Mientras espléndido el sol
doró mi ser, ¡cosa rara!
con trazas de amiga fiel,
mi sombra me acompañaba.
Después el sol se ocultó;
perdí su lluvia dorada;
y al verme sin ella ya,
la sombra me dejó, ingrata.
¡Cuántas sombras de amistad
desvanece la desgracia!