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El primer argentino que navegó en Vapor: 2

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

II

Espléndida mañana la del domingo 13 de Noviembre de 1825, al recordar de nuestros abuelos, que inasistentes á la «Plaza de Toros», dos días antes, festividad del Patrono San Martín, por prohibición de toda corrida en día festivo, no pudiendo ir á la plaza se fueron á la playa.

Con la boca abierta lelos quedaron los curiosos al divisar «¡miserable visum!» cómo se movía y empezaba á virar, sin rumbo norte fijo, una embarcación sin velas ni remos que á poco andar salió echando chispas entre silbatos y espesa humareda, barquito que parecía ardiendo por dentro, y cuya alegre caravana embarcóse intrépida á descubrir el vellocino de oro, que tal resultó la exportación de vellones de lana del Plata, mina de mayor rendimiento que las del Potosí. Era el bergantín «Druid» (Capitán Bell) que á todo vapor y en sólo seis horas efectuó rapidísima travesía de tres leguas, enfrentando las barrancas de San Isidro, en cuyo microscópico puerti del borrascoso Sarandí, escondido entre ceibos y sauzales, no se arriesgó. De popa á proa, de la quilla al mástil, todo era inglés. Sobre cubierta ó entrepuente, por todos lados se oía el idioma del mar, y hasta la sirena silbaba con pronunciado acento irlandés. No faltó quien murmurase «sotto voce» andaba el barco con los tornillos flojos, ó algún tornillo faltaba á quienes tan vanamente se exponían.

Esos audaces hijos del mar, los ingleses, están acostumbrados á ahogarse, pero atrevidos debieron ser, argentinos que se embarcaron con los compatriotas del Comodoro Brown, único extranjero que llegó á ser nombrado gobernador de Buenos Aires, á tal punto le argentinizaron sus hazañas en defensa de esta tierra. En aquella ocasión no mandaba el barco: platicaba con Miller O'Brien, Harrart, Shéridan, Armstrong, calculando no sería difícil aplicar la máquina que ensayaban á buques de la escuadra.

Once mil quinientos pesos costaba el «Druid», suma igual, en Europa, á la de la primer locomotora que al rodar sobre la plaza del Parque doblara su dispendio. ¡Qué comisiones! sobrepasadas únicamente en los tiempos de la manzana de oro, Congreso presupuestado en cuatro millones, en el cual absorbido se han treinta, faltando otros tantos para su terminación! Calculábase que cuando se duplicara el número de esos primeros cuarenta pasajeros, se reduciría á cinco pesos el pasaje de ida y vuelta. En el primer Paquete establecido diez años después á Montevideo, se cobraba una onza oro por trayecto que, á toda máquina, no siempre terminaba en tres días.

Cinco años apenas de la invención de Fulton, que desconociera el genio de Napoleón, un armador americano (1812) obtuvo privilegio del gobierno argentino para navegación semejante á la inaugurada sobre el Hudson. Fenecido el plazo, sin que nuestras interminables contiendas dieran tiempo para ensayo de tanto progreso, informe firmado por Wilde y Bevans opuesto á su renovación, proponía se diera el privilegio á una compañía de accionistas, mil acciones de trescientos pesos, prontas á subscribirlas comerciantes de Buenos Aires, Montevideo, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y el Paraguay.