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irritado contra mi, me sacudia la cabeza y me lanzó por funestas sendas, jay de mil, destruyendo mi felicidad, que hollo con sus pies. ¡Huy, hay! ¡Oh…

polo Norte. Allí estaba, sin duda alguna, directamente bajo mis pies; pero jay! entonces me hallaba á tan inmensa elevación, que no podía distinguir nada…

escuela y de sus ilusiones. Sumido en la desgracia como estoy—desgracia jay de mi! demasiado cierta, se me dispensará que busque un alivio, bien ligero…

hallaba allí, sino que andaba viajando hacia tiempo; á lo que contestó Solon: «jAy desdichado! y cómo se llamaba?-0i el nombre, repuso el otro; pero no me acuerdo…