El zarzal y la cordera
Apariencia
Llovía sin cesar; los campos se anegaban;
las reses por do quier huían espantadas,
y díjole el zarzal a la Cordera mansa:
-«Acógete, infeliz, debajo de mis ramas;
»darete abrigo.»-
-«No: que tus espinas dañan;
»en ellas veo aún vedijas de la lana
»que, sin piedad, ayer, robaste a mis hermanas;
»en ti miro la red; tus tallos son las mallas;
»brindando protección, esquilas al que amparas;
»a tu rapacidad, prefiero la borrasca.»-
-«Venid todos a mí; yo alivio la desgracia;
»si buen seguro dais, yo os abriré mis arcas.»-
Esto la usura vil, con voz artera exclama.
Mas ¡ay! no la creáis; es la espinosa zarza.
Pendientes de su arcón, colgó muchas entrañas;
su oro es un dogal y los dogales matan.