dogal de su suicidio,
Y Cristo vuelve su mirada hacia los rumanos.
Mil años de duras luchas y opresión,
El rey dacio Decébalo mismo,
Parece estar en los ojos y el corazón de Iancu.
Desde Vidra hasta el cielo,
Desde Ţebea hasta el Paraíso,
Podemos ver sus ojos azules, que permanecieron aquí,
Guardando la verdad sublime y magnética, en soledad,
El icono perfecto del alma rumana.
Debemos hacer homenaje a Iancu,
Es el más grande cuando camina,
O cuando cabalga victoriosamente,
¡ Respeto eterno para Avram Iancu !
A su llamada, deben reunirse los patriotas,
Nos hace a todos sentir el sufrimiento del país,
Él, el "moţ" entre los "moţi".
Estamos todos hartos de mentirosos y ladrones,
Transilvania es una parte santa y esencial
De nuestra querida tierra rumana.
Nuestro querido Bărnuţiu, Transilvania no está vacía,
Hemos construido esos baños que querías en Vidra,
Y esa escuela rumana en Sibiu.
No importaría si 10 Imperios Austríacos existieran,
O un águila con dos cabezas y aves negros de presa,
Igual que los dacios, nuestros antepasados,
Nosotros solo tenemos temor a Dios.
Mientras seremos rumanos, hijos de rumanos,
Guardaremos la patria en nuestras almas y armas en las manos,
Seremos nuestros propios dueños.
Pero mirad, Iancu de repente fallece,
Sus armas gloriosas empiezan a decaer,
Sobre sus ojos empieza a nevar.
Se quedó sin un ejército, sin su caballo,
Iancu ya no es de esta tierra,
¡ Se convirtió en el espíritu de Transilvania !
Desde Vidra hasta el cielo,
Desde Ţebea hasta el Paraíso,
Podemos ver sus ojos azules, que permanecieron aquí,
Guardando la verdad sublime y magnética, en soledad,
El icono perfecto del alma rumana.