En el abanico de la mujer de Pereda
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Por el perfume de azahar difuso, El naranjo escondido se revela; El pebetero con olor profuso, Denuncia los tesoros que en sí cela; El alma donde Dios su huella impuso A otra alma rige y en sus obras vela; Si en sus obras hay luz, paz y hermosura, Es porque emanan de otra luz más pura.