Diferencia entre revisiones de «Los naranjos»
Sin resumen de edición |
m Revertidos los cambios de 191.103.185.173 hasta la última edición de FMQ |
||
Línea 1: | Línea 1: | ||
{{Cabecera |
|||
<center>Los naranjos<br> |
|||
|titulo=Los naranjos |
|||
Ignacio Altamirano |
|||
|sección= |
|||
;Seleciona El Capitulo Que Quieres Leer<br> |
|||
|autor=Ignacio Manuel Altamirano |
|||
|anterior= |
|||
|siguiente= |
|||
|notas= |
|||
|wikipedia= |
|||
|año=1897 |
|||
}} |
|||
<center> |
|||
Perdiéronse las neblinas |
|||
en los picos de la sierra, |
|||
y el sol derrama en la tierra |
|||
su torrente abrasador: |
|||
y se derriten las perlas |
|||
del argentado rocío |
|||
en las adelfas del río |
|||
y en los naranjos en flor. |
|||
Del ''mamey'' el duro tronco |
|||
picotea el ''carpintero'', |
|||
y en el frondoso ''manguero'' |
|||
canta su amor el ''turpial''; |
|||
y buscan miel las abejas |
|||
en las pinas olorosas, |
|||
y pueblan las mariposas |
|||
el florido cafetal. |
|||
Deja el baño, amada mía, |
|||
sal de la onda bullidora; |
|||
desde que alumbró la aurora |
|||
jugueteas loca allí. |
|||
¿Acaso el genio que habita |
|||
de ese río en los cristales |
|||
te brinda delicias tales |
|||
que lo prefieres á mí? |
|||
¡Ingrata! ¿Por qué riendo |
|||
te apartas de la ribera? |
|||
Ven pronto, que ya te espera |
|||
palpitando el corazón. |
|||
¿No ves que todo se agita, |
|||
todo despierta y florece? |
|||
¿No ves que todo enardece |
|||
mi deseo y mi pasión? |
|||
En los verdes tamarindos |
|||
se requiebran las palomas, |
|||
y en el nardo los aromas |
|||
á beber las brisas van. |
|||
¿Tu corazón, por ventura, |
|||
esa sed de amor no siente, |
|||
que así se muestra inclemente |
|||
á mi dulce y tierno afán? |
|||
¡Ah, no! Perdona, bien mío; |
|||
cedes al fin á mi ruego, |
|||
y de la pasión el fuego |
|||
miro en tus ojos lucir. |
|||
Ven, que tu amor, virgen bella, |
|||
néctar es para mi alma; |
|||
sin él, que mi pena calma, |
|||
¿cómo pudiera vivir? |
|||
Ven y estréchame, no apartes |
|||
ya tus brazos de mi cuello, |
|||
no ocultes el rostro bello, |
|||
tímida huyendo de mí. |
|||
Oprímanse nuestros labios |
|||
en un beso eterno, ardiente, |
|||
y transcurran dulcemente |
|||
lentas las horas así. |
|||
En los verdes tamarindos |
|||
enmudecen las palomas; |
|||
en los nardos no hay aromas |
|||
para los ambientes ya. |
|||
Tú languideces; tus ojos |
|||
ha cerrado la fatiga, |
|||
y tu seno, dulce amiga, |
|||
estremeciéndose está. |
|||
En la ribera del río |
|||
todo se agosta y desmaya, |
|||
las adelfas de la playa |
|||
se adormecen de calor. |
|||
Voy el reposo á brindarte |
|||
de trébol en esta alfombra, |
|||
á la perfumada sombra |
|||
de los naranjos en flor. |
|||
</center> |
|||
[[Los naranjos:Inicio|CAPITULO I]] |
|||
[[Categoría:P1897]] |
[[Categoría:P1897]] |
Revisión del 01:22 28 feb 2015
Perdiéronse las neblinas
en los picos de la sierra,
y el sol derrama en la tierra
su torrente abrasador:
y se derriten las perlas
del argentado rocío
en las adelfas del río
y en los naranjos en flor.
Del mamey el duro tronco
picotea el carpintero,
y en el frondoso manguero
canta su amor el turpial;
y buscan miel las abejas
en las pinas olorosas,
y pueblan las mariposas
el florido cafetal.
Deja el baño, amada mía,
sal de la onda bullidora;
desde que alumbró la aurora
jugueteas loca allí.
¿Acaso el genio que habita
de ese río en los cristales
te brinda delicias tales
que lo prefieres á mí?
¡Ingrata! ¿Por qué riendo
te apartas de la ribera?
Ven pronto, que ya te espera
palpitando el corazón.
¿No ves que todo se agita,
todo despierta y florece?
¿No ves que todo enardece
mi deseo y mi pasión?
En los verdes tamarindos
se requiebran las palomas,
y en el nardo los aromas
á beber las brisas van.
¿Tu corazón, por ventura,
esa sed de amor no siente,
que así se muestra inclemente
á mi dulce y tierno afán?
¡Ah, no! Perdona, bien mío;
cedes al fin á mi ruego,
y de la pasión el fuego
miro en tus ojos lucir.
Ven, que tu amor, virgen bella,
néctar es para mi alma;
sin él, que mi pena calma,
¿cómo pudiera vivir?
Ven y estréchame, no apartes
ya tus brazos de mi cuello,
no ocultes el rostro bello,
tímida huyendo de mí.
Oprímanse nuestros labios
en un beso eterno, ardiente,
y transcurran dulcemente
lentas las horas así.
En los verdes tamarindos
enmudecen las palomas;
en los nardos no hay aromas
para los ambientes ya.
Tú languideces; tus ojos
ha cerrado la fatiga,
y tu seno, dulce amiga,
estremeciéndose está.
En la ribera del río
todo se agosta y desmaya,
las adelfas de la playa
se adormecen de calor.
Voy el reposo á brindarte
de trébol en esta alfombra,
á la perfumada sombra
de los naranjos en flor.