Elementos de economía política: 63

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Capítulo XVI : Del rédito del capital o de los productos.[editar]

    • I. De los proyectos en general.
    • II. Del provecho llamado interés del dinero, y de la usura.

§. I. De los provechos en general.[editar]

441. Entendemos especialmente en este capítulo bajo los nombres de capital y capitales todo instrumento artificial de trabajo obtenido por el ahorro, por un trabajo acumulado, a saber: las máquinas, las herramientas, las monedas, las provisiones, las primeras materias, los edificios, los muebles, etc.
442. Del mismo modo que el jornal del obrero comprende la retribución del trabajo y la del talento, así el rédito del empresario encierra la retribución de su trabajo y el provecho del capital que emplea. De este último rédito, del rédito del capital propiamente tal, es del que vamos a hablar ahora.
443. Los capitales siguen la ley de la oferta y del pedido: reciben un rédito más considerable allí donde son más necesarios y abundan menos. Dicho rédito o rendimiento está también en proporción con los riesgos que se corren; así, la prosperidad de un país, la instrucción general, que disminuyen los azares de pérdida, tienen por objeto hacer bajar los provechos de los capitales.
444. Se ha observado que los rendimientos del capital son muy diversos en la superficie de un mismo país, lo cual depende de que los capitales mudan difícilmente de sitio: la imperfección de las vías de comunicación, la ignorancia y la falta de confianza dejan estacionarios a los capitales en una localidad, en una industria. Se hacen una guerra encarnizada en un punto, y en otros, por el contrario, prefieren renunciar a sus legítimos provechos.
Los vicios de la organización social, unas costumbres intolerantes, una mala política, disminuyendo la facilidad y la seguridad de las colocaciones, pueden elevar el precio del servicio que presta el capital; por eso son más raros y están más caros los capitales en Turquía, en Rusia y en España que en Francia o en Inglaterra.
445. Otra observación: los capitales ya destinados, por lo mismo que están más expuestos, a causa del tiempo que se requiere y de las dificultades que hay para recobrar su valor, se alquilan a un precio más alto.
446. Se ha puesto en tela de juicio si, con un sistema de prosperidad cada vez mayor, el alquiler de los capitales acabaría por bajar a cero; pero lo que siempre impedirá este resultado es los consumos y las disipaciones a que renunciarán sin duda los propietarios cuando el servicio de los capitales no cueste gran cosa, así como también las innovaciones de toda especie, para las que serán necesarios los capitales. Yendo éstos siempre en aumento, el motivo que impulsa a acumular va necesariamente disminuyendo; pero no hay, en realidad, ningún grado asignable en que el motivo que mueve a acumular llegue a ser absolutamente nulo. Como quiera, cuestión es ésta que no merece la pena de discutirse.