En la muerte de S. M. La Reina Doña María de las Mercedes
En la muerte de S. M. la Reina Doña María de las Mercedes
[editar]Mariposa brillante cual ninguna,
vivió en Sevilla entre azahar y rosas:
Dios nos la envió en un rayo de la luna;
mas duró aquí su gloria y su fortuna
lo que suelen durar las mariposas.
Un regio amor sirviéndola de abono,
confiada en su amor se juzgó fuerte;
y en su inocente y cándido abandono,
tendió sus alas, se posó en el trono…
y en ataúd se le trocó la muerte.
Su alma pasó, de un día en el espacio,
desde el palacio a las empíreas salas.
¿Qué deja ¡ay! de sí misma en el palacio?
Lo que las mariposas de sus galas,
lo que guardan no más los ataúdes:
que es el polvo impalpable de sus alas.
Sol de virtud, en sus diez y ocho soles,
deja en el corazón de un buen marido,
deja en la alma de un Rey hoy más querido,
deja en los corazones españoles
un amor libre de baldón y olvido:
y guardarán su incólume memoria
en España el honor, Dios en su gloria.