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Enciclopedia Chilena/Folclore/Guitarrón, El

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El Guitarrón
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-544/104
Título: El Guitarrón
Categoría: Folclore


Guitarrón, El Folk. Instrumento musical. Es un cordófono de tamaño similar al de la guitarra actual, y a veces aún menor, aunque siempre de caja de resonancia más profunda.

Posee veinticinco cuerdas, veintiuna de las cuales, a muy corta distancia la una de la otra, están distribuidas en cinco grupos,denominados órdenes u ordenanza, que no son más que otras tantas cuerdas múltiples. Las cuatro restantes, llamadas tiples o diablitos, se encuentran fuera del batidor, dos a cada lado, naciendo de pequeñas clavijas colocadas en la unión del mástil con el extremo superior de la caja. A causa de la gran cantidad de las que constituyen el primer conjunto, se hace necesario un gran clavijero, cuyo largo llega hasta los treinta centímetros, y que bien podría haber contribuido al uso del aumentativo del nombre del instrumento en cuestión. Los cinco ordenes mencionados están compuestos de la siguiente manera:

I. 4 alambres - correspondientes a un si de guitarra - y 1 entorchado.
II. 3 alambres - mi de guitarra - y 2 entorchados.
III. 2 alambres - mi de guitarra - 1 bordoncillo - más grueso que un la de guitarra - y un entorehador de mi guitarra.
IV. 4 alambres de si de guitarras.
V. 3 alambres de mi de guitarra

Acrecientan el aspecto arcaico del guitarrón sus siete trastes hechos de cuerda torcida de tripa, cuya amarras se prolongan en forma de trenzas, denominada chapecán o chapecao, en el reverso del brazo.

Las decoraciones sobre la tapa armónica son infaltables, y en algunos ejemplares aparecen también a lo largo del mástil y del clavijero. Consisten en incrustaciones de trozos de conchaperla, monedas y espejuelos; en dibujos incisos, geométricos, zoo y fitomórficos; y hasta en breves leyendas con el nombre del fabricante o propietario, o con alusiones patrióticas. De especial son los puñales, cuyas dos figuras de alfanje estilizado, de color más oscuro que el de la cubierta. Arrancan de los extremos del puente, y son ornamentos distintivos y obligados del guitarrón. Su afinación equivale a la clásica de la guitarra, aunque por lo general una tercera más abajo que la de ésta, para evitar el exceso de tensión cordal. En el tercer orden se produce la nota más aguda y la más grave de las cuerdas sobre el batidor, ya que se reúnen tres mi en octavas diferentes.

Su función de acompañamiento está destinada principalmente a las entonaciones de los versos, y con menor frecuencia a las cuecas, tonadas, valses y Polca, La|polkas. Por consiguiente, el guitarrón se utiliza tanto en ocasiones festivas, sobresaliendo las celebraciones de bautizos, casamientos, onómasticos; como en ceremoniales, fundamentalmente en velorios de angelito, en los cuales su participación es apreciada en alto grado, por la solemnidad y belleza de sus recursos sonoros y por la importancia social que emana de su antigüedad y de su nombradía casi legendaria.

En nuestros días su práctica se conserva sólo en muy contados centros locales, destacándose la zona compuesta por las comunas de Pirque y Puente Alto, en la provincia de Santiago, en la cual su vigencia es pronunciada y constante, Entre los focos menores, aunque ya en proceso de franca decadencia, cabe mencionar la región chilota de Huillinco.

Los tocadores, en su mayor parte, se aproximan a los setenta años de edad, pero la existencia de varios con menos de cuarenta, indican que esta afición no sólo pertenece a los ancianos, de lo que infiere que su desaparecimiento no puede estimarse próximo. En cuanto a sus lugares de residencia, se produce un notable predominio rural, a causa de las condición de obreros agrícolas de los guitarroneros. El grado de instrucción acusa un bajo nivel, agravado por un considerable grado de analfabetismo, contrastante con el conocimiento general que se advierte sobre asuntos astrológicos, pastoriles, del Antiguo y del Nuevo testamento, y otros no menos eruditos. Por último, con respecto del elemento humano, añadiremos que el aprendizaje poético-musical se adquiere a través de la tradición oral, complementada por cuadernos y libretas de versos y por la intervención de maestros eximios, descollando en la ciudad de Puente Alto el extraordinario poeta Liborio Salgado, a comienzos del presente siglo.

