El profeta/La Razón y la Pasión
La Razón y la Pasión
Y la sacerdotista habló otra vez y dijo:
«Háblenos de la Razón y la Pasión».
Y él contestó diciendo:
Tu alma muchas veces es un campo de batalla, en el cual tu razón y tu juicio prosiguen la guerra contra la pasión y tu apetito.
Que pudiera yo ser un pacificsta en tu alma, que pudiera cambiar la discordia y la rivalidad de tus elementos en unidad y melodía.
Pero, ¿cómo puedo yo, a menos que Uds. mismos sean también los pacifistas, o mejor, quieran a todos sus elementos?
Tu razón y tu pasión son el timón y las velas de tu alma marinera.
Si o tus velas o tu timón esté roto, sólo puedes sacudir e ir a la deriva o pararte en el medio del mar.
Porque la razón, dictaminando sola, es una fuerza limitadora; y la pasión, desatentada, es una llama que se quema hasta su propia destrucción.
Por eso deja a tu alma que exalte tu razón a la alteza de la pasión, para que cante;
Y que ella dirija tu pasión con razón, para que tu pasión viva por su propia resurreción diaria, y como el fénix suba arriba de sus propias cenizas.
Quiero que pienses en tu juicio y tu apetito como pensarías en dos huéspedes queridos en tu casa.
Claro que no lo honrarías al uno más que al otro; porque él que le presta más atención al uno pierde el amor y la fe de los dos.
Entre las colinas, cuando estás sentado en la sombra fresca de los álamos blancos, intercambiando la paz y serenidad de campos y prados distantes — entonces que tu corazón diga en silencio, «Dios se descansa con la razón».
Y cuando la tormenta viene, y el viento poderoso sacude el bosque, y trueno y relámpagos proclaman la majestad del cielo — entonces que tu corazón diga en sobrecogimiento, «Dios se mueve con la pasión».
Y porque eres un aliento en la esfera de Dios, y un hoja en el bosque de Dios, tú también debes descansarte con la razón y moverte con la pasión.