El simoún
Apariencia
La soledad lo aborta sin destino sobre el páramo inmenso del desierto; a su presencia duélese el mar muerto y gime triste el campo palestino. Con polvorosa crin borra el camino, y a su bochorno el caminante incierto, el cuerpo tiende, el hábito cubierto del raudo y abrasante remolino. ¡Pasó!... y el tigre bota en la candente arena, en que el león ruge erizado y silba y se retuerce la serpiente... ¡Pasó!... y en la quietud del despoblado la ciudad solitaria del Oriente llora con el Profeta su pecado.