En la actualidad no hay laudista que se dediquen regularmente a construir guitarrones, debido a que la ya aludida limitación numérica de ejecutantes impide una demanda de repercusión artesanal. Hasta las reparaciones se ofrecen rara vez en los talleres, ya que los propios dueños de los instrumentos, salvo casos muy graves, se encargan de efectuarlas. Por tal motivo, su esporádica fabricación suele confiarse a carpinteros de buena voluntad, que logran su propósito fatigosa y deficientemente gracias al empleo de un molde obtenido de un guitarrón antiguo que le proporciona el interesado. No obstante, debe dejarse constancia del intento de gran categoría del sello Girard, quien construye con depurada técnica, desde el año 1960, un llamado neoguitarrón chileno, indudablemente innalcanzable para el poder económico de los cultores tradicionales.

Las características físicas y estéticas del cordófono en cuestión, sugieren su uso por partes de los divulgadores artísticos de nuestro floklóre, ya experimentado con gran éxito por partes intérpretes tan valiosos como Violeta Parra o el conjunto "Los de Ramón". Estos últimos han aprovechado también elementos armónicos del instrumento, incursionando por el campo de la composición de la música popular, abriendo un excelente cause de proyección, que perfeccionando y ampliando podría deparar nuevas satisfaciones a las distintas clases de autores nacionales. Otra posible aplicación la situamos en el terreno pedagógico, al incluirlo en el programa de Historia de la Música, vinculado a las primeras fases del desenvolvimiento cultural de Chile, como participante de representativas cirscunstancias sociales. Y no podríamos dejar de recomendar el fomento de su cultivo y correspondiente fabricación, por tratarse de un eficaz procedimiento de estímulo a costumbres floklóricas y a la producción artesanal con consecuencias renumerativas, respectivamente.

De acuerdo con nuestra ultima recomendación , y sobre la base de nuestros trabajos de estudio y de difusión pertinentes al departamento de Puente Alto, por cuenta del Instituto de Investigaciones Musicales de la Univercidad de Chile, estimamos muy factible un futuro aumento de la práctica del guitarrón, gracias a los juicios valorativos recientes de los especialistas, cuyos alcances publicitarios, traducidos en artículos y discos comerciales, han menguado la actitud reticente de los hijos y nietos de los guitarroneros, antes dominados por "la vergüenza de lo viejo".

No es posible precisar los orígenes del guitarrón por medio de las fuentes de consulta que por ahora disponemos. El puesto de mayor fundamento lo incluye en la familia del archilaúd, relacionándolo específicamente con un mienbro de esta; el chitarrones, cuyos elementos organográficos lo señalan como el antecedente más probable del cordófono chileno, y cuya vegencia data de principios del siglo XVI. La identidad de nombre con el instrumento extremeño español o con el mexicano, es meramente idiomática, por cuando sus caracteres materiales, sonoros y funcionales, los diferencian con todo rigor.

El mantenimiento de los cinco órdenes de cuerdas, su estrecha vinculación con una temática pastorial ycon la métrica de décima espinela, a las que acompaña musicalmente, en la expresión de los versos folklóricos, hacen presumir su existencia en Chile desde los comienzos del período de la Conquista.

Los textos poéticos de mayor antigüedad presentan al guitarrón como el Instrumento por excelencia de los cantores de la literatura epicolírica de raigambre hispánica, y es por eso que el recuerdo de los más eminentes está consolidado por la pericia con que se distingueron en la ejecución de la guitarra grande, locución con que también se denomina al más representativo de los instrumentos musicales chilenos, por fortuna aún viviente como para repetir con el poéta anónimo.

:Afina bien tus alambres
y arregla tus postureos
y háceme sonar los dedos
en ese guitarrón grande.

Bibl.

Dicc. de la Musica Labor. Ed. Labor, S.A. Barcelona 1954.

Lenz, Rodolfo. Sobre la poesía popular impresa de Stgo, de Chile Imp. Universo Stgo. 1919.

Lavin, Carlos. El rabel y los instrumentos chilenos. Col. Ensayos, N°10, Inst. Invs. Musicos. Univ. de Chile, 1955.

Barros, Raquel y Dannemann, Manuel. El guitarrón en el departamento de Puente Alto. Col. de Ensayos, N°12. Inst. Invs. Musica. Univ. de Chile, 1961.