El primer argentino que navegó en Vapor

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El primer argentino que navegó en Vapor


Fué el primero que propagó
más lejos de su Patria el
pensamiento argentino.


I

En el octogésimoquinto aniversario del día luminoso de nuestros fastos en que el estandarte de humo y llamas de un barco reflejó sobre las aguas de este puerto, acaso no sea del todo inoportuno exhumar el nombre de un argentino ilustre, que lo era desde antes de ser el primero que navegó en barco á Vapor.

Viajero, periodista, poeta, comerciante, fué progresista liberal de pensamiento y acción, impulsando la emancipación americana con más fuerza que el propulsor que le conducía hasta Cartagena, en propaganda por las costas mexicanas, para auxiliar la independencia de la «perla de las Antillas». En la Argentina y Chile, Perú y Colombia, huellas dejó de su apostolado, ejemplarizando con sus donaciones y abnegación, con la elocuencia de su pluma y de su palabra, predicando los principios de la religión de la patria nueva.

No obstante todos estos nobles antecedentes, razón tuvo uno de nuestros eruditos poetas en llamarle «¡forastero en su tierra!». Firman publicaciones en su honor: Vicuña Mackenna, Palma, Menéndez Pelayo, Ticknor, Fernández Madrid, Florentino González, Vergara, Basavilbaso, en periódicos de Chile, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia y México. Mientras excursionamos por descubrir su nombre, he aquí cuento al caso de otra excursión memorable!


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Un año antes fondeaba en Montevideo cierto bergantín, nombrado como su propulsor: el «Vapor», pero hasta el de 1825 no levó anclas el que tampoco salió del Plata, ni llegó á él. ¿Quién fué el argentino que primero se arriesgó á los peligros de lo desconocido en elemento pérfido como la onda?

Poeta en acción, en alas de su fantasía emprendió vuelo un domingo, y fué no á oír misa, á hacerse oír de su cara suegra, desde un barquito á vapor, desmintiendo la afectuosa carta que da la noticia, el adagio: «Amor de yerno sol de invierno».

Siguiendo el rastro de ese afanoso cultor de las letras y del tabaco, oímos á nuestro sabio codificador, reclamara su cuna para la ciudad del Deán, de quien era sobrino, y á quien por intermedio de Mosquera propuso representante de Colombia, en la Argentina, cuando el andariego compatriota llegó á desempeñar el Ministerio de Relaciones en Bogotá, según lo confirma el doctor Florentino González.

No ha mucho la viuda de otro poeta, y poetisa ella misma, mi señora y colega Soledad Acosta de Samper, noticiábamos que la dolorida Elena, hija única del compatriota cuya memoria evocamos, deslizaba sus melancólicos días en la hacienda «Tucumán», á las afueras de Bogotá, que denominara así en homenaje á la tierra del padre amado.