En la sangre/Capítulo XXVI
Capítulo XXVI
Aprovecharse ahora, a no dejar que se entibiara, volver cuanto antes, sobre el rastro, dos o tres días después.
Sí, pero volver... aquí estoy porque he venido... muy suelto de cuerpo, de visita, como de la casa, de la relación, como criados juntos... ¿Y qué significaba, quién lo metía, a asunto de qué?
¡Hum!... medio así, medio turbio, medio feo, no muy católico estaba eso... era como para que desconfiara el padre y abriese el ojo.
Valiente casualidad, rompérsele el coche tan luego en la misma puerta ¡y qué rotura! ¡Vaya unas ganas, un entusiasmo, valido de que por política, por cumplimiento nada más, salían ofreciéndole la casa, soplarse a renglón seguido!...
Era decididamente más difícil entrar por la puerta abierta, volver la segunda vez que haber estado la primera.
Pero vería, pasaría, nada le costaba, era de todos la calle, tal vez lo esperara Máxima en el jardín, en la barranca, tenía tiempo de pensarlo sobre todo y de decidirse o no.