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Enciclopedia Chilena/Folclore/Emblemas y exclusividades

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Emblemas y exclusividades
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-2985/9
Título: Emblemas y exclusividades
Categoría: Folclore


Emblemas y exclusividades.

En sus diversas etapas de desenvolvimiento la nación chilena consigue un puesto de preferencia por su copiosa y variada corriente histórica. Una contienda secular antes de su independencia, los azares subsecuentes de una emancipación, las convulsiones preparatorias que toda la nacionalidad sobrepasa, dos grandes guerras internacionales y los contratiempos consiguientes de su evolución política, amontan voluminosos anales en cuyas páginas lucen aún las faces del esfuerzo nacional en su adaptación al medio físico, la lucha o la conquista de las propias fuerzas y la captación de los recursos naturales.

Es así como una originalísima estructura territorial y los diversos grados de iniciación en la vida pública pusieron muchas veces a prueba la energía y el tesón de la progenie; señalándose como muy justificada la inclinación y el fanatismo de los chilenos por sus glorias nacionales y la ascendrada veneración por sus instituciones, por sus próceres y por sus héroes. Con una escasísima población hubo de iniciar la brega, de épocas aciagas, en las cuales la penuria económica emanaba de la propia debilidad.

Se hace así comprensible que el elemento humano, el texto histórico y la crónica política atraigan más que las insignias, los emblemas, los símbolos, y los distintivos poéticos de la nacionalidad. De este modo la flor nacional, el árbol, las plantas nativas, el ave típica y las especies indígenas no gozan de la popularidad y protección que se les dispensa en las naciones fraternas.

Entre las aves, los argentinos han nacionalizado algunos volátiles difundidos en América austral como el "caburé", el "hornero", el "picaflor" y el "tero", conocido en Chile este último con el nombre de "queltehue" y bien celebrado en las memorias de Darwin y el Abate Molina. Del reino vegetal han adoptado el "ceibo" como un árbol americano pero a su órgano fecundante le ha sido instituido como la flor nacional por decreto del Poder Ejecutivo y también se han nacionalizado las flores del "cacto", del "irupé", del "samuhú" y del "liroley". Entre los árboles son proclamados el "ombú", el "algarrobo", y el "molle" o pimiento; todos bien difundidos en la América Austral.

A esta nómina de adopciones Chile podría oponer otras tantas especies de su territorio, pero desde la época de los Conquistadores no se les ha protegido, dando estos guerreros el ejemplo al dedicar en el Valle Central la palma chilena (Jubea spectabilis) a forraje de las cabalgaduras. La reacción nacional para salvar esta especie de tan singular elegancia y efectiva utilidad sólo vino a hacerse sentir a fines del siglo pasado, pero su consideración no es aún efectiva. Similar rehabilitación tampoco se le ha concedido al característico pino chileno (Araucaria imbricata) llamado piñon o pehuen.

La prodigiosa flor de nuestra enredadera de la región austral, el "copihue" (Lapageria rosea), con sus variedades blancas y rojas goza de gran favor, pero mas bien con carácter social que nacional. No se distinguen ni se ensalzan otros géneros vegetales bien característicos como el "chagual" (puya coaretata), el "alerce" (fitzroya patagonica), el "algarrobo" (prosapis siliquastrum), el "arrayán" (engenia apiculata), el "boldo" (boldoa fragans), el "canelo" (drymis chilensis), el "chilco" (fucshia macrostemma), el "culén" (psoralea glandulosa), el "espino" (acacia cavenia), la "frutilla" (fragaria chilensis), el "maitén" (maitenus chilensis), la "papa" (solanum tuberosum), el "quillay" (quillaja saponaria), etc. Bastaría recordar al respecto que la isla de Chiloé y nuestros territorios australes pueden ser un punto de partida para el mundo entero de la papa (patata)y la frutilla, ambas de divulgación universal.

Nuestras especies animales no podrían disfrutar de tamaña exclusividad. No nos atrevemos a nacionalizar el cóndor ni el huemul, heráldicos distintivos de nuestro escudo; y, en general nuestra fauna no podría en ningún caso tomar categoría territorial porque casi toda ella es extensiva al Continente. Nos hacen falta terroríficas y llamativas especies como los papagayos, las víboras, los avestruces, y los tigres de nuestros vecinos; y ni aún podemos vanagloriarnos del puma que pertenece a todos los Andes. Menguado papel hacen en el cuadro general nuestros gatos monteses y el pudú (pudú simplicornis), especializándose más bien la originalidad en la fauna del mar y del aire y recordando en esta última a aves tan típicas como el "pidén" (rallus sanguinolentus landbecki) y el "Chercán" (troglodytes musculus chilensis) con atractivos muy especiales.



Bibliografía

Goroztazu Astengo, Lucas. "El ceibo, el cacto, el irupé, el samuhu y el lirolay". "El Hogar" de 17 de diciembre de 1948.


Ferrocarriles del Estado: "Guía de Pesca en Chile". Santiago, 1948.