El sueño (López de Ayala)
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Sueño, que lento y pesado mis sentidos acometes, y uno a uno los sometes a tu imperio dilatado: tú en prisión pones la vista y gusto y tacto en olvido: pierde el olfato la pista, y, aunque el último, el oído también cede a tu conquista Y así dominas el fuerte, y dejas de guarnición la eficaz respiración para que impida a la muerte quitarte su posesión. Ya sé que al cuerpo te agrada ver en nada transformado... ¡Y el cuerpo vil es muy dado a transformarse en la nada! Mas, cuando pones en calma el corpachón, que es más fuerte, dime, tití de la muerte: ¿en qué se entretiene el alma?