Electra: 55
Escena XII
[editar]ELECTRA, MÁXIMO, EVARISTA, PANTOJA, DON URBANO, el MARQUÉS, PATROS, la Superiora y Hermanas.
EVARISTA.- Hija mía, ¿qué delirio es ése?
MÁXIMO.- (Acudiendo a ella cariñoso.) Alma mía, ven, escúchame. Mi cariño será tu razón.
ELECTRA.- (Se aparta de MÁXIMO con movimiento pudoroso. Su desvarío es sosegado, sin gritos ni carcajadas. Lo expresa con acentos de dolor resignado y melancólico.) No te acerques. Yo no soy tuya, no, no.
MÁXIMO.- ¿Por qué huyes de mí? ¿A dónde vas sin mí...?
PANTOJA.- (Que ha pasado a la derecha junto a EVARISTA.) A la verdad, a la eterna paz.
ELECTRA.- Busco a mi madre. ¿Sabéis dónde está mi madre?... La vi en el corro de los niños... fue después hacia la mimosa que hay a la entrada de la grata... Yo tras ella sin alcanzarla... Me miraba y huía... (Óyese lejano el canto de niños en el corro.)
MARQUÉS.- ¿Ves a Máximo? Será tu esposo...
MÁXIMO.- (Con vivo afán.) Nadie se opone; no hay razón ni fuerza que lo impidan, Electra, vida mía.
ELECTRA.- (Imponiendo silencio.) Ya no hay esposos ni esposas... ¡oh, qué triste está mi alma!... Ya no hay más que padres y hermanos, muchos hermanos... ¡Qué grande es el mundo, y qué solo está, qué vacío! Por sobre él pasan unas nubes negras... las ilusiones que fueron mías, y ahora son de nadie... no son ilusiones de nadie... ¡Qué soledad! Todo se apaga, todo llora... el mundo se acaba... se acaba. (Con arrebato de miedo.) Quiero huir, quiero esconderme. No quiero padres, no quiero hermanos... Quiero ir con mi madre. ¿Dónde está su sepulcro? Allí, juntas las dos, juntas mi madre y yo, yo le contaré mis penas, y ella me dirá las verdades... las verdades.
PANTOJA.- (Aparte a EVARISTA.) Es la ocasión. Aprovechémosla.
EVARISTA.- Hija mía, te llevaremos a la paz, al descanso.
MÁXIMO.- No es ésa la paz. El descanso y la razón están aquí. Electra es mía... (EVARISTA hace por llevársela.) Yo la reclamo.
ELECTRA.- Máximo, adiós. No te pertenezco: pertenezco a mi dolor... Mi madre me llama a su lado. (Ansiosa, expresando una atención intensísima.) Oigo su voz...
MÁXIMO.- ¡Su voz!
ELECTRA.- Silencio... Me llama, me llama. (Con alegría, delirando.)
EVARISTA.- ¡Hija, vuelve en ti!
ELECTRA.- ¿Oís?... Voy, madre mía. (Corre hacia las Hermanas.) Vamos. (A MÁXIMO que quiere seguirla.) Yo sola... Me llama a mí sola. A ti no... A mí sola, ¿No oís la voz que dice ¡Eleeeectra!...? Voy a ti, madre querida. (Las Hermanas, EVARISTA y PANTOJA la rodean.)
MÁXIMO.- ¡Iniquidad! Para poder robármela le han quitado la razón. (Quiere desprenderse de los brazos del MARQUÉS y DON URBANO.)
MARQUÉS.- No la pierdas tú también. (Conteniéndole.)
DON URBANO.- Calma.
MARQUÉS.- Déjala ahora... Ya la recobraremos.
MÁXIMO.- ¡Ah! (Como asfixiándose.) Devolvedme a la verdad, devolvedme a la ciencia. Este mundo incierto, mentiroso, no es para mí.